INTERNACIONAL

La entrada de las Fuerzas Democráticas Sirias, una coalición kurdo-árabe apoyada por las potencias internacionales, en la localidad de Baguz ha provocado que el Estado Islámico haya perdido el último reducto que le quedaba en el país. Una derrota que, sin embargo, no es definitiva, aunque sí supone un importante avance después de que en 2014 el grupo llegara a controlar con hasta 110.000 kilómetros cuadrados de territorio entre Siria e Irak.
Ahora ya no cuenta con ello, pero los yihadistas siguen existiendo y sus acciones pueden ser incluso más imprevisibles.
Estamos de acuerdo en que el ISIS ha perdido todo el territorio que tenía, pero la situación en Siria es la que es. Un país en guerra desde hace ocho años, con muchos grupos radicalizados y con multitud de armas sin control alguno.
Un escenario perfecto en el que los miembros del grupo pueden seguir moviéndose con total facilidad y actuando en contra de la población civil. De hecho, fue en este tipo de contexto en el que los yihadistas lograron vastas porciones de terreno.
La debilidad del estado hace que su resurgimiento se pueda producir en cualquier momento y su capacidad de hacer daño se va a mantener intacta.
El fracaso del califato no supone que sus ideas desaparezcan inmediatamente, más bien al contrario. Desde el principio, Estado Islámico administró muy bien sus mensajes propagandísticos, siendo capaz de llegar a mucha gente a través de Internet.
En la historia del grupo se han producido varios atentados mortales en algunas de las principales ciudades del mundo y es previsible que eso no cambie. Ha perdido recursos económicos, pero la capacidad de hacer ataques sigue vigente.
(comentario de Javier Taeño, Yahoo Noticias).

Un comentario en “Derrota del califato islámico en Siria exige mantener en alerta a gobiernos prooccidentales”