Optimismo sobre futuro de Chile

INTERNACIONAL

50375802637_b4cf4e7eac_c
Presidente saliente de Chile, Gabriel Boric, recibe al presidente electo, José Kast / Foto: Dirección de Prensa, Presidencia de la República de Chile

Lectura: 8 minutos

El presidente de Chile, Gabriel Boric, y quien lo sucederá en el cargo, José Kast, se reunieron este lunes (15.12.2025) en el Palacio de la Moneda para preparar el traspaso de poder, en un encuentro protocolario en el que el mandatario pidió al derechista que respete los derechos adquiridos y continúe con las políticas de Estado. Kast, por su parte, anunció que formará un gobierno de «unidad nacional» para enfrentar la inseguridad.

Kast, que este domingo consiguió una apabullante victoria frente a la candidata unitaria de ultraizquierda, la comunista y exministra de Trabajo Jeannette Jara, llegó a la sede del Gobierno chileno acompañado por su esposa, María Pía Adriasola, que ocupará el cargo de primera dama del que Boric prescindió. También asistieron a la cita el presidente del Partido Republicano, Arturo Squella, y otras figuras del entorno del político derechista.

Al término del encuentro, que se extendió por dos horas. Kast reiteró su propuesta de instaurar un «gobierno de emergencia» que «tiene que verse reflejado en un gobierno de unidad nacional en los temas prioritarios». «Hay ciertas situaciones que nos afectan transversalmente en temas de seguridad, en temas de salud, en temas de educación, en temas de vivienda, que requieren políticas de Estado», declaró el presidente electo ante los medios.

«Clima positivo»

Por su parte, el presidente Boric emitió un comunicado en el que insistió en la defensa del escudo social construido por su gobierno, y pidió a la próxima administración que se respete como «política de Estado». «Eso hemos conversado hoy en un diálogo cordial, respetuoso, institucional y con altura de miras», subrayó el mandatario, que destacó el «clima positivo» en que se desarrolló el encuentro entre ambos.

«La implementación de la reforma de pensiones, de permisos sectoriales, la instalación del Ministerio de Seguridad Pública, el proceso de vacunación que hemos adelantado a marzo, la ley integral contra la violencia a la mujer, las oficinas locales de la niñez, los servicios locales de educación pública» tienen que seguir funcionando, detalló el presidente saliente.

«Es importante tener en cuenta que más allá de las distintas visiones políticas que ambos representamos, existe una continuidad de Estado, de sus instituciones, del servicio público y de orden democrático», apuntó Boric, que derrotó a Kast en segunda vuelta hace cuatro años.

Kast se convertirá en el primer pinochetista en llegar al poder tras el fin de la dictadura hace 35 años, tras imponerse en las 16 regiones del país. Kast obtuvo el 58 por ciento de los votos frente al 42 por ciento de Jara.

Una hora y 20 minutos después del inicio del conteo de votos en Chile, la ciudadanía ya sabía que el ganador era el derechista José Kast. En ese breve lapso, el Servicio Electoral había ya procesado más de la mitad de los votos y dejado en evidencia una tendencia irremontable a favor del aspirante del Partido Republicano. En una región donde pueden pasar días sin que se sepa quién ganó las elecciones, el milagro electoral chileno es digno de aplaudirse.

Dicho esto, es preciso analizar los resultados. La paliza sufrida por el actual oficialismo es una señal de hastío ciudadano, que vio en la propuesta de un «gobierno de emergencia» planteada por Kast durante la campaña una posible salida a problemas que aquejan a los chilenos, a saber: una elevada sensación de inseguridad (que no se condice con las cifras verificables de delitos, que están por debajo del promedio latinoamericano), una migración descontrolada que en pocos años cambió el rostro del país, y una economía que avanza demasiado lento y no alcanza a satisfacer las expectativas de una clase media que exige mejoras que el Estado no puede ofrecer.

Retorna la derecha

Al frente, Jeannette Jara, una candidata con la biografía perfecta (hija de la educación pública, de familia de esfuerzo y de hogar de clase media-baja) y las habilidades blandas necesarias pero que, aun cuando ganó en buena lid la primaria de ultraizquierda, nunca pudo quitarse de encima el peso que significa en Chile ser militante del Partido Comunista. Puestos a elegir entre la ultraderecha y el comunismo devenido en socialdemocracia que ofrecía Jara, casi el 60 por ciento de los votantes optó por lo primero. Se rompió así un tabú que duraba desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, y nuevamente la ultraderecha llevará las riendas del país.

La buena noticia es que, en este escenario plagado de extremos, el futuro gobierno tendrá que moderar sus expectativas y su discurso, porque si bien su aplastante triunfo podría hacer que alguno se ilusione con la posibilidad de pasar la aplanadora sobre la oposición, la verdad es que el Parlamento está bastante equilibrado y la necesidad de negociar acuerdos obligará a sentarse en una mesa y empezar a ceder. En ese ejercicio, democrático y necesario, los extremos pierden filo y el rumbo tiende a centrarse por la fuerza de los hechos.

Un voto de malestar

En la derecha, ahora, queda el desafío de no marearse con el resultado y de asumir que buena parte de la votación que obtuvo Kast no es propia. Es, más bien, un voto de malestar. En 2019, esa rabia explotó por la vía de la protesta. Estalló en la calle, con piedras y destrucción. Seis años más tarde, esa salida, considerada hoy por una parte importante de la ciudadanía como una expresión de incivilidad que no debe repetirse, fue reemplazada por el poder del voto. Lo que ha dicho la ciudadanía es que requiere medidas contra sus preocupaciones más urgentes, y medidas que tengan efectos inmediatos.

El gran peligro de esta exigencia, y especialmente de la oferta de campaña de satisfacer ese tipo de demandas que, en realidad, requieren de un trabajo de largo plazo que no tendrá efectos visibles en los próximos meses, es que el malestar vuelva a quedar sin respuesta y una parte de la población se sienta tentada a tomar nuevamente las piedras. Evitar ese renacer de la rabia será parte importante de la labor del nuevo presidente.

La democracia prevalece

La izquierda y la centroizquierda, en tanto, tendrán que reflexionar sobre qué políticas adoptadas como banderas propias resultaron fallidas. Cuánto de mala comunicación de los logros explica la debacle, cuánto de preocuparse más de legislar en beneficio de nichos minoritarios y olvidarse de preocupaciones de amplios segmentos de la población tiene que ver con la pérdida de arraigo en zonas del país donde siempre fueron mayoría.

«La fiesta de la democracia» se dice en Chile, en tono solemne, cuando hay procesos electorales. El orgullo por la democracia en un país que careció de ella por casi dos décadas no se basa solo en una eficiente y veloz entrega de los resultados, sino también en el respeto de tradiciones que se consideran republicanas y que hablan de una élite política que, pese a todo, mantiene cierta altura: la candidata perdedora ya saludó al vencedor, el presidente electo ya habló por teléfono con el presidente en ejercicio y acordaron reunirse personalmente. Si miramos el estado de la política internacional y lo que ha pasado en otros países de la región, realmente lo que tiene y cuida Chile no es poco.

Lo recalcó el presidente Gabriel Boric en su conversación con Kast, transmitida en directo por televisión a todo el país: «Chile es más grande que usted y yo».

Otro artículo de interés: Chile: contundente triunfo de Kast

Deja un comentario