ARGENTINA

Lectura: 3 minutos
Argentina volvió tomar un rol protagónico en la comunidad internacional por la firmeza de su posición y la solidez de sus criterios. La Cancillería, encabezada por Pablo Quirno, confirmó que el país no firmó la declaración final del G20 en Sudáfrica al denunciar un quiebre de las reglas de consenso que históricamente rigen el funcionamiento del foro y por mantener diferencias sustantivas en varios puntos de geopolítica incluidos en el texto impulsado por la presidencia sudafricana.
La decisión se comunicó oficialmente este sábado, tras días de negociaciones intensas. «La aprobación de una declaración sin el consenso de todos los miembros ─Argentina incluida─ omite una norma central del G20», advirtió Cancillería. Recordaron que el principal mandato del organismo es promover estabilidad económica y coordinación global basada en el acuerdo unánime, no imponer textos cerrados sin el debido proceso.
En paralelo, la postura argentina recibió el respaldo público desde Washington. Christopher Landau, subsecretario adjunto de Estado de EE. UU., agradeció al canciller Pablo Quirno por su «clara articulación y defensa de los principios que permiten florecer la prosperidad y la dignidad humana». El reconocimiento dio visibilidad internacional a la línea que Javier Milei sostiene desde el inicio de la gestión: reglas claras, disciplina fiscal y respeto irrestricto a la propiedad privada como base del desarrollo.
Durante su intervención en el G20, Quirno fue categórico: conceptos como solidaridad, igualdad y sostenibilidad no pueden sostenerse si no existe un marco global ordenado, estable y previsible. Insistió en que el crecimiento económico depende de la estabilidad macroeconómica, la calidad educativa, la innovación tecnológica y, sobre todo, la inversión privada que genera empleo y desarrollo real. Una visión completamente opuesta al enfoque estatalista impulsado por varios gobiernos que integran el foro.
El punto más sensible del desacuerdo estuvo vinculado a los tramos geopolíticos del documento final. Según detalló Cancillería, la declaración presentaba una visión parcial del conflicto en Medio Oriente, sin contemplar el contexto regional ni las causas estructurales indispensables para avanzar hacia una paz «genuina, sostenible y equilibrada». Esta omisión fue considerada inaceptable por la delegación argentina, que remarcó la necesidad de un abordaje completo y no sesgado.
Mientras tanto, el G20 presentó oficialmente un texto que llama a una «paz justa, integral y duradera» en conflictos como Sudán, Congo, los territorios palestinos y Ucrania, además de comprometerse con la protección de la cadena global de minerales críticos. Pero la forma en que se dio por aprobada la declaración ─sin respetar el consenso pleno─ terminó imponiendo una línea divisoria que Argentina no estuvo dispuesta a cruzar.
La postura argentina marca una continuidad: un gobierno que se rehúsa a convalidar documentos multilaterales que contradicen principios de transparencia, institucionalidad y libre mercado, o que son utilizados como vehículo para resoluciones políticas parciales. Lejos de quedar aislada, la firmeza de Quirno empieza a recibir reconocimiento en las principales capitales occidentales, donde valoran la previsibilidad económica y la coherencia diplomática que el país no mostraba desde hace décadas.
Otro artículo de interés: Oxenford respalda acuerdo comercial con EE. UU.
