«Conurbano» segunda parte, por Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Carlos Menem junto a Eduardo Duhalde / Foto: Presidencia de la Nación

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

Hacia fines de la década de los ochenta se institucionaliza lo que se llamó la democratización de la política. El voto directo en el Partido Justicialista mata el entretejido dirigencial que aun con sus enormes defectos garantizaba que nuevos dirigentes se lanzaran desde sus barrios a la lucha por el poder institucional.

El triunfo de Menem y Duhalde sobre Cafiero De La Sota tiene un significado enorme en la historia de la política nacional y fundamentalmente en el conurbano.

Para garantizar el justo triunfo de Carlos Menem en la Provincia de Buenos Aires en lugar de recurrir a las tradicionales organizaciones barriales en manos del aparato partidario que apoyaba a Cafiero, se recurre a referentes que canalizaran la popularidad del caudillo riojano.

Ese cambio tuvo como correlato lo que para muchos fue un gran paso hacia la transparencia en la política pero que en realidad hoy podemos colegir fue el derrumbe de la organización partidaria. La elección directa de los candidatos a presidente, gobernadores e intendentes.

Ese y no otro fue el golpe de furca que terminó por destruir la política como herramienta de organización de la sociedad para resolver los problemas públicos. Se reemplazaron las contiendas políticas internas por encuestas.

Los candidatos a presidentes eligen a sus candidatos a gobernadores e intendentes, que en definitiva serán los que repartirán las prebendas que él distribuirá.

El periodismo dejó de interesarse en el curso de la política territorial para interesarse en la política de palacio que las cortes de los grandes candidatos exponían a una sociedad cada día más alejada y menos interesada.

Intentar estudiar la historia de la política argentina despojados del análisis de su desarrollo social y económico es por lo menos un ensayo audaz.

El proceso del Menemismo y el llamado Duhaldismo se caracterizó por haber transitado esa perversa reforma que, buscando transparencia, lo único que logró es la peor de las oscuridades sustentada en una sucesión de complicidades.

Este proceso se perfeccionó con la aparición del Kirchnerismo. Una continuación de las organizaciones foquistas de los años setenta.

Hoy vivimos momentos definitorios del devenir de la antipolítica creada por los que intentaron romper con los caudillos locales, fortaleciendo el caudillismo centralizado de super presidentes que lo único que detentan es el poder de la chequera ahora llamada lapicera.

Ese proceso fue acompañado por los sindicatos y por las asociaciones profesionales. Convirtieron las instituciones en propiedades de fuertes dirigentes.

El conurbano acompañó este proceso con el desarrollo del tercer cordón. Ya no como desarrollo de un proceso económico que imponía la generación de nuevos conglomerados urbanos sino de ocupaciones de territorios con dos características convergentes. Los asentamientos y los barrios cerrados.

Si ese desarrollo hubiera sido ordenado por instituciones públicas que lo regularan, al lado de cada zona de instalación de barrios cerrados, que se alimentaban de la clase media que buscaba un hábitat mejor, se hubieran generado barrios que habitaran aquellos que trabajaban en esos emprendimientos urbanos.

De la misma manera que en el primer cordón se hizo con las industrias manufactureras nacidas en la segunda mitad del siglo pasado.

Pero la ausencia de dirigentes territoriales hizo que los gestores de esos territorios se aprovecharan del desarrollo de los «country» y abandonaran a la buena de Dios a los trabajadores que los asistían.

En mi memoria aún tengo grabadas las periódicas visitas del «caudillo» José Quindimil, jefe de la familia que dio origen al conocido hermano Manolo, intendente de Lanús, a la fábrica de mi padre. Él recomendaba a los trabajadores que se incorporaban a las labores, pero controlaba que cumplieran con su cometido.

Esa relación entre el dirigente territorial con los emprendedores zonales era virtuosa. Lamentablemente también acompañada por los caudillos que controlaban el juego clandestino o la trata de blancas, consecuencia de los 18 años de proscripciones y falsas democracias.

El cuarto cordón en ciernes comienza a desarrollarse con la misma mala impronta. Emprendimientos urbanísticos de clase media alta sin una planificación urbanística que los contenga.

La hora es ya, parar la pelota y tomar la decisión de contener a todos en el desarrollo urbano antes de que sea tarde.

Hoy debemos recorrer el camino inverso si queremos recuperar la democracia representativa. Debemos alentar la política territorial. La elección de los intendentes separadas de las elecciones generales sería un modelo a copiar de Uruguay y otros países.

Ya algunos municipios están recuperando sus autonomías, ese y no otro es el camino a seguir. La crisis de los servicios públicos, electricidad, saneamiento, transporte, seguridad ciudadana, educación primaria, etcétera. permitirá dar sustento a ese proceso político.

La crisis que vivimos y la que aun desgraciadamente nos tocará vivir, se convertirá en un tsunami que arrastrará a todos los vividores del dinero público, desde el empleado «militante» que ni trabaja ni milita hasta el funcionario corrupto que es representante ante el estado de intereses corporativos.

El camino de la democratización de las instituciones se recorrerá desde abajo hacia arriba, de esa manera su esqueleto dará consistencia a un sistema que ha perdido confianza y consenso.

Cuando esa gran ola pase, veremos qué es lo que queda. Lo único seguro es que todo se ordenará desde cada pueblo, desde cada municipio para luego reconstruir la cosa pública nacional en democracia representativa.

La crisis de representación política en argentina tiene tres pilares que debemos remover. La coparticipación de impuestos regresiva, la sobre representación legislativa de las provincias menos pobladas y desarrolladas y la dependencia de la Provincia de Buenos Aires del poder nacional.

Esta historia continuará.

Otro artículo escrito por Hugo Flombaum: Conurbano

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