OPINIÓN

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.
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La crisis de representación política en argentina tiene tres pilares que debemos remover. La coparticipación de impuestos regresiva, la sobre representación legislativa de las provincias menos pobladas y desarrolladas y la dependencia de la Provincia de Buenos Aires del poder nacional.
Esta es la trampa en la cual se deviene nuestro continuo fracaso. No habrá acuerdo nacional sin romper la alianza entre el grupo de intereses que constituyeron aquellos que controlan la renta del comercio exterior, la distribución de impuestos y la representación de las provincias en el Congreso.
Sin lugar a duda la Provincia de Buenos Aires y particularmente el conurbano representan la llave hacia el acceso al poder político nacional.
Una provincia que muestra su fortaleza en la economía y en su cantidad de habitantes y su debilidad en lo que recibe con respecto a lo que aporta y en la representación que tiene en el poder institucional.
La debilidad de recursos es compensada por el gobierno nacional en forma discrecional, lo que hace que su independencia política sea cuestionada a punto tal que los candidatos a gobernadores e intendentes del conurbano son elegidos por los aspirantes a ser autoridades nacionales.
El crecimiento poblacional del conurbano poco tiene que ver con el devenir de la provincia. Las oleadas de inmigrantes que se instalaron en ese territorio son producto de la total despreocupación por la producción en las provincias que viven de la renta nacional sin aportar en consecuencia.
Otro tanto de los países limítrofes.
Si la provincia de Buenos Aires hubiera tenido independencia política no hubiera permitido que se instalen inmigrantes sin trabajo.
Los intendentes apodados «Barones» cuya definición es, «Barón, o baronesa en su forma femenina, y su señorío es baronía es uno de los títulos nobiliarios europeos con que los monarcas muestran su gratitud a ciertas personas» son los premiados del poder nacional.
Con la asunción del gobernador Duhalde se intentó remedar una parte de esa trampa con el fondo del conurbano. Ese fondo vino a hacerse cargo de un problema no generado por la provincia.
Con la complicidad de medios de comunicación, la alianza entre las provincias feudales y los que capturaron el poder nacional, arguyendo que el fondo era para financiar a los Barones y mediante una argucia parlamentaria, hizo que Tierra del Fuego reciba más dinero que Buenos Aires de ese fondo.
Para que quede claro, la utilización del Fondo del Conurbano el gobierno de la provincia tenía el control del Tribunal de Cuentas, la Fiscalía y la Contaduría de la Provincia, todos organismos constitucionales que son conducidos por diversas fuerzas políticas.
Los fondos discrecionales que envía la nación no los controla absolutamente nadie. Pero nadie los denuncia.
La ilegal subrepresentación de la provincia de Buenos Aires y la dependencia del poder nacional para designar a sus representantes ha dejado a la provincia sin poder ejercer su poder político y, por ende, su economía.
Si no se comprende que es imposible la unidad nacional sin resolver estos problemas estructurales, todo intento de proclamar la confección de planes de gobierno serán en vano.
Es imposible la constitución de una Nación si, su territorio más productivo es conducido por un grupo, que no representa ni defiende sus intereses territoriales; si sólo es el objeto de uso para fines electorales, que no aboga por su desarrollo ni por su grandeza, sino que es solo la plataforma de despegue para objetivos inconfesables.
Para aseverar que esta anomalía se manifiesta hace mucho y en distintos momentos mencionaré algunos contemporáneos.
El presidente Menem se ocupó de debilitar la segunda gobernación de Duhalde y de alentar a De la Rúa como su sucesor.
Si hiciera falta reafirmar esta aseveración repasemos los acontecimientos en la segunda mitad del mandato de la gobernadora María E. Vidal. Ella recurrió a la Corte a reclamar por la inconstitucionalidad de la ley que modificó el reparto del Fondo del Conurbano, pero antes de que la Corte fallara el gobierno del presidente Macri le dio ese dinero en forma discrecional, la gobernadora retiró la demanda ante la Corte. Al poco tiempo ese dinero desapareció.
Luego se conoce la intención de desdoblar la elección de la Provincia, pero el presidente Macri, impulsor de la candidatura de la gobernadora, la disuadió que eso no era conveniente para sus planes electorales.
Cabe acotar que estas son las últimas de similares situaciones en la historia de la provincia no nata desde 1860.
Si un gobierno de Buenos Aires impulsara una alianza con las otras provincias productoras, que en conjunto pueden generar un plan de desarrollo productivo nacional y no rentístico, la historia de la nación sería otra.
Por eso y no por otra cosa es imprescindible comprender que, sin recuperar la independencia política, económica y el cumplimiento de la cantidad de diputados que le corresponde a Buenos Aires, no habrá desarrollo nacional.
Esta es la trampa que generó «El Nudo» que atormenta a la política nacional.
Otro artículo escrito por Hugo Flombaum: «Conurbano» segunda parte