INTERNACIONAL

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El canciller alemán, Olaf Scholz viajó estos días a China, acompañado de ejecutivos de empresas industriales alemanas, y de los jefes de BMW, VW, Bayer, BASF y Merck.
El viaje fue criticado incluso por los socios de la coalición de gobierno, debido a las denuncias sobre China tanto en Derechos Humanos como en las relaciones exteriores de Beijing.
Los industriales quieren seguir produciendo en China. «Tenemos un negocio muy, muy rentable en China, la mitad del mercado está allí», el jefe de BASF, Martin Brudermüller.
China sigue siendo vital para muchas empresas pero, desde el congreso del Partido Comunista (PCCh) surge la duda sobre el futuro de la cooperación lograda hasta ahora.
Las empresas alemanas obtenían energía barata de Rusia.
La materia y productos primarios baratos, en gran parte, de China, para luego fabricar con alta calidad en Alemania y exportarlos a precios altos.
Desde la guerra en Ucrania, la situación ha dado un vuelco. Se está intentando compensar las carencias de energía construyendo terminales de gas licuado, e impulsar la expansión de las energías renovables con más rapidez.
Las empresas que consumen mucha energía, están haciendo recortes en la producción o cerrando parcialmente áreas comerciales para hacer frente al aumento de los precios.
«Alemania, como polo industrial, está cada vez más presionada», dice Jupp Zenzen, experto en economía de la Asociación de Cámaras de Industria y Comercio Alemanas (DIHK).
Esto también se refleja a corto plazo en el descenso de pedidos.
Alemania experimenta una evidente tendencia a la baja desde hace años, en 2016, la producción industrial contribuyó con el 22,8 por ciento del valor agregado bruto; en 2022 fue el 20,8 por ciento.
Eric Heymann, economista del Deutsche Bank Research dice «Si dentro de diez años miramos atrás, a la crisis energética actual, podremos observar que este momento es el punto de partida de la aceleración de la desindustrialización en Alemania».
Ulrich Kater, jefe economista de Dekabank, también cree que «de las empresas que consumen mucha energía, algunas ya han cerrado su producción y no la aumentarán como antes de la crisis».
La razón es que en otras partes del mundo se puede producir más barato y con precios energéticos más bajos.
Además, las cadenas de suministro se vieron interrumpidas durante la pandemia de coronavirus.
Como resultado, muchas empresas decidieron volver a traer más producción a Alemania.
«Los empleos industriales en Alemania están bajo presión, y es que muchos trabajos no cualificados serán remplazados por la tecnología de automatización. Todo esto sucederá en un periodo de cuatro a cinco años» dice Kater.
Además, los retos actuales originados por China y la crisis energética también han dejado claro cuáles son los otros déficits en Alemania.
«Hemos estado observando una erosión de la calidad de la plaza durante años», afirma , cuando señala las numerosas deficiencias en la infraestructura y el tiempo que lleva corregirlas.
«La desindustrialización no es solo un escenario de terror para las asociaciones empresariales», advierte el economista.
«Para las medianas empresas alemanas, sobre todo en sectores de (consumo) intensivo de energía, adaptarse a un nuevo mundo energético será un gran desafío que hará que algunas empresas fracasen», dice Eric Heymann, del Deutsche Bank Research.
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