Asustar con la ultraderecha, por Norberto Zingoni

OPINIÓN

50375802637_b4cf4e7eac_c
Vox en España / Foto: Vox España

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Lectura: 4 minutos

¡Que se viene la ultraderecha!

Gritan dirigentes, comunicadores y operadores de izquierda o ultraizquierda (incluidos los buenistas políticamente correctos de siempre) donde aparecen dirigentes y partidos nuevos que conmueven al mundo político enraizado. ¿Asustan con este espantajo de la ultraderecha? Poco o nada. Porque no es una cuestión ideológica: estos partidos y dirigentes que están apareciendo en el mundo canalizan un sentir del ciudadano contra el establishment o dicho en español, contra el poder establecido o grupo de poder que no ha sabido o querido resolver sus viejos problemas.

Tienen, sí, estos partidos un puñado de ideas-fuerza. Que no alcanzan a ser una ideología. Y menos de la ultraderecha que conocimos en el siglo XX (Fascismo y Nazismo). Quizá el Pensamiento Libertario que blande Javier Milei tenga apoyatura académica en los trabajos de la Universidad de Valencia (José Pérez Adán, Sobrepoder), pero de ahí a hablar de ultraderecha…

Lo que se ha dado en llamar «la nueva derecha» tiene algunos puntos en común: defienden la democracia, promueven actuar dentro de la Constitución y las leyes de su país, quieren un Estado pequeño y eficiente, defienden la familia, aunque no ponen reparos a las uniones de hecho homosexuales, con todas las garantías legales, tienen un común rechazo al lenguaje inclusivo (rechazo que comparten la Real Academia Española e innumerables escritores como Pérez Reverte), denuncian al ecologismo radical; descreen, y promueven la reconstrucción de los organismos supranacionales como la UN, la OEA, UE, etc. (bastaría para darles la razón recordar el fracaso de la Organización Mundial de la Salud en la lucha contra el COVID-19).

Apoyan la inmigración legal en contra de las mafias que aprovechan la desesperación de la gente con la inmigración ilegal. Viktor Orban en Hungría, el gobierno de Polonia, Vox en España, Milei en Argentina, el Brexit en el Reino Unido, Trump, Bolsonaro o el reciente plebiscito constitucional en Chile tienen algo en común y deben ser vistos como un síntoma de un fenómeno mayor: hay veto y voto ciudadano, usualmente oculto, contra el poder establecido en cada uno de los países. No son un voto antisistema, como quieren catalogarlo, es un voto contra el statu quo. Y así como el ciudadano vota un cambio, el mismo ciudadano cambiará su voto si no se resuelven sus problemas. De ahí también que no sea un voto ideológico.

¿Por qué el pueblo inglés votó, sorpresivamente, salir de la UE? ¿Por qué ganó Trump cuando tenía todo el Poder en contra, medios de comunicación, bancos, etc.? (les recomiendo leer El candidato y la furia de Argemino Barrio, que siguió la campaña electoral de Trump). Y así muchas preguntas que deben hacerse los politólogos y analistas políticos.

Hay una imagen que fija lo que quiero decir (Pueden verlo en Internet, Colombia Acuerdo de Paz).

26 de setiembre de 2016, Cartagena de Indias: se ratifica el acuerdo alcanzado entre el gobierno y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Asisten los presidentes de Colombia, Cuba, México, Chile, El Salvador y Venezuela, el Secretario General de la ONU, los delegados de Cuba y Noruega. Raúl Castro, presidente de Cuba, El ex rey Juan Carlos I de España, John Kerry, vicepresidente de los EE. UU., el representante del Alto Comisionado para la Paz de Naciones Unidas, la Canciller europea Federica Mogherini el Cardenal Pietro Parolín en nombre de la Iglesia y celebra misa a los asistentes. Todos avalando el acuerdo; ¡con guayaberas blanca para la foto. Monísimos!

Al otro día el ciudadano colombiano votó contra todo ese inmenso Poder y rechazó por mayoría el acuerdo con los terroristas. El Poder ya no es lo que era.

No se trata entonces de cuestiones ideológicas de derechas o izquierdas y menos de ultraderechas. Se trata de que el ciudadano quiere reasumir el poder (la potestas) que había delegado en partidos políticos, sindicatos, organizaciones supranacionales y demás intermediarios. La soberanía que el pueblo había delegado está en cuestión. Algo así como que la ciudadanía estaría despertando y dijera «nada sin mi consentimiento». Y para eso Veta y Vota.

Otro artículo escrito por Norberto Zingoni: Presidentes de Transición

Deja un comentario