INTERNACIONAL

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En el Aeropuerto de Tokio Haneda, después de un vuelo sin escalas de 12 horas y media con el flamante avión del gobierno alemán, los miembros del gabinete del canciller Scholz descienden las escaleras y son recibidos en la alfombra roja por funcionarios que llevan paraguas con los colores de la bandera de la visita.
La aparición de Robert Habeck, Boris Pistorius, Volker Wissing, Christian Lindner, Nancy Faeser y Annalena Baerbock (ministros de Economía, Defensa, Transporte, Finanzas, Interior y Política Exterior, respectivamente) demuestra que el canciller alemán Olaf Scholz trajo consigo la delegación de más alto rango que pudo.
No es coincidencia. Es un gesto deliberado de respeto hacia Japón, un país que se está volviendo cada vez más importante para el gobierno alemán. Pero este no fue siempre el caso. Durante mucho tiempo, cuando los gobiernos alemanes anteriores hablaban de Asia, se referían a China.
Esto ha cambiado drásticamente, sobre todo desde la invasión rusa de Ucrania, que Japón condenó desde el principio, a la vez que adoptó sanciones occidentales contra Rusia, una señal significativa de un país que actuó de forma diferente en 2014 después de la invasión de Crimea.
Así comenzó un importante replanteamiento en la política exterior y de seguridad de Alemania y se destacó la necesidad de reducir cualquier dependencia que el país tuviera no solo de Rusia, sino también de China. En el gobierno japonés, Scholz identificó rápidamente socios que enfrentaban el mismo desafío: la necesidad de diversificar.
El gobierno alemán está acompañado este fin de semana en Tokio por una delegación empresarial. Scholz dijo que esperaba que una colaboración más profunda entre las agencias relevantes, como la Organización Japonesa para los Metales y la Seguridad Energética y el Instituto Federal Alemán de Geociencias y Recursos Naturales, les brinde a las empresas una mejor idea de dónde invertir en proyectos.
En cuanto a la seguridad geopolítica, el canciller alemán aprovecha el escenario conjunto en Tokio para agradecer nuevamente a Japón por condenar las acciones de Rusia en Ucrania. Si Vladímir Putin se sale con la suya con su invasión, Japón teme que el este de Asia sea la próxima región que será desestabilizada, y que China podría impulsar sus propios intereses en la región con medios militares, al igual que Rusia en Ucrania.
Asimismo, una creciente tensión en el estrecho de Taiwán y el mar de China Meridional está teniendo lugar a las puertas de Japón. En la conferencia de prensa, ninguno de los líderes encuentra la necesidad de mencionar a China directamente. Ambos mandatarios vuelven a subrayar que el statu quo geopolítico no debe cambiarse por la fuerza.
El canciller alemán ha dicho repetidamente que la guerra de Rusia en Ucrania no es solo un problema europeo. En Japón, al parecer, ha encontrado socios que realmente están de acuerdo con él.
El canciller Scholz y el primer ministro Fumio Kishida celebraron una primera ronda de consultas gubernamentales en Tokio mientras buscan fortalecer los lazos económicos y de defensa en un panorama global dominado por la creciente influencia de China y la invasión rusa de Ucrania.
Tanto Japón como Alemania están tratando de reducir su dependencia de las importaciones procedentes de China de materias primas y componentes electrónicos, fundamentales para la industria de ambas potencias.
«La pandemia y la invasión de Ucrania nos hicieron darnos cuenta de que no debemos hacernos demasiado dependientes de un país específico, ya que nuestras principales industrias pueden verse muy afectadas», dijo Scholz en la reunion conjunta.
Tokio, además, puso en marcha un plan para revitalizar su industria nacional de semiconductores, que incluye la creación de un consorcio de fabricación de chips de última generación compuesto por las principales empresas tecnológicas niponas y del motor, así como ampliar la cooperación con empresas de otros países.
Asimismo, Kishida destacó la voluntad compartida de «continuar cooperando para aplicar sanciones a Rusia y dando apoyo a Ucrania con miras a que la invasión de Ucrania termine lo antes posible».
Ambos países «seguirán trabajando juntos para mantener y reforzar un orden internacional basado en las normas», ante la «encrucijada histórica» en la que se encuentra la comunidad internacional por la guerra de Ucrania, agregó.
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