Espionaje chino a través de DeepSeek

INTERNACIONAL

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Foto: Matheus Bertelli from pexels.com

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El modelo DeepSeek, presentado por desarrolladores chinos como un avance tecnológico competitivo frente a Occidente, se convirtió rápidamente en un símbolo del autoritarismo digital del régimen de Pekín. Detrás de su aparente sofisticación, investigadores y gobiernos detectaron riesgos masivos de privacidad, censura política y control estatal, lo que llevó a varios países a prohibir su uso o suspender descargas.

Lejos de ser una herramienta neutral, DeepSeek actúa como una extensión tecnológica del Partido Comunista Chino (PCCh), alineada con su aparato de censura y vigilancia. Los expertos advierten que su funcionamiento refleja las mismas dinámicas del sistema político que lo respalda: opacidad, control centralizado y desprecio por la privacidad individual.

La trampa de los datos: todo queda en manos del régimen

Uno de los mayores peligros de DeepSeek es su política de datos. El modelo obliga a almacenar toda la información personal en servidores dentro de China, lo que deja a los usuarios totalmente expuestos al espionaje estatal. Las leyes de seguridad nacional chinas permiten que el gobierno acceda libremente a esa información bajo la excusa de proteger los «intereses de la nación».

Esto incluye historiales de chat, direcciones IP, claves API y datos sensibles de usuarios y empresas. En enero de 2025, investigadores revelaron que una base de datos de DeepSeek estaba expuesta públicamente, sin autenticación alguna, con más de un millón de líneas de información interna. Entre los datos filtrados había claves criptográficas, registros de conversaciones y metadatos operativos.

El incidente confirma lo que muchos temían: China utiliza su tecnología de IA como un instrumento de vigilancia global.

Prohibiciones y advertencias globales

La respuesta internacional fue contundente.

  • Italia prohibió oficialmente el uso de DeepSeek por violar las normas de protección de datos y negarse a cumplir con la legislación europea.
  • Irlanda advirtió que los usuarios europeos pierden toda protección si sus datos se almacenan en servidores chinos.
  • Corea del Sur suspendió la aplicación por incumplir sus regulaciones nacionales.
  • Taiwán, en una medida de seguridad nacional, vetó su uso en organismos públicos ante el riesgo de espionaje geopolítico.

Los gobiernos democráticos han comprendido que permitir el uso de DeepSeek equivale a abrir una puerta trasera a la maquinaria de vigilancia de Pekín.

Censura, manipulación y propaganda encubierta

El control político también está integrado en el código. Más del 85% de las respuestas de DeepSeek sobre temas sensibles —democracia, derechos humanos o Tiananmen— son censuradas o distorsionadas para ajustarse a los «valores socialistas fundamentales».

El modelo suprime información crítica sobre el régimen chino, evita mencionar violaciones de derechos humanos y promueve un discurso alineado con la propaganda oficial. En la práctica, DeepSeek funciona como un portavoz digital del Partido Comunista, disfrazado de inteligencia artificial.

Además, los términos de uso de la empresa trasladan la responsabilidad legal a los usuarios por cualquier infracción de propiedad intelectual, pese a que hay indicios de robo de código y datos de modelos occidentales como ChatGPT y Gemini.

A nivel de seguridad, DeepSeek también deja mucho que desear. Expertos en ciberseguridad demostraron que el sistema puede ser manipulado mediante ataques de jailbreaking que le permiten generar código malicioso, scripts de hacking y herramientas de phishing.

La versión open-source incluso requiere activar una opción que permite ejecutar código Python remoto, una puerta abierta para hackers y servicios de inteligencia. En términos técnicos, DeepSeek no cumple con los estándares mínimos de seguridad, lo que refuerza su perfil de riesgo tanto para empresas como para gobiernos.

El peligro de un modelo bajo control autoritario

DeepSeek no es solo un proyecto tecnológico: es una pieza más del sistema de control y expansión global del régimen chino. Financiado por entidades vinculadas al ejército y supervisado por agencias estatales, el modelo representa una amenaza directa a la soberanía digital y a la privacidad internacional.

A medida que Pekín intenta posicionarse como potencia tecnológica, los países democráticos enfrentan el desafío de blindarse frente a una IA diseñada para servir al poder y no a la libertad.

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