OPINIÓN

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.
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Por primera vez en muchos años siento que se acerca una venturosa salida del pantano en el cual nuestro país está hundido.
No crean que me invadió un inesperado optimismo, todo lo contrario.
Es común que digamos que debemos tocar fondo para comenzar a salir de la decadencia, pues por primera vez veo que lo estamos logrando, vamos a tocar fondo en los próximos años y ese será el punto de inflexión para poder pensar en el comienzo de un plan venturoso.
Sino fuera trágico por las consecuencias sociales y estructurales que supone, lo que está sucediendo en nuestro país es digno de ciencia ficción.
Lo único que une a los dos bandos de los políticos dominantes de nuestro país es la existencia del otro. Si alguno de esa falsa opción desapareciera lo haría el otro también.
Son tantas las diferencias en cada bando como las coincidencias de algunos de uno con algunos del otro.
Aunque no se pueda creer, si en una mesa de diálogo se sentaran todos los actores de la política, en cada tema, la conformación de los consensos no tendría nada que ver con la actual paleta de ofertas electorales.
Lo que demuestra que lo único que mueve a la actual dirigencia nacional es la codicia por el dinero fácil. No debaten ideas sino quien conduce el latrocinio.
El telón se va corriendo y aunque la verdad era un murmullo entre la mayoría de lo argentinos en poco tiempo se convertirá en alaridos, esperamos que sea eso solamente. La grieta es un show para la tribuna mientras se reparten lo que pueden de la riqueza que genera la producción del país.
Es de esperar que en los próximos tiempos aquellos que hayan tenido alguna responsabilidad con la decadencia argentina de los últimos cuarenta años, poco o nada explicable para cualquier observador extranjero, se deberá abstener de pretender ser parte de la salida de la crisis.
En la revolución francesa, hace siglos, existió un personaje, Telleyrand, que había sido parte de las cortes del reino caído, de la revolución esquivando la guillotina, luego canciller de Napoleón, para terminar siendo parte de la rendición del mismo y funcionario del nuevo reino, un personaje increíble. En el proceso que se inicia habrá postulantes a seguir ese antecedente.
Lo cierto es que tenemos ante nuestra vista una sociedad productiva pujante, a pesar de los gobiernos, una comunidad emprendedora fuera de la «formalidad» y un estado inútil y ladrón. Sobre este diagnóstico se basa mi optimismo.
Reemplazar a la dirigencia política es tarea costosa pero no dificultosa, nos llevará algún tiempo, pero lo claro es que la gran mayoría de los argentinos tenemos una coincidencia, con «estos no», eso es un paso adelante increíble porque ya coincidimos en que el show de la grieta no nos engaña más.
Mientras transcurre el tiempo que nos lleve a ver el horizonte, sin las cortes políticas que nos abrumaron estos años, la sociedad civil seguirá fortaleciéndose.
Los productores se organizan, los comerciantes tienden vías de encuentro con sus clientes fuera del alcance de los tentáculos del estado, Los municipios no alcanzados por la grieta dan respuesta a los problemas de la gente desde sus posibilidades. Mientras el desgaste de la supuesta «formalidad» del estado quebrado desembocará en la generación de una nueva dirigencia.
Argentina tiene la base de lanzamiento hacia el desarrollo más clara, fácil y al alcance de la voluntad colectiva de encararlo, sólo falta que la producción tome el poder.
Hablan de la deuda, la capacidad productiva argentina se puede triplicar en muy poco tiempo y la deuda será solo un trámite, porque los acreedores lo único que no quieren es cobrar, solo quieren tener la certeza de cobrar los intereses.
Argentina debería lograr ponerse de acuerdo acerca de cuales serán las actividades a las cuales dedicará sus recursos humanos, estas deberán ser todas aquellas que puedan traer beneficios a las cuentas nacionales.
Todas las actividades productivas que nos cuesten a los argentinos recursos a través de protecciones, subsidios o incentivos directos serán puestas a prueba. Deberán probar el bien común que sus actividades pueden volcarnos. Si no pasan esa prueba lógica, deberán seguir con sus propios recursos o reconstruirse como debimos hacer todos los argentinos en los últimos años.
La bioeconomía, la industria del conocimiento, los recursos del gas y el petróleo, la minería bien realizada y el turismo alcanzan y sobran para que los salarios tengan algún parecido con los de países equivalentes y nuestro producto bruto se multiplique.
Dejar de gastar en urbanizar la miseria en ciudades poco productivas, repoblar nuestro territorio a partir de proyectos productivos, basados en proyectos educativos paralelos a ese proceso, serán la base de nuestra futura bonanza.
Para eso un estado eficiente es necesario pero un estado que no tenga intereses propios sino solo el interés de servir al pueblo que lo contrata para su cometido.
Argentina está tocando fondo, sin una educación integrada a un plan, sin salud pública, sea privada o estatal, sin seguridad, sin servicios de calidad, queda poco por destruir, queda todo por reconstruir, tarea de una nueva dirigencia que no tenga otro interés que el del servicio.
Viviremos sobresaltos, roguemos que sea al menor costo posible, pero al tocar fondo solo queda una salida la reconstrucción.
¡ARGENTINOS A LAS COSAS!
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