Sísifo criollo y elecciones de octubre, por Zingoni

OPINIÓN

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Sísifo (recorte) / Foto: picryl.com

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Lectura: 3 minutos

Cuentan que Sísifo era uno de los más listos de los que andaban por el Olimpo griego. Pero, por sus picardías (la más peligrosa haber desafiado a Zeus, el dios supremo) fue condenado a llevar una pesada piedra hasta arriba de una colina y cuando la depositaba y consideraba la tarea terminada, la piedra rodaba hasta el lugar de origen… y vuelta a empezar. A subir de nuevo con la piedra en la espalda.

Aunque no es nueva esta excentricidad argentina de no terminar nunca lo que empezamos. Como dice el tango: Cuándo te des cuenta exacta de que te has gastao la vida, entre aprontes y partidas, muchacho te quiero ver.

Cuántos de nosotros vimos pasar la vida política «entre aprontes y partidas». De Perón a Macri, de Frondizi a Menem, de Alfonsín a De la Rúa cualquier proyecto político no dura más de unos pocos años. Y «vuelta la burra al trigo» como decía mi abuela. A empezar de nuevo. Con excitación adolescente. Carecemos de la facultad de aprovechar la experiencia: repetir aquello exitoso y rechazar lo que nos
llevó al fracaso. Nosotros al revés. Y lo festejamos.

La elección del próximo 27 de octubre decidirá; una nueva etapa se ha iniciado con el actual gobierno nacional. Le quedan dos años de mandato. Pero el Sísifo argentino anda rumiando. Y amenaza: ¿y si volvemos al principio? A empezar todo de nuevo. A devorar la cola. Que total, crecerá de nuevo y nos la comemos de nuevo.

Pero no. El presidente fue elegido por cuatro años. Debe cumplir su mandato. Y hay que seguir adelante. Eso sí, tomando nota de los errores. Primero: los líderes tienen un lenguaje de paz, pero una acción (muchas veces subterránea) de guerra. Y no al revés. Duro en el lenguaje y blando en la acción. Segundo: la corrupción es transversal, vertical, diagonal, y como se mire. Está en todos lados. Se debe priorizar ─con ayuda externa─ la lucha contra la corrupción y como política de estado. Tercero: Los intendentes y los gobernadores, los senadores y diputados, algunos periodistas, aunque empresarios, etc. vienen de un sistema de 20 años de corruptelas. No puede esperarse racionalmente que cambien en dos años. Como dice un proverbio chino: no pretendas enseñar a que el chancho cante, perderás el tiempo e irritarás al chancho. Hay que aprender a «negociar» con ellos. Son como son.

En suma, nunca como en estas elecciones el destino argentino está en manos de los argentinos. Decidirán si quieren (como los locos) empezar de nuevo todos los días o, en cambio, terminar un proceso que se inició con el nuevo gobierno.

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