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Israel inició las celebraciones por su 75º aniversario, pero miles de personas decidieron protestar contra la reforma judicial.
Miles de personas se manifestaron el martes en Tel Aviv contra la reforma judicial impulsada por el gobierno, coincidiendo con el comienzo de las festividades del 75º aniversario de la creación del Estado de Israel.
Se reunieron en el mismo lugar donde desde enero protestan semanalmente miles de personas en rechazo a la polémica reforma, que consideran antidemocrática y que ha dividido a la nación. «Democracia», gritaron los manifestantes, algunos de ellos con banderas israelíes.
Poco después empezaron los conciertos gratuitos, que marcaron el inicio de las festividades para conmemorar un nuevo aniversario de la creación de Israel.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, llamó a la unidad durante su discurso difundido en una pantalla gigante al iniciar la ceremonia en Jerusalén. «Solo unidos lograremos alcanzar nuestros objetivos (…), estar unidos es saber que tenemos un solo pueblo y un solo Estado y que no tenemos y no tendremos otra tierra», afirmó.
El evento se desarrolló en calma, a pesar de los temores de que algunos opositores a la reforma perturbaran el encuentro.
Cada sábado, Yehudit Elkana sale a protestar contra la controvertida reforma judicial del gobierno, como miles de israelíes. «Por naturaleza soy optimista, aunque de momento no puedo serlo. Pero no cederemos», dice a DW esta química jubilada y defensora de los derechos humanos.
Nacida en Jerusalén en 1935, Elkana es hija de una pareja que escapó a comienzos de la década de 1930 de la Alemania nazi para comenzar una nueva vida en lo que entonces era el mandato británico de Palestina. En todos estos años ha vivido muchas crisis y guerras, pero también momentos alegres y esperanzadores, como aquel 14 de mayo de1948 en que David Ben Gurion proclamó el Estado de Israel.
Elkana recuerda la alegría de esos días. Pero en este aniversario está preocupada. Piensa que la pugna en torno a la reforma judicial «podría conducir a una guerra civil. Ningún bando cederá. Es simplemente muy triste».
También el Dr. Tomer Persico, del Instituto Shalom Hartman, un centro de investigación y educación con sede en Jerusalén, piensa que Israel está en una encrucijada, y no solo debido a la polémica reforma judicial. «Diversos temas que por largo tiempo fuero reprimidos o ignorados, están saliendo a la superficie. La esfera pública liberal y la iliberal, la relación entre el Estado y la religión, que naturalmente están ligados, y las relaciones entre la mayoría secularista y la minoría ultraortodoxa en el ejército… de todas esas cosas se discute ahora».
En un café de Tel Aviv, las amigas Roni Amir y Nili Rozen, de 24 y 23 años respectivamente, conversan sobre las manifestaciones y el futuro del país. Para Roni es importante ir a las manifestaciones contra la reforma judicial. Pero su prioridad es el fin de la ocupación israelí de los territorios ocupado:
«En las manifestaciones estoy en el bloque «antiocupación», que demanda libertad e igualdad para los palestinos y para todos. Nuestro foco está en la ocupación, en la que vemos la causa de todo lo que está pasando. Además, queremos una verdadera democracia, un país que no se defina por la nacionalidad y la religión».
La visión de ambas no es necesariamente la más popular, por lo menos no entre los jóvenes judíos que no vivieron el proceso de paz de los años 1990. Según Persico, la izquierda israelí tiene poca influencia ideológica. De acuerdo con el Índice Israelí de Democracia 2022, un estudio anual del Instituto Israelí de la Democracia, hasta un 75 por ciento de los judíos israelíes entre 18 y 34 años se define como de derecha conservadora.
La tendencia hacia la derecha se reflejó también en las últimas elecciones, en las que la alianza de extrema derecha «Sionismo Religioso» obtuvo 14 de las 120 bancas de la Knesset.
Naor Meningher está decepcionado por las protestas y espera que al menos una parte de la reforma judicial se materialice. «Hace cuatro meses tuvimos elecciones. Y no se puede desconocer el resultado», dice este habitante de Tel Aviv, de 34 años, autor de podcasts y comentarista.
Considera que el problema más urgente de su generación es acabar con la idea de un Estado «benefactor» y con los «restos de socialismo» que quedan en el país. En cuanto al conflicto palestino, no ve por el momento una solución. «Pienso que lo mejor sería mantener el statu quo y anexar lo que podamos, sobre todo los territorios menos poblados».
Según Naor, Israel es el único país que puede ofrecer seguridad a los judíos: «Mis abuelos llegaron en la década de 1970 de Rumania. Huyeron de una dictadura comunista y encontraron amparo aquí. Para mí, este es mi hogar y seguirá siéndolo siempre».
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