INTERNACIONAL

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El Gobierno de Japón anunció este viernes un plan para restringir las exportaciones a China de 23 materiales usados para fabricar semiconductores, uniéndose así a Estados Unidos en la medida, en el marco de tensiones comerciales con Pekín. La noticia se conoce luego que Países Bajos provocara el enfado de China con una decisión similar.
«Lo que se busca es complementar los esfuerzos para evitar la desviación de estas tecnologías para usos militares», dijo un responsable del Ministerio de Comercio nipón a la agencia de noticias AFP. Ahora el ministerio abrirá un periodo de consulta pública de las medidas, que deberían empezar a implementarse en julio, según los medios locales.
Varias empresas japonesas líderes en este sector deberán obtener un permiso especial para enviar a China una serie de equipos utilizados para la fabricación de chips, con el objetivo de limitar los avances militares en el gigante asiático. «Creemos que los controles de exportación no afectarán áreas con grandes mercados, por lo que el impacto en el desempeño corporativo será limitado», dijo un funcionario del ministerio al diario local Nikkei.
«Japón tiene tecnología extremadamente alta en lo que respecta a la maquinaria de fabricación de semiconductores, por lo que asumimos la responsabilidad como país poseedor de esta tecnología de impedir su uso militar o en defensa», dijo el ministro de Economía, Comercio e Industria japonés, Yasutoshi Nishimura, en una rueda de prensa.
Aunque el texto de la propuesta no menciona directamente a China, uno de los mayores productores mundiales de esos componentes tecnológicos, el comunicado señala que se necesitará dicho permiso para exportar a todos los países que no aparecen en una lista de 42 naciones y regiones que gozan de la clasificación de «favorables».
Las medidas de Tokio siguen a las ya adoptadas por parte de Washington el pasado octubre, en las que el Gobierno de Joe Biden intensificó los controles de exportación de las empresas chinas de semiconductores. China advirtió que estas medidas amenazan el suministro global de semiconductores.
«China debe seguir siendo un socio comercial. Sin embargo, no debemos ser ingenuos y tenemos que ver si los intereses comerciales y de mercado corren el riesgo de ser utilizados para una política de poder en contra de los intereses de la República Federal de Alemania», comentó a la prensa el ministro alemán de Economía, Robert Habeck.
El gobierno del canciller Olaf Scholz aprobó la decisión el miércoles en el consejo de ministros.
El grupo sueco Silex, propiedad del conglomerado chino Sai MicroElectrics, quería comprar la fábrica de la empresa alemana Elmos en Dortmund que produce «wafers», unas placas muy finas utilizadas como componentes de microelectrónica.
«Alemania, como la mayor economía europea, es atractiva (…) pero no puede tener inversiones que puedan amenazar la seguridad de nuestro país», justificó el ministerio de Economía.
Los servicios de inteligencia alemanes, que dependen del ministerio del Interior, desaconsejaron la compra, que en un principio el gobierno tenía contemplado aprobar.
Mientras empresas chinas, como Huawei, se perciben cada vez más como una amenaza para la seguridad en los países europeos, los dos gigantes de la vigilancia Hikvision y Dahua han recibido poca atención aunque sus equipos vigilan aeropuertos, estaciones de tren e incluso edificios gubernamentales en todo el mundo. En Alemania hay decenas de miles de dispositivos Hikvision, incluso en estaciones de policía y ministerios, según informes recientes de los medios.
No todo el mundo está contento con dicha situación, porque el gobierno chino posee partes de ambas empresas. Su presencia en infraestructura crítica preocupa por posible espionaje. Los críticos advierten que Pekín podría filtrar información confidencial de dichos sistemas.
Además, es difícil detectar brechas de seguridad. «Toda empresa china tiene que cooperar con el gobierno y entregar datos, si se le solicita. Esto incluye datos almacenados en la República Popular China que se recopilaron en el extranjero», afirmó Antonia Hmaidei, investigadora en el Instituto Mercator de Estudios sobre China (MERICS).
Por eso, muchos países están prohibiendo empresas chinas. Los proveedores de telecomunicaciones Huawei y ZTE son quizás los casos más conocidos, pero los gobiernos occidentales también tratan de controlar más a Hikvision y Dahua. Desde finales de 2022, Australia y el Reino Unido decidieron retirar los productos de esas empresas de los sitios gubernamentales y otras áreas sensibles. Estados Unidos prohibió sus ventas e importaciones por completo, alegando un «riesgo inaceptable para la seguridad nacional».
Las dos empresas de vigilancia también se enfrentan a graves acusaciones de permitir abusos contra los derechos humanos: varios informes independientes han señalado que Hikvision está proporcionando tecnología de video para la persecución de la minoría uigur en China.
¿Cómo pudieron los gigantes chinos asegurarse una posición tan dominante a pesar de las críticas y acusaciones?
La respuesta está en el precio: los equipos de Hikvision, por ejemplo, pueden ser hasta diez veces más baratos que sus competidores, según un informe de 2021 de la ONG de derechos digitales Access Now.
«El problema es que debido a que están tan estrechamente relacionados con el gobierno, es posible que no estén jugando limpio en términos del precio de su tecnología», explicó Mike Jude, analista de mercado de IDC Video Surveillance. Esto brinda una ventaja decisiva en los países más pobres del sur global, donde Jude ve un gran potencial para el mercado de videovigilancia.
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