Crisis con magistrados en Polonia

INTERNACIONAL

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Presidente de Polonia, Karol Nawrocki / Foto: Mikołaj Bujak/KPRP

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El presidente de Polonia, Karol Nawrocki, alineado con el partido conservador de la oposición Ley y Justicia (PiS), justificó su rechazo porque los nuevos magistrados «cuestionan el orden constitucional y legal de la República de Polonia» y apoyó su veto en el derecho que le otorga una sentencia del Tribunal Constitucional de 2012.

En un comunicado publicado en internet, el presidente escribió: «me niego a nombrar a estos 46 jueces». Y agregó: «Esto ya no es solo una señal verbal, sino una decisión concreta de no aceptar más nominaciones».

Nawrocki subrayó que tampoco concederá ascensos ni dará su aprobación en general a aquellos magistrados que «escuchan los malos consejos del ministro de Justicia, (Waldemar) Żurek, quien alienta a los jueces a cuestionar el orden constitucional y legal de la República».

Agregó finalmente que durante los cinco años que durará su mandato, asumido este verano, «ningún juez que cuestione las facultades constitucionales del presidente, de la Constitución polaca y del sistema legal polaco puede contar con una nominación».

Esta situación creada agudiza aún más la crisis judicial que atraviesa Polonia desde que, en 2015, el anterior Gobierno del PiS implantó una reforma que politizó al Consejo Nacional de la Judicatura (KRS) al supeditar el nombramiento, cese y gestión disciplinaria de los jueces al Ejecutivo.

El actual Gobierno del primer ministro Donald Tusk ha prometido «despolitizar» el KRS, dando a los jueces la potestad de nombrar a los miembros del consejo y fijando requisitos de experiencia, además de limitar el acceso de los magistrados nombrados bajo el anterior Gobierno al Tribunal Supremo.

El presidente Nawrocki se ha mostrado en contra de cualquier «purga o trato discriminatorio hacia los jueces» designados bajo la reforma de 2015 y ha advertido que usará su veto contra las leyes que cuestionen el estatus de estos magistrados.

El resultado es un choque institucional prolongado, con reformas del Ministerio de Justicia aprobadas por el Gobierno, pero bloqueadas por el presidente, lo que mantiene abierta una profunda crisis del Estado de derecho en Polonia, mientras el presidente y el primer ministro se acusan mutuamente de ir contra el orden constitucional del país.

En una era de pesimismo económico existencial en toda la UE, uno de sus miembros más grandes ha estado publicando consistentemente cifras positivas: Polonia.

Su tasa de crecimiento del PIB de casi 3 % en 2024 la situó por delante de la tasa general de la UE del 1 %, así como de las dos mayores economías del bloque, Francia y Alemania. Francia registró una tasa del 1,2 % mientras que Alemania sufrió una contracción del -0,2 %.

Las perspectivas para 2025 son igualmente favorables, con un crecimiento del 0,8 % en el segundo trimestre (quinta mejor tasa de la UE) y pronósticos que apuntan a un 3,3 % para este año y 3 % para el siguiente.

Este rendimiento no es casual: desde su incorporación a la UE en 2004, Polonia ha mantenido un crecimiento promedio cercano al 4 %, con una notable aceleración en la última década. Actualmente, su mercado de valores está en auge y crece el optimismo sobre su potencial para convertirse en una de las economías más robustas de la UE.

«Durante las últimas dos décadas, Polonia definitivamente superó las expectativas», dijo a DW Katarzyna Rzentarzewska, analista macro jefe para Europa central y oriental en Erste Group.

«El PIB real se duplicó. Esto es algo excepcional. Obviamente, es parte de un proceso de convergencia, pero en general, Polonia se destaca», agregó.

Jacob Funk Kirkegaard, investigador senior no residente del Instituto Peterson de Economía Internacional, dice que el éxito de Polonia se ha reflejado en cierta medida en otros estados de Europa del Este y los países bálticos, pero que su tamaño es una diferencia clave.

«Polonia es grande», dijo a DW. «Así que realmente importa, por así decirlo, a nivel agregado de la UE, de una manera que una economía mucho más pequeña no lo hace, tanto política como económicamente».

Polonia, con 37 millones de habitantes, es la quinta población más grande de la UE y su economía se sitúa entre las 20 primeras del mundo por PIB.

Su relevancia no es solo económica sino también estratégica. En los últimos años, ha aumentado el gasto en defensa hasta el punto de que ahora es el número uno en la OTAN en términos de la proporción del PIB que gasta en defensa, actualmente alrededor del 4,5 %.

Aunque gran parte de este gasto militar se dirige a compras en el extranjero, Rzentarzewska destaca que el motor principal del crecimiento polaco es el consumo privado interno, no las exportaciones. «Es el pilar del crecimiento», afirma, señalando que el fuerte mercado interno se refleja en su bajo desempleo y el sólido crecimiento de los salarios reales.

Esta característica le proporciona a Polonia una notable protección frente a choques económicos externos. Como explica la analista: «Cuando ves una recesión global, obviamente las primeras en ser golpeadas son las economías más pequeñas orientadas a la exportación, porque así funciona la cadena de valor», dijo. «En la economía relativamente cerrada de Polonia, el consumo sigue siendo fuerte», añadió.

Entonces, ¿qué ha hecho exactamente bien Polonia? Rzentarzewska ve su exitosa integración en la UE, la OTAN, el Área Schengen y la OCDE como clave para su éxito.

«Si miramos el concepto amplio de integración, Polonia lo hizo realmente bien», dice. Aunque no se unió a la zona euro, se ha beneficiado de una extensa financiación de la UE desde que se unió en 2004.

«No podemos negar que el acceso a los fondos europeos fue enorme, un importante contribuyente al crecimiento», dice.

Kirkegaard coincide y destaca que Polonia «ha hecho bien lo básico»: mejoró su infraestructura con fondos europeos, eliminó la corrupción heredada de la era comunista, creó un ambiente favorable para los negocios y desarrolló una fuerza laboral cualificada.

Para él, «Polonia es un ejemplo modelo de integración exitosa en la UE» que supo aprovechar su tamaño como ventaja.

La división política amenaza los fondos de la UE

A pesar de su éxito económico, Polonia enfrenta potenciales obstáculos. El país ha estado políticamente dividido durante las últimas dos décadas entre un bloque de derecha, liderado por el conservador partido Ley y Justicia, y un bloque liberal de centro-izquierda, actualmente encabezado por la Coalición Cívica del primer ministro Donald Tusk.

La coalición pro-europea de Tusk, tras ganar las elecciones parlamentarias de 2023, logró desbloquear 137.000 millones de euros en financiación europea, condicionada a reformas en el sistema judicial para alinearlo con las normas de la UE.

Sin embargo, la reciente victoria del euroescéptico Karol Nawrocki en las elecciones presidenciales de 2025, respaldado por Ley y Justicia, podría complicar las relaciones futuras con Bruselas. Ya se vislumbra un conflicto entre Tusk y Nawrocki sobre la posible destitución de jueces nombrados durante el anterior gobierno conservador.

A pesar de estas tensiones, Rzentarzewska destaca que Polonia ha demostrado capacidad para mantener su progreso económico bajo distintas administraciones: «Polonia es un buen ejemplo de cómo se puede tener progreso y crecimiento dinámico bajo diferentes partidos políticos u orientaciones, ya sea conservadora o más liberal».

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