Con el almanaque cambiado, por Antonio Calabrese

OPINIÓN

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Dirigencia política en general parecen vivir en otra época, transitan ideológica y prácticamente en las primeras décadas del siglo pasado / Foto: Casa Rosada (Presidencia de la Nación)*

Por Antonio Calabrese*, abogado constitucionalista, historiador, político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 4 minutos

No soy de los que tienen grandes esperanzas. 

El gobierno de izquierdas, kirchnerista, anticapitalista, antiimperialista, negador de las estadísticas, fracasó estrepitosamente, conduciendo al país a una bancarrota de la que costará mucho sacrificio salir, que nadie está dispuesto a pagar.

Gran parte de la oposición en materia económica tiene berretines dirigistas, algunos con matices anticapitalistas también, (Rodríguez Larreta, con un barniz más de derechoso, la Coalición Cívica o sea Carrió más de izquierda y los radicales, difíciles de identificar económicamente hablando, que son apenas una mueca grotesca de la Internacional Socialista a la cual adhieren).

El Pro se debate en la necesidad de soportar a estos últimos, a los que hicieron engordar, que ahora quieren ensanchar la mesa, mientras ven crecer a los liberales de Milei y Espert, a quienes envidian por poder decir lo que ellos piensan y no pueden hacerlo.

Ni hablar del peronismo que murió el 1 de Julio de 1974 alumbrando al post-peronismo con aberraciones muy alejadas de la «comunidad Organizada», solo por citar un título del General, aunque para ser sinceros ya había abortado con anterioridad de la mano de Vandor con el peronismo sin Perón, que solo podía leer sus felonías desde Puerta de Hierro. 

Lo cierto es que la actual dirigencia política en general, parece vivir en otra época, transitan ideológica y prácticamente en las primeras décadas del siglo pasado, en un mundo binario que se esfumó mucho antes de finalizar la centuria. Ya no se esgrime «imperialismo o liberación»; «Capitalismo o socialismo»; «Monarquía o República»; «Religión o Muerte»; «Proletariado o Burguesía»; «Patria o Colonia», etc.

Las antinomias duraron muy poco.

Actualmente las premisas que se anhelan o combaten son otras que generalmente se resumen en una sola palabra: «Energía»; «Alimentos»; «Producción»; «Desarrollo»; «Empleo»; «Estabilidad»; «Inflación»; «Pobreza»; «Libertad», etc.

Los estándares que se persiguen van tras el nivel de vida dejando las ideologías como matices, para autosatisfacción de los universitarios.

Hoy contamos entre los países más ricos, por ejemplo, a Noruega, Dinamarca o Suecia, que son nada menos que monarquías, pero con gobiernos parlamentarios socialistas, aunque capitalistas sin discusión.

Los dos primeros no tienen registros de pobreza y el tercero con un riesgo de apenas el 15% son envidiables comparados con el casi 50% con un 14% de indigencia incluido del nuestro, lo que es mucho decir.

Reconozco que es un combo difícil de entender para una dirigencia que tiene el pasado por delante, al que no puede superar, postergando el futuro para otra oportunidad, quemando generaciones impotentes.

La propia China comunista, cuando descubrió al capitalismo se transformó en una potencia mundial que tiene en ascuas a todo occidente.

Entiendo que ellos no buscaron la cuadratura del círculo como los nuestros, encontrando el beneficio común de la forma más inmediata posible. Probablemente en el porvenir seguirán creciendo de manera exponencial.

Nuestra agenda en cambio se revuelca en la trampa, entre los servicios de  inteligencia oficiales o parestatales y las operaciones de todo tipo, en todos los órdenes, en cualquier dimensión, ya sea política, empresarial, sindical, deportiva, etc. Busca nombres o liderazgos salvadores, no discute programas o proyectos. 

Se anhela conocer a los candidatos pero nadie interroga sobre lo que harán, pues aunque así fuera nadie creerá sus respuestas.

Imposible no seguir descendiendo.

Ellos, entre otras cosas, tienen el almanaque cambiado.

*Horacio Rodríguez Larreta; Alberto Fernández; Axel Kicillof

*Autor de «José de San Martín ¿Un agente inglés?».

Otro artículo escrito por Antonio Calabrese: Larreta y los límites de la ambición

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