Dos periodistas españoles asesinados en Burkina Faso

INTERNACIONAL

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Periodista español asesinado, David Beriáin / Foto: IPES Elkartea Navarra Aula de Internacional y de DDHH

Lectura: 8 minutos

Los dos periodistas españoles que fueron secuestrados el lunes tras sufrir un ataque en el este de Burkina Faso, antigua colonia francesa, han sido asesinados, según ha informado la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros de este martes (27.04.2021).

Aunque la información aún es «confusa», todo indica que dos de los cadáveres encontrados en el lugar del ataque corresponden a los dos periodistas españoles que, junto a un reportero irlandés, estaban realizando un documental sobre la caza furtiva en la región, precisó la ministra española.

El diario La Vanguardia identificó a los periodistas asesinados como David Beriáin y su camarógrafo Roberto Fraile.

El suceso ocurrió en la zona de Pama, donde individuos armados de una etnia radical emboscaron a una patrulla de unos cuarenta efectivos policiales burkineses que actúa contra la caza furtiva, que acompanaban los periodistas españoles.

Una fuente de alto rango de los servicios de seguridad había advertido ya previamente a la AFP que «al menos dos de los tres occidentales resultaron heridos, según testimonios, lo que hace temer que hayan sido (…) asesinados por los terroristas». Aun así, se había llevado a cabo un gran despliegue para encontrarlos y los medios locales informaban que habían sido secuestrados.

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Segunda víctima: camarógrafo español, Roberto Fraile (centro) / Foto: DONOSTIA KULTURA

González Laya indicó que se trata de una zona peligrosa, en la que actúan grupos terroristas, furtivos y bandidos, además de redes yihadistas.

Según medios locales, que citan fuentes de seguridad, el suceso se saldó también con tres heridos y la desaparición de un miembro de las fuerzas del orden burkinesas.

Los dos españoles, un irlandés y un burkinés estában desaparecidos y en tanto otras tres personas habían resultado heridas en un ataque en el este de Burkina Faso.

El objtivo del grupo radical fue atacar a una patrulla que actúa contra la caza furtiva, que en ese momento estaba acompañada de instructores y periodistas occidentales, según fuentes locales y de seguridad.

La patrulla, integrada por militares, guardabosques, instructores y periodistas occidentales, «fue blanco de un ataque en el área de Fada N’Gourma-Pama», informó un alto cargo local, quien precisó que «el saldo provisional es de tres personas heridas y cuatro dadas por desaparecidas».

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Burkina Faso / Foto: Tzzzpfff

El ataque fue confirmado por fuentes de seguridad, una de las cuales aseguraba que los occidentales desaparecidos «son dos españoles y un irlandés, todos ellos periodistas-instructores que trabajan para una oenegé de protección del medio ambiente».

«Según los supervivientes, dos de ellos resultaron heridos durante el ataque. Se sigue buscando a los cuatro desaparecidos», dijeron el lunes aunque otra fuente de seguridad afirmó que se había encontrado a los españoles pero el cónsul español lo negó diciendo a la AFP que no tiene noticias de ellos.

El ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda dijo a su vez que estaba «al tanto del caso y analizando la situación sobre el terreno en estrecho contacto con los socios internacionales».

El ataque fue obra de hombres armados que circulaban en dos camionetas y una decena de motos, según fuentes de seguridad. Precisaron que los atacantes se llevaron armas y material, incluidas dos camionetas y un dron.

En Burkina Faso crece la desconfianza entre los diversos grupos étnicos. Las razones son los ataques de terroristas y de banda criminales. Hasta ahora, el país no encontró remedio para combatir la desconfianza.

Los asaltos, robos y asesinatos son moneda corriente. El fin de semana se descubrieron más de 20 motos cubiertas de polvo y unas cuantas bicicletas, todas robadas que la ilegal milicia de autodefensa Koglweogo le quitó a los ladrones en Nioko 1, un suburbio de la capital, Uagadugú.

El presidente de la milicia Jean Kaboré, exhibió los vehículos con orgullo. «Ahora los dueños pueden venir a recoger sus motos y bicicletas», manifestó.

Ya no hay tantos robos, según Kaboré. «Hemos estado activos durante seis años. Se ha vuelto mucho más seguro, y los delincuentes hace tiempo que se han trasladado a otro lugar», dice el presidente de la milicia de autodefensa. Cuando capturan a un delincuente, lo arrestan y luego lo entregan a la policía y a la gendarmería, cuenta Kaboré.

Los Koglweogo ya no son el único grupo de autodefensa del país con sus 20,8 millones de habitantes. Son reconocidos por las autoridades aun cuando actúan sin cobertura legal. El Estado ha perdido hace tiempo el monopolio sobre el uso de la fuerza.

Issa Diallo, presidente de la Comisión Nacional de la lengua peul, es mucho más escéptico. Los miembro de la etnia peul (también llamados fulanis) tienen miedo a las milicias de autodefensa, según él.

«Los que viven en el campo duermen mal o no duermen nada», subraya Diallo. Se les acusa, por un lado, de actuar fuera del sistema legal y, por otro, de brutalidad contra otros grupos étnicos. Los Koglweogo son considerados como una organización de los mossi, el mayor grupo étnico de Burkina Faso.

Sin embargo, el grupo regional de Nioko 1 lo desmiente. Sus miembros vendrían de todos los grupos étnicos y proporcionarían protección en eventos en iglesias y mezquitas.

Pero en Burkina Faso crece la desconfianza. «En el norte, por ejemplo, un peul no puede caminar solo por la calle. No volvería», critica Diallo.

Según informaciones de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), el ejército masacró a los peul en la ciudad de Djibo. Se les acusa de ser miembros del movimiento terrorista maliense «Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes» (JNIM), ya que su líder, Amadou Kouffa, también pertenece a este grupo étnico. El JNIM también ha estado activo en el noroeste de Burkina Faso durante varios años. Según Diallo, las autoridades no hacen nada contra esta estigmatización.

No importa con quién se hable en Burkina Faso, todos hacen hincapié en que la confianza ha desaparecido. A la gente ya no le gusta dejar entrar a extraños en sus casas. Se teme que tengan explosivos en sus bolsillos. Miphal Ousmane Lankoandé, sociologo y secretario ejecutivo del movimiento de la sociedad civil Balai Citoyen, opina que las acciones de «fuerzas externas» causan pánico entre la población.

Burkina Faso se ve aún más afectada por el hecho de que el país ha sido considerado durante mucho tiempo en toda el África occidental como un país estable y un ejemplo de coexistencia entre etnias.

Desde la dividida Nigeria, por ejemplo, la gente a veces miraba a Burkina Faso con cierta admiración. Para Lankoandé, sin embargo, esto es un mito: «En la historia de Burkina Faso ha habido guerras fratricidas y conflictos étnicos».

Existen varias iniciativas para fomentar la paz en el país. Sin embargo, Issa Diallo ya no cree mucho en las grandes conferencias, ya que muchos resultados no se aplican y ni siquiera se toman en cuenta. Por ejemplo, el terrorismo ya había sido un tema de debate hace diez años.

Tampoco faltan los recursos: «Se dispone de mucho dinero de varios lados para restaurar la paz social. Pero esto no cambia nada». En Nioko 1, sin embargo, Jean Kaboré puede imaginar un diálogo nacional. «Sería algo bueno», dice. «Podría reunir a mucha gente. Al final, el diálogo nos traerá la paz».

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