OPINIÓN

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.
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La futura evolución de las actuales computadoras de silicio es muy limitada. No es posible seguir miniaturizando y el potencial crecimiento de velocidad es mínimo.
Los especialistas están buscando tecnologías totalmente diferentes para las nuevas computadoras en vez de seguir «mejorando» las actuales. La que más se habla es sobre las computadoras cuánticas, pero, también se están desarrollando otras basadas en organoides, a lo cual llaman OI (Organoid intelligence), una nueva frontera en la biotecnología.
Los organoides son tejidos cultivados en laboratorio que se asemejan a órganos humanos en una versión completa pero más simple y pequeña (de micrómetros a centímetros), se desarrollan a partir de células madres, son estructuras tridimensionales que simulan tejidos complejos. Se utilizan, desde hace ya dos décadas, para pruebas en laboratorio por ejemplo para ver cómo responden ciertas drogas ante enfermedades, y así evitar realizarlas en humanos o animales. Se usan para experimentos que permitan, en el futuro, reemplazar órganos.
Investigadores de la Universidad Johns Hopkins, presentaron en la revista Frontiers in Science a fines de febrero pasado, un desarrollo que están realizando, cuya introducción dice «…Esto tiene como objetivo establecer OI como una forma de computación biológica genuina que aprovecha los organoides cerebrales utilizando avances científicos y de bioingeniería de una manera éticamente responsable…» «…Los cerebros humanos son más lentos que las máquinas en el procesamiento de información simple, como la aritmética, pero superan con creces a las máquinas en el procesamiento de información compleja, ya que los cerebros manejan mejor datos inciertos o pocos. Los cerebros pueden realizar procesamiento tanto secuencial como paralelo (mientras que las computadoras solo pueden realizar el primero), y superan a las computadoras en la toma de decisiones sobre conjuntos de datos grandes, altamente heterogéneos e incompletos y otras formas de procesamiento desafiantes…».
Estaban presentando en sociedad un nuevo campo de la ciencia que crearía organoides cerebrales con algunas funciones cognitivas. La tecnología ya ofrece todo lo necesario para ese desarrollo.
Las computadoras actuales simulan redes neuronales pero con hardware tradicional, la propuesta es crear una computadora neuronal pero con reales neuronas creadas en laboratorio. Estas biocomputadoras copian diferentes funciones humanas como el aprendizaje o la memoria.
Es un hardware biológico que, además, es mucho más eficiente energéticamente que las supercomputadoras.
Thomas Hartung, profesor de ciencias de la salud ambiental e investigador del departamento de Ingeniería y Salud Ambiental de la Universidad Johns Hopkins puntualizó «Siempre hemos tratado de hacer que nuestras computadoras se parezcan más al cerebro. Al menos teóricamente, el cerebro es esencialmente incomparable como computadora».
Como últimamente la ciencia nos tiene acostumbrados, no sabemos si sorprendernos, espantarnos, imaginarlas con conciencia propia… o negarlas… pero, no nos olvidemos que e pur si muove.
Como para dejarnos tranquilos Hartung nos asegura que «Una parte clave de nuestra visión es desarrollar OI de manera ética y socialmente responsable… Todos los problemas éticos serán evaluados continuamente por equipos compuestos por científicos, especialistas en ética y el público, a medida que evolucione la investigación». ¿Creíble?
*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.
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