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Unas 1,28 millones de personas, según el gobierno (3,5 millones, según el sindicato CGT) participaron en la mayor protesta contra una reforma social en tres décadas. Ese balance es ligeramente superior al del 31 de enero, cuando se movilizaron entre 1,27 millones de personas (según la policía) y 2,8 millones (CGT).
La sexta jornada de movilización contra el endurecimiento de las condiciones para acceder a una pensión completa fue en cambio agridulce para los organizadores, al registrarse un menor número de huelguistas en el sector público que en sus inicios, el 19 de enero.
Al término de la jornada, el frente sindical pidió a Macron una reunión «urgente», porque su «silencio ya no es posible», y convocó una nueva protesta el sábado y otra la próxima semana (probablemente el miércoles), coincidiendo con momentos clave del trámite parlamentario del proyecto. «No nos rendiremos (…) Tenemos que impactar al gobierno para que ceda», dijo Patrick, un jubilado del sector ferroviario de 61 años, que manifestó bajo la lluvia en Calais (norte).
Los sindicatos también apoyaron las manifestaciones convocadas para el miércoles con motivo del Día Internacional de la Mujer y el jueves, a llamado de los estudiantes, dos de los colectivos a los que consideran entre los más perjudicados por la reforma.
Macron se juega parte de su crédito político, después que la pandemia le obligara a abandonar una anterior reforma durante su primer mandato, marcado además por la protesta social de los «chalecos amarillos». Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se oponen a su proyecto de retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42, como ahora) para cobrar una pensión completa.
Las protestas registraron este martes choques aislados con las fuerzas de seguridad en varias ciudades, entre ellas París, donde se detuvo a 43 personas.
El gobierno no logra convencer sobre la necesidad de reformar para evitar un futuro déficit en la caja de las pensiones y ahora busca desacreditar la contestación. La primera ministra, Élisabeth Borne, calificó el lunes de «irresponsable» la nueva estrategia sindical.
La mayoría de los trenes fueron detenidos, las refinerías de petróleo bloqueadas y la producción de energía se redujo en Francia este martes cuando los sindicatos organizaron una huelga nacional por sexto día contra los planes de reforma de pensiones del presidente Emmanuel Macron
Las encuestas de opinión muestran desde hace semanas que la mayoría de los votantes rechaza la reforma, que para 2030 elevaría la edad de jubilación en dos años, hasta los 64, entre otras medidas.
Además, la reforma incluye adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42, como ahora) para cobrar una pensión completa.
Sin embargo, el gobierno pretende mantenerse firme y llevar a cabo los planes, los cuales considera esenciales para asegurar que el sistema de pensiones no vaya a la quiebra.
«Puedo entender que no mucha gente quiera trabajar dos años más, pero es necesario para garantizar la viabilidad del sistema», afirmó la primera ministra Elisabeth Borne a France 5 TV.
Por su parte, los sindicatos dijeron que aumentarían la presión para tratar de convencer a los legisladores de que no voten por las reformas y agregaron que las huelgas, particularmente en las refinerías de petróleo y en los trenes, podrían prolongarse durante varios días.
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