Crece PBI en Argentina

OPINIÓN

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Presidente de Argentina, Javier Milei / Foto: Difusión presidencial (Presidencia de la Nación)

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El gasto público ya está en niveles de 2007. En menos de dos años se revirtió la orgía de despilfarro que el kirchnerismo aplicó durante casi dos décadas. La motosierra, lejos de ser un gesto simbólico, se convirtió en el arma quirúrgica que devolvió racionalidad a un Estado tomado por parásitos. La motosierra es infinita… porque infinito fue el saqueo.

Mientras la vieja política llora por los recortes, la realidad muestra algo que sus militantes jamás reconocerán: la inflación mayorista de octubre fue del 1,1%, acumulando solo 21,3% en el año, cuando en octubre de 2023 trepaba al 7,6%. No es magia, no es suerte, no es relato. Es disciplina fiscal, es fin del curro de los amigos del poder, es el retorno a un país donde el precio no depende del capricho de un burócrata sino del esfuerzo del que produce.

Pero no es sólo el orden fiscal: el país se está reconstruyendo. Dos empresas se harán cargo de casi 700 kilómetros de rutas del Mercosur, un corredor crucial para el comercio internacional. La obra pública dejó de ser el refugio de coimeros y fabricantes de cuadernos truchos, para convertirse en lo que siempre debió ser: infraestructura financiada por privados, sin barro político, sin retornos, sin bolsos revoleados en conventos.

En ese mismo camino, Aeropuertos Argentina 2000 anunció una inversión de más de US$ 26 millones para duplicar la capacidad operativa del aeropuerto de Córdoba. La apertura de los cielos no solo trajo más competencia: trajo récord de pasajeros, nuevas rutas, más empresas, más trabajo. La Argentina que se abría al mundo volvió a despegar.

También la economía real empieza a respirar y los consumidores lo hacen saber. El Índice de Confianza del Consumidor subió 8,8% en noviembre, continuando con el alza del 6,3% en octubre. El consumo masivo también creció un 3,2% intermensual y 2,2% interanual, con explosiones en autoservicios (+6,9%) y e-commerce (+14%). Se terminó el verso K de «el consumo está muerto». El consumidor votó con el bolsillo y eligió libertad.

El motor inversor también despertó: los proyectos aprobados en el marco del RIGI ya suman US$ 25.000 millones, otros US$ 25.000 millones están preaprobados y el total de inversiones anunciadas ronda los US$ 100.000 millones. La Argentina vuelve a ser terreno fértil porque el terreno dejó de estar infestado de ladrones.

¿Y qué pasó con las banderas sagradas del progresismo? Lo que siempre supimos: la ideología de género no salva vidas. Los femicidios cayeron al nivel más bajo desde 2017, sin Ministerio de la Mujer, sin lenguaje inclusivo, sin adoctrinamiento, sin burocracias ávidas de presupuesto. Se logró con igualdad ante la ley y una sola premisa moral: el que las hace, las paga. Punto.

La transformación también se ve en los gestos simbólicos que un país decide dar. La Argentina pasó de premiar dictadores como Maduro a condecorar a Andrea Bocelli, un símbolo global de cultura, mérito y solidaridad. Cambió el espejo en el que el país se mira: de la miseria autoritaria a la nobleza del esfuerzo.

En definitiva, todo se resume en una sola frase que hoy es símbolo, consigna y grito de guerra: LA LIBERTAD AVANZA. Hace dos años, la Argentina eligió al primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad. Y en menos de dos años, ese gobierno cumplió sus promesas, enfrentó a la casta, demolió el statu quo y fue ratificado en las urnas. Ahora llega la etapa más desafiante: las reformas de segunda generación, las que harán que la Argentina vuelva a ser grande.

No es tiempo de tibios. No es tiempo de excusas. Es tiempo de acelerar. Porque si algo quedó claro es que la Argentina cambió para siempre.

Juan Gabriel Flores, para la derecha diario.

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