El «Mani pulite» argentino (I), por Norberto Zingoni

OPINIÓN

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Representantes de la corrupción: expresidente Cristina Fernández de Kirchner y exministro de Planificación Federal, Julio De Vido / Foto: Casa Rosada

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Lectura: 3 minutos

El 17 de febrero de 1992, Mario Chiesa (Julio De Vido), miembro del partido Socialista Italiano, regenteaba un asilo de ancianos. El empresario Luca Magni (ídem el chófer Oscar Centeno), quizá cansado de pagar coimas (tangente, de ahí Tangentópoli, ciudad de la coima), acuerda con el fiscal Di Pietro (fiscal Stornelli) una trampa para agarrar a Chiesa con las manos en las liras (7 millones).

Así empezó el proceso judicial/político que se llevó puesto un sistema de poder de 40 años. Betino Craxi (Cristina Kirchner), presidente de gobierno y del Partido socialista italiano, negó y negó la corrupción. Hasta que lo condenaron a 27 años de prisión.

Las imágenes de la televisión argentina del inicio del mega juicio en la «causa de los cuadernos» me hacían acordar a las que viví en vivo y en directo en Milán, donde vivía y trabajaba. Este es un «mani pulite» argentino, me dije. A saber: ochenta y siete políticos, funcionarios y empresarios imputados de corrupción; lo que prueba que es un sistema, algo que se sabía, pero confesado por los actores, nunca. Muchos empresarios imputados. El famoso círculo rojo (rojo de vergüenza) que también participaba de la fiesta.

En fin, que cuando vayan saliendo las pruebas del saqueo de las finanzas públicas, puede ocurrir en la opinión pública lo de Italia: primero estupor, aturdimiento. Luego, hastío, repugnancia hacia la clase política en particular y hacia la clase dirigente en general.

No vale aquello de que «ya se sabía». La imagen de 87 imputados entre funcionarios y empresarios nunca se vio; menos que se investiguen 400 hechos delictivos de los acusados; en vez de la «revolución permanente», estos practicaban «la coima permanente»; y es muy fuerte. Y cuando vayan saliendo en el juicio las confesiones de los reos, mucho más. Diego Cabot, quien, aún a riego de su vida llevó a cabo esta gran investigación, cuenta en un documental de La Nación que el chófer Centeno le comentaba que en una oportunidad había llevado a los coimeros una caja llena de dólares. Cuando le dice la medida de la caja, Cabot y sus colaboradores hicieron un cálculo de cuánto podría tener esa caja: ¡tres millones de dólares! En un solo viaje de remise.

Estupor, aturdimiento, hastío. Esta es la verdadera casta, el establishment que manda en la Argentina desde hace mucho tiempo. Y, más aún: hay que sumar a la verbena a los bancos y banqueros que lavaban el dinero negro, periodistas que sabían, pero no hablaban, etc.

Por ello: Momento único para librarse de la casta parasitaria. Y abrir una esperanza a construir otro país distinto, mejor.

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