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El ministro Martín Guzmán, comenzó el sábado (10.04.2021) un viaje oficial a Europa, donde tiene previstas reuniones en diversos países para renegociar deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París, indicaron fuentes oficiales.
El objetivo central del viaje, según un comunicado ministerial, es «conseguir los apoyos necesarios de los accionistas del FMI para concretar un programa que le sirva a la Argentina». La agenda comienza el 12 de abril en Berlín con una reunión con el ministro federal de Asuntos de Economía y Energía de Alemania, Peter Altmaier, y continuará el día siguiente con el secretario del Ministerio Federal de Finanzas, Wolfgang Schmidt.
Después, Guzmán se trasladará a Roma, donde se reunirá el 14 de abril con el ministro de Economía y Finanzas italiano, Daniele Franco, mientras que el 15 de abril será el turno de encontrarse en Madrid con la ministra de Economía y vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Nadia Calviño.
El recorrido en busca de apoyos finalizará el próximo viernes 16 de abril en París, en una reunión con el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire. La representación del Gobierno argentino intentará así «construir consensos y entendimientos sobre lo que la Argentina necesita para estabilizar su economía» dijeron fuentes oficiales.
Además de los representantes gubernamentales, Guzmán se verá con «representantes de la sociedad civil y sector privado».
Argentina negocia ─desde el año pasado─ un nuevo programa con el Fondo para refinanciar deudas con el organismo por unos 44.000 millones de dólares. Por otra parte, el país busca refinanciar su deuda pendiente con el Club de París, por unos 2.400 millones de dólares, que debe saldar antes de finalizar mayo o, de lo contrario, el foro de países acreedores podría declarar a Argentina en cese de pagos pasados 60 días desde el plazo límite.
El Club de París se creó en 1956, cuando Argentina acordó unirse con los países con los que había contraído deudas. Desde entonces, según datos del propio grupo, el Club de París ha alcanzado 473 acuerdos con un centenar países deudores. En el caso de Argentina, han sido nueve acuerdos, el último suscrito en mayo de 2014.
Con el canje del 99% de su deuda externa, el 01 de septiembre de 2020 Argentina tenía motivos para celebrar.
Si el gobierno consigue manejar los próximos desafíos, la economía del país podría reactivarse y consolidarse, con beneficios para todos. Pero el país se enfrenta a la pandemia del coronavirus con más del 40% de su población en la pobreza y una inflación anual por encima del 50% según cálculos de consultoras privadas, aunque en el Presupuesto aprobado por el Congreso para el ejercicio 2021 la cifra aceptada fue del 21%.
La carga total de la deuda externa argentina ascendía en mayo de 2020 a casi 324.000 millones de dólares, lo que representa cerca del 90% de su Producto Interno Bruto (PIB). Y de esa suma, todavía le debe al Fondo Monetario Internacional (FMI) casi 52.000 millones de U$S, que debe pagar hasta 2024, y que empezarían a vencer en 2021.
Tras la reestructuración de 66.137 millones de dólares de deuda bajo legislación extranjera, el presidente argentino, Alberto Fernández, tenía planeado presentar un paquete de 60 medidas que incluiría estímulos al consumo, incentivos a la producción energética y a las exportaciones.
El propósito, mejorar la golpeada economía argentina, afectada por la recesión desde 2018 y ahora por la pandemia, podría ver por fin la luz al final del túnel tras la renegociación del 99% de su deuda bajo legislación extranjera y una adhesión al canje propuesto por el gobierno del 93,55%. Si bien se logró parcialmente, los resultados aún están pendientes.
Un «cláusula de acción colectiva» hace el canje extensivo incluso a quienes hayan preferido quedar fuera del mecanismo, con lo que también se aleja el fantasma de los litigios de los fondos especulativos o «holdouts», un 1% de bonistas que, si bien no puede descartarse que puedan demandar al Estado argentino, no podrán argumentar con la mala fe de pago de Argentina en este caso. Fue una buena maniobra del gobierno que abrió las puertas al canje.
«Una reestructuración exitosa de la deuda calma las expectativas de devaluación y además permite que empresas de primera línea y provincias con buen crédito salgan a colocar deuda a los mercados internacionales, más allá de que el soberano no tenga el acceso a los mercados internacionales de capitales», dijo en entrevista con DW Federico Furiase, director de la consultora argentina Eco Go y profesor de Economía de la Universidad Torcuato Di Tella.
La pregunta que surge ahora es si esta reestructuración abre un capítulo más sostenible en la dinámica económica de Argentina.
«El arreglo exitoso del default es muy positivo y era una condición necesaria para recuperar la estabilidad nominal y volver a crecer, pero no llega a ser suficiente para mitigar, y mucho menos revertir, ninguno de los desequilibrios macroeconómicos ni las fallas estructurales que hoy enfrenta la Argentina. Y ello no es a causa de la coyuntura sanitaria crítica gatillada por la pandemia de COVID-19», explica a su vez el economista argentino Luis Secco, director de la consultora Perspectiv@s Económicas.
Señala que Argentina ya venía enfrentando serias restricciones al crecimiento antes de la pandemia, que se reflejaron en la fuerte caída del PBI del primer trimestre de 2020. «Ya entonces el PBI había caído un 4,8% respecto del cuarto trimestre de 2019, el consumo privado un 6% y la inversión y las exportaciones se habían desplomado más de 10%», puntualiza.
Con él coincide el profesor de Economía Julián Leone, subsecretario de Investigación en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires: «La reestructuración es una excelente noticia, pero es solo el inicio. Sin este canje, Argentina hubiera tenido un problema mayúsculo, y se nos habría cerrado cualquier tipo de crédito del extranjero.
Eso está despejado, pero no quiere decir que inmediatamente vengan a llover las inversiones. Asimismo, menciona la necesidad de generar empleo ─el desempleo actual es del 10,4%, según el INDEC─, de atraer a los inversores extranjeros y de mejorar el volumen de exportaciones.
«En este año de pandemia, tan complejo para las cuentas fiscales argentinas, es probable que terminemos con un déficit del PBI mayor del 10%, y eso es solo un ejemplo. Si a eso se le adicionaba la cantidad de intereses que Argentina tenía que pagar en concepto de deuda, era una situación absolutamente explosiva», señala. «No quiero plantear una dicotomía entre salud y economía, pero sí va a haber que poner el foco en la cuestión económica», sostiene, refiriéndose al otro desafío: el de movilizar las estructuras necesarias para revivir la economía en medio de la pandemia.
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