Caos y violencia en COP30

INTERNACIONAL

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Foto: Amazônia Real

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Unos 50.000 manifestantes, entre ellos numerosos indígenas, marcharon este sábado (15.11.2025) en Belém para instar a los negociadores de la COP30 reunidos a un par kilómetros a que tomen medidas urgentes contra el calentamiento global, como preservar la Amazonía y acabar con los combustibles fósiles.

Brasil, anfitrión de la conferencia de la ONU, sigue en consultas con las delegaciones para destrabar temas en discordia, como quién debe pagar la cuenta de la crisis climática.

La marcha partió de un mercado local y llegó hasta un punto cercano al Parque da Cidade, sede de la COP30 y custodiado este sábado por decenas de militares y barreras con alambres.

Algunos manifestantes portaron tres grandes tumbas para «enterrar» simbólicamente el petróleo, el gas y el carbón.

Muy presentes en la marcha, en la que algunos portaron lanzas, arcos y flechas, los pueblos indígenas de la Amazonía fueron protagonistas de la primera semana de la COP30, tras haber chocado el martes con las fuerzas de seguridad que custodiaban la zona restringida de negociaciones.

También acudió a la marcha de este sábado la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, quien ha mostrado reservas sobre un megaproyecto del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva para exploración petrolera marítima cerca de la Amazonía. «A pesar de nuestros desafíos y contradicciones, tenemos que hacer la hoja de ruta para la transición», afirmó la funcionaria.

Cuando los organizadores de la conferencia internacional sobre el clima en Brasil de este año adoptaron «mutirao», palabra portuguesa de origen indígena que significa «esfuerzo colectivo», como lema oficial del evento, reforzaron una señal que comenzó con la elección misma de la sede para la COP30.

La ciudad amazónica de Belém fue elegida para las conversaciones con el fin de destacar el papel de los 1,7 millones de indígenas de la región como guardianes expertos de la selva tropical más grande del mundo.

Estos gestos representan un cambio para las conversaciones en las que las comunidades indígenas, que salvaguardan gran parte de la biodiversidad mundial, se han sentido durante mucho tiempo ignoradas, aunque aún está por ver si se traducirán en acciones significativas.

¿Qué piden los pueblos indígenas?

Los más de 5.000 grupos distintos de pueblos indígenas que viven en 90 países representan solo 6 % de la población mundial, pero son vitales para la protección de la naturaleza y el clima. Como guardianes de sus tierras, una de sus principales demandas es una mayor participación en su gestión. Muchos de sus territorios se enfrentan a la invasión de la industria petrolera y gasífera, la minería y la tala.

«Queremos llegar a un consenso en el que los territorios indígenas ya no sean sacrificados», afirma Lucía Ixchiu, una indígena k’iche’ de Guatemala que navegó por la Amazonía durante semanas para llevar este mensaje a los líderes mundiales.

Para muchas comunidades, los derechos sobre la tierra son un problema constante. Si bien entre 2015 y 2020 se otorgó el reconocimiento legal de aproximadamente 100 millones de hectáreas a comunidades indígenas, afrodescendientes y otras comunidades locales, aún quedan por resolver las reclamaciones sobre otros 1.400 millones de hectáreas. «Esperamos que la COP30 refuerce el compromiso internacional con la demarcación y protección de los territorios indígenas, reconociéndolos como áreas fundamentales para la conservación y el equilibrio climático», declara Alcebias Sapara, miembro destacado de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña.

Sapara afirma también que impulsarán mecanismos de financiamiento directo para iniciativas lideradas por indígenas, de modo que puedan gestionar sus territorios de forma autónoma y sostenible, y que el conocimiento tradicional se integre en las políticas climáticas.

Christine Halvorson, directora de programas de la Rainforest Foundation US, una organización de derechos humanos que colabora con los pueblos indígenas, señala que también exigen que los proyectos relacionados con la transición energética que puedan afectar las tierras y los medios de vida indígenas se realicen con la preceptiva consulta previa y con la exigencia de consentimiento previo también.

Halvorson añadió que solicitan mayor protección, ya que muchos enfrentan amenazas y violencia por defender sus tierras. En 2024, alrededor de un tercio de los defensores ambientales desaparecidos o asesinados a nivel internacional eran indígenas.

¿Pueden contribuir a la protección del clima?

«Sin los pueblos indígenas no hay futuro para la humanidad», sentencia ante la prensa Sonia Guajajara, ministra de Asuntos Indígenas de Brasil, quien destacó cómo garantizan la limpieza del agua, la protección de la biodiversidad, los alimentos libres de pesticidas y la conservación de los bosques en las zonas donde habitan.

Las comunidades indígenas son ampliamente reconocidas como las mejores guardianas de los bosques del mundo. Gestionan alrededor de una cuarta parte de las tierras del planeta y hasta la mitad de los bosques intactos que aún quedan.

Además de su rica biodiversidad, los bosques del mundo son vitales sumideros de carbono, ya que almacenan aproximadamente 861 gigatoneladas de este elemento, lo que equivale a 100 años de emisiones de combustibles fósiles.

Los bosques intactos han absorbido en el pasado alrededor de una quinta parte de las emisiones, pero se encuentran cada vez más amenazados por la actividad humana y el cambio climático. El año pasado, los incendios forestales provocaron un aumento de 80 % en la deforestación de los bosques tropicales.

Cada vez hay más evidencias fiables de que garantizar los derechos sobre la tierra a los pueblos indígenas desempeña un papel clave en la lucha contra el cambio climático. «La evidencia es clara: donde se respetan los derechos territoriales indígenas, la deforestación disminuye; donde se niegan, la destrucción aumenta», afirmó Guajajara en un comunicado escrito previo a la COP30.

Otorgar a las comunidades el poder de impedir proyectos de desarrollo como la perforación petrolera y la minería en sus tierras también ha demostrado ser una forma rentable de proteger la naturaleza.

Asegurar los derechos territoriales de los pueblos indígenas en la Amazonía brasileña podría reducir la deforestación en 66 %, según un estudio de 2023. Otro estudio estimó que las emisiones serían 45 % mayores en la Amazonía si no hubiera tierras indígenas protegidas.

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