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Los ministros de Relaciones Exteriores de Irán y Arabia Saudí se reunieron el jueves en Pekín, en el primer encuentro formal entre los jefes de la diplomacia de ambos países en siete años, apenas un mes después que acordaran restablecer sus relaciones diplomáticas con la mediación de China.
Una imagen divulgada este jueves por la cadena china CCTV muestra al ministro saudí, Faisal bin Farhan al Saud, y a su homólogo iraní, Hosein Amir Abdolahian, dándose un apretón de manos, con el canciller de Exteriores chino, Qin Qang, situado en medio de ambos.
El acercamiento de Irán y Arabia Saudita contribuirá a promover «la seguridad, la estabilidad y la prosperidad» en Oriente Medio, afirmaron los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países tras una reunión en Pekín. «Las dos partes acordaron desarrollar su cooperación en todos los sectores para garantizar la seguridad y la estabilidad de la región», afirmaron en un comunicado conjunto el iraní Hossein Amir-Abdollahian y el saudita Faisal bin Farhan.
Por su parte, el ministerio de Exteriores iraní confirmó la reunión en su cuenta de Twitter, publicando un par de fotografías en las que ambos aparecen ya sentados charlando sonrientes. Según la cadena de televisión iraní Press Tv, ambos subrayaron durante el encuentro la importancia de la restauración de las relaciones diplomáticas y discutieron los pasos siguientes para reabrir sus respectivas embajadas en Teherán y Riad.
El encuentro confirma lo anticipado la víspera por el diario saudí Asharq Al-Awsat, que aseguró que los ministros se reunirían este jueves en Pekín como parte del acuerdo alcanzado el mes pasado con mediación de China.
Asimismo, la diplomacia iraní había adelantado que los ministros dialogaron por teléfono el pasado domingo y que se reunirían en «los próximos días», sin especificar dónde ni cuándo, para, entre otros asuntos, discutir la reapertura de sus embajadas en sendos países. Ese fue uno de los puntos del acuerdo firmado el pasado 10 de marzo en China, que ha ejercido de mediador entre las dos potencias petroleras, que desde hace años se disputan la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en conflictos de la zona.
Arabia Saudí cortó relaciones diplomáticas con Teherán en 2016 tras los ataques sufridos en sus sedes diplomáticas en el país persa a raíz de la ejecución en el reino árabe de un importante clérigo chií. En abril de 2021, comenzaron unas conversaciones en secreto entre Teherán y Riad en Bagdad, que más tarde se hicieron públicas. China, por su parte, ha ensalzado el papel de mediación que ha jugado para que Irán y Arabia Saudí restablezcan sus relaciones diplomáticas.
La reanudación de los lazos diplomáticos entre los vecinos y archienemigos Irán y Arabia Saudí, el 10 de marzo, con la mediación de Pekín, causó sensación, ya que sus relaciones estaban congeladas desde hace siete años. Ambos países están enemistados desde la Revolución Islámica, en 1979. La exitosa mediación en la peligrosa línea de quiebre en Cercano Oriente ha otorgado una nueva calidad al rol de Pekín en la región.
Julien Barnes-Dacey, director del programa de Medio Oriente en el think tank European Council on Foreign Relations (ECFR), analiza que Estados Unidos, que durante mucho tiempo fue la potencia que moldeó indiscutiblemente las relaciones en el Golfo Pérsico, se ha negado a mediar esta vez. Eso se debe a que Washington no tiene relaciones con Teherán y «muy poca influencia constructiva para lograr un acuerdo» entre las partes, dijo a DW. «La realidad es que China pudo interceder porque tiene lazos con todas las partes e influye sobre ellas para impulsar el acercamiento», añadió.
Esa influencia se basa, sobre todo, en lo económico. Tanto para Irán como para Arabia Saudí, China es, por lejos, el mayor socio comercial, explica el exdiplomático estadounidense Jeffrey Feltman. También en otras partes de Oriente Medio y Próximo, el intercambio comercial con China es tres veces mayor que con Estados Unidos: No podemos ignorar la importancia de China para esa región, señala Feltman.
Sebastian Sons, del laboratorio de ideas CARPO (Center for Applied Research in Partnership with the Orient), de Bonn, dijo desde Qatar a DW que «EE. UU. y también Europa han perdido la confianza de la región de manera masiva en los últimos años, y por eso casi no son tomados en serio como mediadores».
Como era de esperar, EE. UU. no recibió la noticia del éxito de mediación de Pekín con mucho entusiasmo. El gobierno de Joe Biden fue reticente con respecto al acuerdo, y además trata de minimizar el rol de Pekín. El director de Comunicaciones del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, expresó sus reservas a la firma del tratado de Pekín: «Si este acuerdo se puede mantener ─independientemente de los intereses o de quién se siente a la mesa─ y si se puede poner fin a la guerra en Yemen, para que Arabia Saudita no tenga que tratar constantemente de defenderse de los ataques de los hutíes, que son financiados y apoyados por Irán, entonces, en última instancia, lo agradecemos», dijo Kirby.
Jeffrey Feltman, por su parte, quien fue mediador para las Naciones Unidas en numerosos conflictos, recuerda algo esencial: las relaciones diplomáticas no significan en absoluto el fin de una rivalidad estratégica entre Arabia Saudí e Irán. Sin embargo, ubica la mediación de Pekín también en el contexto de la rivalidad sistémica entre Pekín y Washington, y percibe un claro desplazamiento de las relaciones, al que deberá adaptarse la política estadounidense.
Los países del Golfo Pérsico se están reposicionando, en vista de la situación política internacional, coincide Dina Esfandiary, del think tank Crisis Group, de Bruselas. Con consecuencias desagradables para Washington: «Los países más pequeños tratarán de enfrentar a las grandes potencias entre sí para obtener el máximo beneficio de sus relaciones con estas», advierte la experta.
Cuán grande es la apuesta de los países de Medio Oriente en la multipolaridad se vio a comienzos de diciembre. Entonces, el gobernante chino, Xi Jinping, fue recibido con todos los honores en Riad durante la primera cumbre árabe-china.
Además, China dejó en claro que no tiene únicamente intereses económicos en el Golfo, lo cual no sorprende, ya que una parte importante del abastecimiento energético de China depende de la estabilidad en la región. Dina Esfandary subraya al respecto que «China intenta presentarse como un modelo alternativo, como socio e intermediario, distinto al modelo occidental».
El apretón de manos entre Riad y Teherán se produce en correspondencia con una ofensiva diplomática de China, que quiere presentarse como fuerza promotora de paz y de equilibrio. Pocos días después del acuerdo irano-saudí, Xi anunció una «Iniciativa de Civilización Global», que sigue a la «Iniciativa de Seguridad Global» de 2022 y a la «Iniciativa de Desarrollo Global», de 2021. Se trata de documentos con conceptos vagos y compromisos poco concretos. En Occidente, esos avances tuvieron importancia marginal. Sin embargo, en el sur global, Pekín puede pulir su imagen y ganar puntaje en la competencia de sistemas.
*Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hosein Amir Abdolahian; canciller de Exteriores chino, Qin Qang; ministro saudí, Faisal bin Farhan al Saud.
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