El «Mani pulite» argentino (II), por Norberto Zingoni

OPINIÓN

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Uno de tantos reclamos: asesinato del fiscal Nisman / Foto: jmalievi

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Lectura: 4 minutos

Suicidios: El 24 de julio de 1993, cuando la Guardia di Finanzi (la fuerza que en Italia se encargaba de reprimir los delitos de corrupción) atravesaba la entrada del monumental edificio de Milán, se oye un tiro. Raúl Gardini, expresidente de Ferruzi, el grupo empresarial más importante de Italia, se suicidaba cuando iba a ser detenido, acusado de corrupción en la megacausa de Tagentópoli/Mani Pulite. Gardini era poco menos que un héroe deportivo nacional. Había ganado importantes regatas con su barco El moro de Venecia (diseñado por el argentino Germán Frers).

Pocos días después, Gabrielle Cagliari, presidente del ENI (la YPF italiana), se suicida en prisión. Y lo mismo Sergio Moroni, secretario general del Partido socialista de la Lombardía.

El tsunami de la corrupción se lleva puesto todo. La honra, la libertad y la vida de muchos. Argentina tiene también lo suyo: El asesinato del fiscal Nisman. El exsecretario de los Kirchner, Fabián Gutiérrez, muerte violenta. Aldo Ducler, financista que operó los fondos de Santa Cruz con Néstor Kirchner, muerte dudosa. Raúl Espinoza y Vittorio Dotti, obligados a «vender» su empresa del sur a Lázaro Báez, asesinados. También Leonardo Astrada, motorman en el siniestro del subte.

Nunca tan cierto: la corrupción mata.

La lottizzazione: Por estos días hemos visto en la televisión argentina cómo operaban el gobierno y los empresarios para el reparto de la obra pública. En la Cámara de la Construcción se reunían los empresarios con un representante del gobierno y determinaban cómo se repartían las obras entre distintas empresas. «Esta para vos», «aquella para mí». Y, así. La denominaron «la camarita». La imaginación al poder.

Esto también viene del Mani Pulite italiano. Lo llamaban «la lottizzazzione», la partición, la repartija de las reparticiones en las que se pudiera hacer «caja». En función de los votos obtenidos, le correspondían a cada partido o un banco oficial, o dos puestos en el directorio de la RAI (Radio y Televisión italiana), o tantas embajadas.

Y así, en especial socialistas y democristianos, se repartieron las «cajas» durante cuarenta años.

El peso de la coima: La pequeña y mediana empresa italiana era por aquel tiempo un ejemplo de eficiencia, diseño y creatividad. ¿Qué ocurrió? Que la sobrecarga de la coima en los costos de producción empezó a afectar a la exportación de los productos italianos. Las pymes italianas dejaron de ser competitivas. Y eso, tan cercano a nosotros, ocurre cuando hay un estado elefantiásico y una casta funcionarial parasitaria. Este fue otro de los motivos de la aparición del Mani Pulite.

Pool de magistrados: La enorme cantidad de hechos y de imputados produjo en los juzgados y fiscalías italianas un gran atasco. Y una demora de años en la finalización del proceso. Al igual que lo que está ocurriendo en el llamado «juicio de los cuadernos» en nuestro país. Ellos lo resolvieron constituyendo lo que llamaron «el pool de Tangentópolis». Unieron magistrados y funcionarios (Antonio Di Pietro, entre otros) y recursos para juzgar a los imputados y probar los hechos. Bajo la dirección del Procurador Fiscal Saverio Borrelli, se constituyó este grupo judicial que juzgó y condenó a gran cantidad de imputados. Un juzgado solo no puede acometer semejante tarea. Esperamos que la Corte Suprema dote de más gente y recursos al Tribunal que juzga «la causa de los cuadernos» y así también a los tribunales que intervengan en los próximos juicios que se avecinan.

Otro artículo escrito por Norberto Zingoni: El «Mani pulite» argentino (I)

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