Poder que desafía a Milei

OPINIÓN

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Presidente de Argentina, Javier Milei / Foto: Gage Skidmore

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«El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad».

Así lo declaró el presidente Javier Milei de Argentina en su discurso inaugural el 10 de diciembre de 2023. Como había hecho durante años en innumerables apariciones en los medios de comunicación y discursos, y durante la campaña electoral, Milei citaba a su mentor intelectual, Alberto Benegas Lynch (h), el pensador liberal clásico más destacado de Argentina y académico adjunto del Instituto Cato. Ese concepto de libertad, añadió Milei, es el «nuevo contrato social que eligieron los argentinos».

De hecho, los argentinos eligieron a Milei por mayoría aplastante con un programa explícitamente libertario, lo que demuestra la viabilidad política de esas ideas cuando se articulan bien. Su propuesta representaba nada menos que un cambio de paradigma: devolver la prosperidad al país al derribar ochenta años de estatismo extenso y enraigado y sustuirlo por políticas e instituciones que limiten el poder, restauren el Estado de derecho y abran la economía.

Sin duda, Milei estableció una agenda ambiciosa y se enfrentó al escepticismo generalizado de la corriente política dominante y la élite intelectual. Antes de su elección, más de 100 economistas, entre ellos Thomas Piketty, autor de El capital en el siglo XXI, firmaron una carta en la que advertían de la «devastación» que supondría la victoria de Milei. Incluso los oponentes de centro-derecha de Milei creían que un gobierno liderado por él no solo era indeseable, sino que probablemente colapsaría casi de inmediato.

El desafío de Milei se hizo aún más abrumador por la crisis económica que heredó. Veinte años gobernados en su mayor parte por el partido populista peronista de izquierda habían producido un 42% de pobreza, una inflación anual del 211%, un déficit cuasifiscal del 15% del PIB, una deuda pública masiva, un banco central prácticamente en quiebra y una economía que llevaba doce años estancada y ahora estaba en caída libre. Argentina se encaminaba hacia la hiperinflación, el impago de la deuda y el colapso económico total.

A pesar de esos retos, los primeros 20 meses de la presidencia de Milei han dado resultados impresionantes. Ha logrado más de lo que la mayoría de la gente esperaba y, en muchos sentidos, ha convertido el avance de Argentina hacia la democracia liberal en un ejemplo para un mundo cada vez más iliberal. Pero con la proximidad de unas elecciones intermedias críticas, un Congreso hostil deseoso de descarrilar sus reformas y turbias acusaciones de corrupción, Milei se enfrenta a nuevos retos para mantener el notable cambio de rumbo de Argentina y llevar a cabo su agenda libertaria.

El cambio de rumbo de Argentina

La recuperación de Argentina de la crisis ha seguido el patrón sobre el que Milei advirtió a sus compatriotas de una manera poco populista, atípica en la política argentina: que las cosas empeorarán antes de mejorar. «Prefiero decirles una verdad incómoda», explicó, «antes que una mentira confortable».

El dolor era inevitable, un legado de la mala gestión del pasado. Pero la recuperación también ha sido rápida. El PIB creció un 6,3% y la inversión un 32% en el segundo trimestre de 2025 en términos anuales, tras la contracción económica de la primera mitad del año pasado. Las estimaciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional y otros organismos para este año oscilan entre el 4,7% y el 5,5%. La inflación anual alcanzó el 289% a principios del mandato de Milei, pero ha bajado al 34%, o menos del 2% mensual, lo que sigue siendo alto, pero supone una mejora considerable. Tras aumentar inicialmente hasta el 53%, la pobreza se redujo al 32%, lo que sacó de la indigencia a más de 11 millones de personas. El consumo ha aumentado, el empleo ha crecido y las exportaciones han subido.

Milei ha logrado todo esto siendo fiel a su imagen de portador de la «motosierra». Al dar prioridad a la estabilidad económica, recortó el presupuesto en un 30% y lo equilibró en su segundo mes en el cargo. Poner fin al gasto deficitario descontrolado de Argentina, una fuente crónica de inestabilidad, contribuyó en gran medida a reducir la inflación, ya que facilitó una política monetaria más disciplinada. La deuda pública ha caído un 12% en términos absolutos.

Argentina, que nunca había sido capaz de aplicar ajustes significativos sin incurrir en impagos de su deuda o caer en una inflación elevada o hiperinflacionaria, es ahora un raro ejemplo de austeridad expansionista. El presidente se ha comprometido a recortar aún más el gasto y ha prometido en repetidas ocasiones que, mientras sea presidente, el presupuesto no estará desequilibrado.

Milei también ha dado prioridad a la reducción de la burocracia y los trámites administrativos. Ha suprimido diez ministerios (ha eliminado algunos y fusionado otros), desechado cientos de subagencias y despedido a más de 53.000 empleados públicos.

