ARGENTINA

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El Gobierno de Javier Milei oficializó la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones de aluminio, acero y sus productos derivados. La medida estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2025 o hasta que los países que aplican un arancel de importación igual o superior al 45% sobre el valor de los bienes reduzcan dicho gravamen.
A través del Decreto N° 726/2025, publicado en el Boletín Oficial, el presidente Javier Milei dispuso que los derechos de exportación de una serie de productos incluidos en la Nomenclatura Común del Mercosur (N.C.M.) se reduzcan al 0%.
Asimismo, el Gobierno aclaró que la rebaja impositiva solo se aplicará «cuando se exporten con destino a aquellos países que al momento de la entrada en vigencia de la medida, aplican a dichas mercaderías un arancel de importación «ad valorem» igual o superior al cuarenta y cinco por ciento (45 %)».
El objetivo de esta disposición es fomentar las exportaciones argentinas hacia aquellos mercados que mantienen altos niveles de protección arancelaria, mejorando así la competitividad de los productos nacionales en dichos destinos.
En ese marco, se estableció que la Secretaría de Coordinación de Producción, dependiente del Ministerio de Economía, será la responsable de emitir las normas aclaratorias, complementarias y operativas necesarias para garantizar la correcta aplicación de la medida.
Asimismo, deberá comunicar a la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) el listado de países que imponen un arancel de importación «ad valorem» igual o superior al 45% sobre los bienes comprendidos, e informar cualquier cambio que se registre en ese esquema arancelario.
Finalmente, las autoridades precisaron que la vigencia de la medida es de carácter temporal. Por ello, se aplicará a las operaciones de exportación realizadas desde el día posterior a la publicación del decreto y hasta el 31 de diciembre de 2025, inclusive, o hasta que se produzca una disminución en los aranceles de importación establecidos, lo que ocurra en primer término.
Jorge Taiana intenta hoy presentarse como un político moderado, con experiencia y equilibrio. Sin embargo, el ex guerriillero que tuvo su paso por la Cancillería argentina dejó una marca imborrable. Fue durante su gestión cuando comenzó el viraje diplomático que buscó recomponer relaciones con Irán, el país señalado por la Justicia argentina como responsable del atentado a la AMIA.
En lugar de sostener una posición firme en defensa de las víctimas, el entonces canciller optó por una diplomacia complaciente, marcada por la tibieza y la falta de convicción para defender los intereses argentinos. Mientras los acusados iraníes seguían prófugos y el reclamo internacional se diluía, la política exterior argentina empezó a girar hacia el relativismo moral. El silencio de Taiana ante la falta de cooperación iraní fue tan elocuente como su inacción.
El terreno allanado para el Memorándum con Irán
Aunque el Memorándum fue finalmente firmado por su sucesor, Héctor Timerman, fue Taiana quien dejó pavimentado el camino político y diplomático para ese acuerdo que tanto daño le hizo al prestigio del país. Durante su gestión se mantuvieron conversaciones y gestos de acercamiento que abrieron la puerta a una negociación absurda: sentarse a «colaborar» con el mismo Estado acusado de haber perpetrado el atentado.
Taiana sabía perfectamente que Irán nunca entregaría a los imputados y que el supuesto «diálogo constructivo» era una farsa. Sin embargo, eligió no romper el vínculo ni denunciar públicamente la maniobra. Su rol fue clave para legitimar una política exterior que transformó la búsqueda de justicia en un intercambio diplomático sin sentido.
El resultado de ese camino fue el memorando de 2013, una de las decisiones más vergonzosas del kirchnerismo, declarada inconstitucional por la Justicia. Taiana no puede desligarse de esa historia: fue partícipe, por acción u omisión, de la estrategia que terminó beneficiando a Irán y perjudicando a las víctimas argentinas.
Nisman y el encubrimiento que el kirchnerismo nunca quiso investigar
La muerte del fiscal Alberto Nisman, ocurrida tras denunciar un encubrimiento político en el acuerdo con Irán, dejó al descubierto el entramado de poder que el kirchnerismo intentó esconder. En lugar de exigir una investigación transparente, Taiana eligió la defensa automática del gobierno. Calificó la denuncia de «descabellada» y se alineó con el discurso oficial que buscaba desacreditar al fiscal, incluso antes de que se conocieran los detalles de la investigación.
El ex canciller nunca explicó por qué desestimó una denuncia tan grave ni por qué consideró «infundadas» las acusaciones de encubrimiento. Su postura fue la de proteger al poder antes que a la verdad. El resultado fue el mismo de siempre: silencio, impunidad y un país que sigue sin respuestas.
Hoy, al postularse como diputado, Taiana busca reciclar su imagen bajo el relato de la «experiencia» y la «diplomacia profesional». Pero su gestión quedó marcada por la complacencia ante un régimen acusado de terrorismo, por el respaldo a una política exterior que deshonró la memoria de las víctimas de la AMIA y por su alineamiento con el encubrimiento posterior a la muerte de Nisman.
Detrás de su discurso sereno y su perfil de estadista, persiste una realidad incómoda: Taiana fue parte de la trama que debilitó la justicia argentina en nombre de la obediencia partidaria. Su candidatura no representa renovación ni institucionalidad, sino la continuidad de un pasado que el país todavía no logra superar.
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