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El Gabinete de Ministros de la India calificó este miércoles 12 de noviembre la explosión de un coche bomba ocurrida el lunes en la capital como un ataque terrorista perpetrado por «fuerzas antinacionales», aunque no han detallado públicamente las pruebas relacionadas con el atentado.
Horas antes, las autoridades habían informado de la detención de un grupo de siete hombres de la conflictiva región de Cachemira, a quienes se les habrían incautado armas y material para fabricar bombas.
Ya el martes, las autoridades anunciaron que investigaban el hecho como un posible acto de terrorismo, una medida que otorga a los organismos investigadores mayores facultades para arrestar o detener personas.
Hasta hace poco, el Ejército de Pakistán enfrentaba críticas por su presunto papel en la política desde todos los sectores de la sociedad. Muchos en Pakistán acusaron a los militares de manipular las elecciones generales del año pasado para mantener al ex primer ministro Imran Khan fuera del poder. Culparon especialmente al jefe del Ejército, el general Asim Munir, por su papel en el encarcelamiento de Khan, una acusación que los militares niegan.
«Estamos afrontando muchos problemas por culpa del Ejército», dijo a DW un taxista de Karachi hace un mes. «Mantienen a Khan tras las rejas porque ha desafiado el dominio militar». Pero todo cambió después del mortal ataque contra turistas hindúes en la ciudad de Pahalgam, en la Cachemira administrada por la India, el 22 de abril, en el que murieron 26 personas, en su mayoría hombres hindúes.
Ese ataque fue reivindicado por un grupo autodenominado Resistencia de Cachemira, conocido en la India también como Frente de Resistencia, vinculado a Lashkar-e-Toiba (LeT), una organización calificada por las Naciones Unidas como terrorista.
Nueva Delhi culpó a Islamabad de respaldar el ataque, una acusación que Pakistán rechaza. La crisis pronto derivó en un importante conflicto militar entre los dos archirrivales poseedores de armas nucleares.
El 7 de mayo, la Fuerza Aérea india lanzó ataques con misiles contra lo que Nueva Delhi dijo que eran campamentos terroristas en Pakistán y en la Cachemira administrada por Pakistán. Decenas de personas murieron en estos ataques, y el número de muertos aumentó cuando Pakistán tomó represalias con sus propios ataques dos días después.
«Los regímenes impopulares se ven beneficiados por este tipo de conflictos militares. Luego del ataque de la India, incluso los críticos del Ejército pakistaní, generalmente liberales y seculares, demandaron que Islamabad debería darle una lección a Nueva Delhi», dijo a DW Naazir Mahmood, analista político con base en Islamabad.
Tanto India como Pakistán reclamaron para sí la victoria en el reciente conflicto de Cachemira, y los ciudadanos se unieron apoyando a sus Gobiernos. En las redes sociales, los usuarios elogiaron a las fuerzas armadas con fervor nacionalista, y muchos salieron a «celebrar el éxito» del Ejército de Pakistán en las calles.
El analista Mahmood opina que el Ejército recuperó su prestigio en el ámbito doméstico. «Aunque los militares ya controlan todas las esferas de Gobierno, ahora su control sobre la política será más estricto», dijo.
El periodista y analista Farook Sulehria, que trabaja en Lahore, dijo que no hay método científico para medir el aumento de la popularidad de los militares en la población tras los últimos combates, pero que las publicaciones en las redes sociales y los comentarios en los principales medios de comunicación definitivamente muestran una tendencia al alza.
«Lo que debemos entender es que el apoyo a los militares surge de un sentimiento antiindio. Los militares presentarán esta breve guerra como un éxito propio. La utilizarán para construir su imagen», explicó Sulehria a DW.
Los «defensores de la narrativa hinduista»
También los nacionalistas en la India describen el episodio como un «triunfo» del primer ministro Narendra Modi y su partido nacionalista hindú, el Bharatiya Janata Party (BJP). El ataque en Pahalgam ejerció una intensa presión sobre el Gobierno de Modi para que contraatacara y castigara a los perpetradores y a quienes los apoyaban.
«Para la India y el primer ministro Modi, el ataque del 22 de abril debía ser respondido, sobre todo después de que la oposición y los usuarios de redes sociales reprodujeran videos de Modi reprendiendo al ex primer ministro Manmohan Singh tras el ataque terrorista del 26/11 en Bombay en 2008 [por la falta de respuesta]», declaró Uday Bhaskar, oficial naval indio retirado, a DW.
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