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Estados Unidos ha deportado a un segundo grupo de ciudadanos iraníes, según informaron funcionarios en Teherán, mientras la administración Trump continúa con sus esfuerzos para controlar la inmigración.

Un avión fletado con más de 50 iraníes despegó de Mesa, Arizona, el domingo, pasando por El Cairo y Kuwait antes de llegar a Irán, según informes.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Teherán confirmó el regreso de los ciudadanos iraníes a Irán. Los funcionarios de inmigración estadounidenses no pudieron confirmar ni denegar el vuelo por razones de seguridad.

El primer vuelo de deportación despegó de Estados Unidos a finales de septiembre, en un inusual ejemplo de cooperación entre Irán y Estados Unidos. Muchos ciudadanos iraníes afirman que vienen a Estados Unidos por temor a la persecución en su país.

El padre Joseph Bach, miembro de Compañeros de Esperanza de la Frontera, una organización franciscana que brinda apoyo a migrantes, afirmó haber sido informado a través de sus contactos en un centro de detención de Arizona que entre los deportados había conversos cristianos. También indicó que algunos detenidos se habían identificado como LGBT.

Los conversos cristianos y los miembros de la comunidad LGBT son grupos que enfrentan graves repercusiones legales y sociales en Irán. El padre Joseph calificó las deportaciones como «la cosa más anticristiana que se puede hacer», y añadió: «Da miedo, me preocupa, no está bien. Yo lo llamo un vuelo de la muerte».

Las autoridades iraníes han facilitado los esfuerzos de repatriación. Un funcionario consular iraní afirmó que los ciudadanos deportados habían «anunciado su disposición a regresar tras la continuación de la política antiinmigratoria y discriminatoria contra los extranjeros, en particular los iraníes, por parte de Estados Unidos», según informa la agencia de noticias Mizan, afiliada al poder judicial iraní.

Sin embargo, un detenido que habló con la BBC afirmó que no todos los deportados estaban dispuestos a regresar.

Las últimas deportaciones se producen en un momento en que las relaciones entre ambos países, ya de por sí muy tensas, se deterioraron aún más en junio, tras el bombardeo estadounidense de las instalaciones nucleares de Irán.

Las expulsiones ponen de relieve la postura inflexible del gobierno estadounidense en materia de inmigración durante la presidencia de Donald Trump, quien priorizó la seguridad fronteriza y la reducción de la migración no autorizada en su agenda política.

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