INTERNACIONAL

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Un nuevo informe del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (Fida) señala que en la última década se duplicaron las remesas que envían los trabajadores migrantes ─que suelen estar ubicados en países industrializados─ a sus familias en países de bajos ingresos. Cuba es el país que sobresale en esta materia.
El denominado flujo de remesas aumentó un 51 por ciento, de 296.000 millones de dólares en 2007 a 445.000 millones en 2016, lo que ayudó a sacar de la pobreza a innumerables familias en todo el mundo.
Las mayores remesas proceden de inmigrantes en Estados Unidos, lo que hace a este país el mayor benefactor, seguido de cerca por Arabia Saudita y Rusia, según el informe del Fida.
De hecho, los diez principales países remitentes, en gran parte en Europa y el Consejo del Golfo, acumulan la mitad de los flujos anuales de dinero.
El incremento en las remesas trae buenas noticias. En primer lugar, aumenta el potencial de los trabajadores migrantes en todo el mundo. Y segundo, impulsa el desarrollo sostenible en los países que se benefician del dinero, en particular China, India y Filipinas, que encabezan la lista.
Asia recibe casi 55 por ciento del total de las remesas enviadas desde el Norte industrializado.
El dinero enviado es utilizado por las familias para alcanzar metas personales, tales como mejorar su atención médica, educación y seguridad alimentaria. «No se trata del dinero que se envía a casa, sino del impacto en la vida de las personas», aclaró Gilbert F. Houngbo, presidente del Fida.
Sin embargo, incluso si los principales países remitentes acumulan la mitad de las remesas, estas solo constituyen una pequeña fracción del producto interno bruto (PIB) de sus economías.
Por ejemplo, los ingresos de los inmigrantes en Estados Unidos representan casi cuatro por ciento del PIB, pero las remesas que envían a sus familias constituyen solo 0,65 por ciento del PIB.
Generalmente, 85 por ciento de los ingresos de los inmigrantes permanecen dentro del país anfitrión.
El valor del dinero enviado no se puede subestimar. La mayoría de las familias dependen de este ingreso, que puede llegar a 60 por ciento de los ingresos del hogar en las zonas rurales.