Hasta agosto de 2025, Milei ha implementado la asombrosa cifra de 1.246 desregulaciones, unas dos al día. Las reformas han afectado a una amplia gama de sectores, desde la energía y la agricultura hasta el sector inmobiliario y la salud. Algunas de las desregulaciones desentrañaron los complicados controles del comercio internacional en Argentina, mientras que otras redujeron el papeleo y los trámites burocráticos para las empresas y abrieron mercados a la competencia.

Así, han surgido nuevos negocios y servicios, y los precios de numerosos productos han bajado. Por ejemplo, después de que el gobierno eliminara un sistema de licencias de importación, el precio de los electrodomésticos cayó un 35%. En otro caso, se exigía a los ganaderos que utilizaran una vacuna que protege contra la fiebre aftosa, pero que solo producía un laboratorio argentino: Milei liberalizó ese mercado y permitió que Argentina, un importante país productor de carne, importara vacunas del extranjero, donde costaban un tercio del precio.

La desregulación se ha llevado a cabo de plena conformidad con la legislación argentina y el proceso democrático del país, lo que ha reforzado su legitimidad y popularidad. En julio de 2024, Milei creó el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, integrado por economistas y profesionales del derecho de reconocido prestigio. El ministerio ha liderado la mayor parte de las reformas normativas de Milei en virtud de una ley que otorgaba al presidente la autoridad para promulgar desregulaciones por decreto durante un año. Ese período finalizó el pasado mes de julio, pero las desregulaciones continúan a buen ritmo, ya que el ministerio se centra ahora en derogar las regulaciones que los presidentes anteriores promulgaron por decreto en lugar de aprobarlas en el Congreso.

Por último, pero no menos importante, Milei ha eliminado, dejado expirar o reducido unos 22 tipos de impuestos federales, en su mayoría aquellos que distorsionaban las estructuras productivas y el comercio. Entre las medidas más significativas se encuentran la reducción de los impuestos a la exportación en la agricultura y la expiración del Impuesto País, un impuesto que llegaba hasta el 30% sobre las compras de divisas.

Esas medidas son coherentes con el objetivo de Milei de abrir la economía. El presidente argentino ha elogiado el libre comercio y criticado duramente «la mentira proteccionista, porque en el fondo no es ni más ni menos que un curro entre los políticos y los empresarios prebendarios». Con ese fin, entre muchas otras medidas, Milei redujo los impuestos y elevó el límite de compras en el extranjero a 3.000 dólares por paquete, y liberalizó la importación de una amplia variedad de productos, desde medicamentos hasta juguetes. También ha facilitado la obtención de visados para los ciudadanos de China y la República Dominicana y ha establecido normas internacionales para los refugiados y los solicitantes de asilo.

Historias de una economía más libre

Gracias a los recortes del gasto y la reducción de las regulaciones llevados a cabo por la administración de Milei, a los argentinos les resulta más fácil ahorrar, invertir y planificar el futuro. Desde los empresarios que amplían sus negocios hasta los inquilinos que pueden obtener hipotecas por primera vez, la vida cotidiana está empezando a cambiar.

Una de las primeras y más trascendentales reformas del gobierno de Milei fue el fin inmediato del control de los alquileres. Antes de Milei, las regulaciones sobre los alquileres eran extremadamente estrictas. Los contratos de alquiler debían establecerse por tres años y el alquiler debía pagarse en pesos en un contexto de inflación alta e impredecible, por ejemplo. Como resultado, miles de propietarios decidieron retirar sus propiedades del mercado, lo que redujo la oferta y aumentó los precios.

En un artículo de Reason publicado a principios de este año (reproducido en español), nuestro colega Ryan Bourne y uno de nosotros (Marcos Falcone) entrevistamos a Bruno Panighel, un consultor financiero de Córdoba, quien nos contó lo liberador que ha sido el cambio. En 2023, «los precios [de los alquileres] eran tan altos que, en muchos casos, resultaba más barato vivir en un hotel. Yo mismo hice los cálculos», dijo Panighel. En solo un año, Panighel pasó de firmar contratos de tres meses, similares a los de Airbnb, sin certeza de que se cumplieran, a conseguir un contrato de alquiler de un año. Los propietarios ya no necesitan protegerse mediante contratos temporales y ahora pueden ajustar los precios de los alquileres según la inflación, tal y como acuerdan con la otra parte. Anteriormente, mientras la inflación anual superaba el 200%, los propietarios solo podían hacerlo una vez al año, lo que hacía que alquilar una propiedad no fuera rentable a menos que el precio inicial fuera extraordinariamente alto.

Ian Vásquez y Marcos Falcone, elCato.org

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