Larreta y los límites de la ambición, por Antonio Calabrese

OPINIÓN

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Foto: Walter Carrera/GCBA

Por Antonio Calabrese*, abogado constitucionalista, historiador, político. Columnista de LaCity.com.ar.

DESBORDAR: «Rebasar el límite de lo fijado o previsto»

Lectura: 6 minutos

Como lo dice la definición, quien se expresa equivocadamente sobre lo que habla, por ignorancia o por ocultamiento de la verdad, lo cual es aún peor, desborda, sobrepasa los límites que impone la honestidad faltándole, como mínimo, el respeto al interlocutor, en este caso la ciudadanía.

Es lo que hizo en su discurso el Jefe de Gobierno de CABA y precandidato presidencial para las elecciones del año que viene al conocerse la resolución judicial dictada sobre una medida cautelar en el pleito que mantiene con la Nación por los fondos del traspaso de la Policía a la Ciudad.

No debió hacerlo Sr. Larreta porque así obran ellos.

Ud. no ganó ningún juicio.

Infórmese, asesórese a fin de no sorprender a la gente anoticiándola de manera incorrecta para colgarse una medalla.

Politizó un fallo de la Corte Suprema, sobre una cuestión incidental, procesal, temporaria, tomándolo como un éxito propio y definitivo para agrandar su figura en el año preelectoral porque, según su interpretación parece que la resolución no se debe al derecho, ni a la acción de la Corte Suprema sino a su costumbre o su virtud de dialogar, de no gritar, de ser, con sus buenas maneras superador de la grieta, de las diferencias.

Enseñó un lamentable coreografía recordatoria de los muppets.

Algo absurdo, poco serio, que no tiene nada que ver con el fallo pero que es su muletilla electoral, con la que se distingue en la interna partidaria.

El no acatamiento del fallo, algo inconcebible, anormal, le demuestra que para dialogar se necesitan dos. Además ambos deben saber hablar.

Para ser más empático se puso la camiseta de la selección los días previos a la final del mundial y se paseó con ella por todos los canales de televisión. (Usted no, sr. Larreta, tampoco debió hacerlo, le sugiero, ya que está, que aprenda alguna prueba en el trapecio para empatizar con los gimnastas, o alguna contorsión para atraer los votos circenses, total todos valen uno).

De la misma forma que sus espadas denigran a los adversarios de la interna, en intervenciones mediáticas, aprovechando el escenario generoso que le otorga la pauta mediática, espero que si se afianza su candidatura después de las primarias, cambie y discuta con ideas, no haga zancadillas, ni siquiera alabando los modales, que se sobreentiende deben ser los correctos, sino impulsando los cambios estructurales que son necesarios, de los cuales no habla pensando que algunos podrían no ser políticamente correctos.

Demandó como cualquiera administrador que está obligado a hacerlo, por un derecho constitucional vulnerado artera e imprevistamente. Esto no es un mérito, era una obligación.

La Corte Suprema con toda justicia y de acuerdo a elementales normas de derecho como lo explica en sus 28 páginas, que debieran ser leídas íntegramente antes de discursear al respecto, dictó apenas una especie de «statu-quo» otorgando algunos fondos hasta que resuelva la cuestión que se discute.

Recordemos que el objeto del juicio, el nudo del tema es cuanto, que cantidad de fondos le corresponden a CABA por el traspaso de la Policía en el distrito.

No el traspaso en sí mismo, sino el costo, el alcance cuantitativo, monetario, que conjuntamente con él debe acordar a la ciudad, tal como lo dispone el artículo 75 inciso 2° de la Constitución Nacional.

La Ciudad, en resumen, dice que le corresponde una suma con la que el Gobierno de la nación no está de acuerdo.

Sobre esto resolverá en el futuro, pero por ahora, a fin de que la sentencia definitiva no resulte ilusoria y no desfinanciar a un distrito, cargado con un servicio que no prestaba, fija una suma provisoria determinada por un porcentaje de la coparticipación primaria que le corresponde al Gobierno de la nación, no afectando los porcentajes correspondientes a las demás provincias.

Recordemos que la coparticipación es : 1) primaria: que son los ingresos que corresponden a la nación y 2) secundaria: que son los que pertenecen a las provincias que se dividen entre si mediante porcentajes prefijados.

La cuestión del porcentaje de los fondos a depositar correspondientes a aquella coparticipación primaria, exclusivamente nacional, más allá de si corresponde o no para compensar los fondos con que se debe traspasar un servicio de la nación a los distritos, no es factura de la Corte sino que lo había introducido el gobierno anterior, mientras que el actual, al retirárselo, no lo reemplaza por ningún otro, lo que produce un desfinanciamiento injusto en tanto dure la tramitación del proceso.

De esto se trata lo que resolvió el Tribunal, que bien podría mañana en la sentencia definitiva resolver que debe fijarse una suma similar a la cuantía del gasto del servicio a la fecha del traspaso o reemplazarla por puntos de la coparticipación, que puede ser igual o menor al requerido por CABA.

Pero siempre acordará fondos compensatorios.

Esto es lo que oculta el precandidato a presidente, tratando de que se lo advierta como un ganador, como si los fondos los hubiera logrado él, aunque no lo fuera, pensando que con ello mejora sus posibilidades electorales.

Abusa del desconocimiento de la ciudadanía que no tiene por qué saber de derecho o de medidas cautelares o de coparticipación, algo de por si intrincado.

Atropella triunfalista enarbolando una victoria inexistente, lo que demuestra ciertas condiciones morales.

La ambición tiene límites Sr. Rodríguez Larreta, Ud. no baja ningún impuesto, es la Corte Suprema quien decide que se termine, el sacrificio que Ud. le impuso a los porteños para superar la arbitrariedad del Gobierno de la nación a fin de no resentir servicios elementales, y le ponga fin, dejando de cargar a los contribuyentes, para lo cual recibirá fondos necesarios, provisoriamente, de la obligada que es la nación, hasta determinar cuáles son los que en definitiva le corresponden.

*Autor de «José de San Martin ¿Un agente inglés?».

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