INTERNACIONAL

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Escocia no se caracteriza por el buen clima. El sol apenas logra momentos plenos durante el año en permanente disputa con las nubes que parecen eternas. Sin embargo, es el clima ideal para la reunión de líderes mundiales, más de 130, dispuestos a defender el planeta de las agresiones provocadas por las emisiones de carbono.
Entre lunes y martes todos ocuparán el estrado para manifestar las preocupaciones que soportan por la polución ambiental y la forma de frenar el calentamiento global. Más importante aún es saber qué decisiones adoptarán para mejorar el clima mundial.
Sin duda son dos terrenos separados, y bien separados. La conciencia es universal respecto de las amenazas, la forma de frenar el fenómeno es otra bien distinta, y es aquí donde surgen las discrepancias, todas vinculadas a la economía de la producción.
«Hace mucho que la humanidad ha agotado el tiempo en el cambio climático», es la expresión del primer ministro británico, Boris Johnson, en la sesión inaugural del lunes, según el extracto de declaraciones preparadas que publicó su oficina el domingo por la noche. «Queda un minuto para la medianoche y debemos actuar ahora».
¿Las palabras más esperadas?, desde el presidente de China hasta los jefes de gobierno más destacados, como Joe Biden, Johnson, el indio Narendra Modi, el francés Emmanuel Macron. Los une el volumen y la cantidad de las emisiones de carbono, como países de más alta concentración del flujo que perjudica al planeta. Se trata de los líderes de los gobiernos más responsables de la contaminación ambiental.
El espíritu del Acuerdo Climático alcanzado en París en diciembre de 2015 está todavia envuelto en penumbra. Entonces los mandatarios marcaron dos objetivos, limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit) y alcanzar emisiones neutras de dióxido de carbono para 2050.
Esta reunión de líderes mundiales anota ausencias demasiado significativas como para pasarlas por alto, empezando por Xi Jinping, presidente de China, el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo. El comunismo chino invade el planeta envenenando la atmósfera, si es correcta la apreciación de los organismos internacionales encargados de vigilar la limpieza de la atmósfera.
El cambio de la plataforma industrial china ─como también de otros países─ exige una transformación industrial de costo enorme, que los gobiernos involucrados no parecen dispuestos a erogar. La economía china podría encarar la transformación, a la luz de los buenos resultados que obtiene año tras año con el crecimiento del producto bruto gracias a una economía de mercado de base capitalista.
El caso de Rusia es distinto, y alarmante. El país que lidera Putin es responsable de un efecto invernadero provocado por una anquilosada infraestructura industrial que marcha en línea con una economía en declive sostenido.
Preocupado por ocupar un lugar en el tablero mundial, Putin se ocupa del plan militar como objetivo estratégico, no alcanza para más.
El enviado especial Kevin Conrad, negociador de Papúa Nueva Guinea que también preside la Coalición de Naciones de Bosques Pluviales, dijo que tenía la vista puesta en los grandes emisores de dióxido de carbono. «Creo que es muy importante que Estados Unidos y China muestren liderazgo como los dos principales emisores. Si ambos pueden mostrar que se puede hacer, creo que darán esperanza al resto del mundo».
Las naciones más poderosas se comprometieron a frenar el dilema climático a mediados del siglo, con decisiones que comunicaron oficialmente. También acordaron limitar el financiamiento de generación de energía con carbón en el extranjero, pero no marcaron una fecha para abandonar la misma plataforma industrial en sus propios en sus países, una forma de no alterar los nervios de China e India.
Comenzaron la transformación, es cierto, pero el mundo espera más velocidad, que solo se puede alcanzar aumentando significativamente el presupuesto para un nuevo diseño industrial.
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