Memoria y olvido del Peronismo (I), escribe Norberto Zingoni

OPINIÓN

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General Juan Domingo Perón / Foto: Archivo General de la Nación Argentina

Por Norberto Zingoni, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Hoy comenzamos una breve serie sobre el apasionante capítulo de la historia argentina como es el peronismo, las ideas de Perón, las consecuencias actuales, las controversias que admite, al parecer interminables. El autor Norberto Zingoni es un reconocido y respetado escritor apasionado por la historia, que conoce al peronismo desde adentro. Columnista permanente de LaCity, Zingoni es abogado, fue magistrado y analiza la historia contemporánea desde Madrid donde está afincado desde hace largos años. Disfruten la primera parte.

Lectura: 13 minutos

Memoria y aprendizaje colectivos son términos estrechamente ligados entre sí, ya que es obvio que sin capacidad retentiva no pueden aplicarse las lecciones del pasado. La larga y frustrante decadencia que padecemos desde hace décadas nos demuestra que no aprendemos de los errores y que muchas veces para justificarnos adulteramos nuestra propia historia.

Hay una tentación permanente de falsear la historia o sea hacernos trampa o contarnos la historia como queremos que hubiera sido y no como fue. El último intento lo fue con lo de «los jóvenes idealistas» de los años 70. El kirchnerismo impuso un «relato» oficial y ya no fueron la soberbia armada que destruyó a Perón, su gobierno y de paso a toda una generación (la mía) sino jóvenes que mataban y se dejaban matar por ideales superiores. Ideales superiores como ir a Cuba o a Líbano a recibir entrenamiento. O «cuanto mejor peor» para justificar la dictadura de Videla. Por ejemplo.

Pero a lo que nos queremos referir ahora es a otro intento de falseamiento histórico: lo que ocurrió hace 70/80 años con el arribo del peronismo a la escena nacional. Podemos oír a escritores, comunicadores varios y auto nominados politólogos contarnos otros «relatos» históricos. Que Eva Perón era una agente nazi que propició la llegada de nazis a la Argentina. Que Perón perseguía, hasta aniquilarlos totalmente, a la oposición, en especial judíos, comunistas y todo lo que se le pusiera delante. Que «cinco por uno», que fascistas, en fin, nos pasa lo que nos pasa porque hace unos setenta u ochenta años pasó aquello. Eso sí, nadie se ve obligado a probar lo que dice, salvo que tenía un tío que fue perseguido, o al abuelo le quitaron el trabajo por no gritar «viva Perón».

Como se dijo en el artículo anterior, antes que asumir la historia como fue es más cómodo señalar un «chivo expiatorio» que nos libere de culpa. A partir de encontrar a ese único culpable (un emergente enfermo de una sociedad enferma) ese tendrá la culpa de todos nuestros males, como enseña el maestro de psiquiatría Enrique Pichón Riviére.

Las páginas de la historia que examinamos en esta serie de artículos fueron los años signados por el peronismo ya sea en el poder o en la llamada Resistencia a su desalojo del poder y a su proscripción (1943/1973). Los hechos analizados son propiedad y ocupación de los historiadores y de la investigación histórica. En suma, la intención de estos artículos es advertir que se está utilizando la historia como arma arrojadiza.

Tampoco, como se dijo en el artículo inicial, se pretende una defensa del peronismo actual ni del kirchnerismo. Tienen demasiados «medios» como para defenderse solos. Aunque están en «otra cosa» y no les interese demasiado defender la historia de su Movimiento. Por eso las diatribas y acusaciones al peronismo original no dan en el blanco: al kirchnerismo no le interesan, nunca se sintió peronista. Y tampoco acusan recibo los peronistas sueltos que quedan luego del naufragio del Partido y que están en el gobierno.

Es imposible iniciar la imprescindible Reconstrucción del país devastado sin antes mínimamente acordar que los hechos históricos y los personajes históricos son problemáticos, que no hay todo blanco o todo negro, todo errores o todo aciertos, o buenos (los míos) o malos (los otros).

Que lo que hay, cuando analizamos la historia sin apasionamientos ni fanatismos, es un amasijo de errores y aciertos, de blanco y negro, de bueno y malo, muchas veces mezclado y en el mismo personaje histórico.

Vamos a enumerar algunos hechos históricos que precisamente por ser problemáticos no debemos acercarnos a ellos con ideas preconcebidas sino con documentos, testimonios, libros que prueben lo que alegamos.

 

El golpe militar de 1955 que derrocó a Perón

Es clave. Condiciona la historia argentina de los últimos 50 años. Analizado por historiadores y con testimonios de partícipes se concluye que Perón deja voluntariamente el poder en 1955; todos los investigadores coinciden en que militarmente se podía detener el golpe de estado. «Mientras sobrestimaba el daño que podría resultar de su negativa a alejarse del cargo, no hay constancia alguna de que se haya detenido a sopesar los daños que sufriría la Argentina en manos de un gobierno antiperonista» (Josep Page, Perón, una biografía). Page es quizá el mejor historiador extranjero que trata el peronismo.

Y Abelardo Ramos da en el clavo: el golpe de 1955 abrió una crisis irresuelta hasta hoy. Una situación de empate permanente que algún día habrá que dar por terminada. «Si la Revolución Libertadora implica un retroceso, aunque en modo alguno el retorno al punto de partida, o sea al 3 de junio de 1943, tampoco llega el golpe de estado a realizar su programa hasta el fin. De ahí que los libertadores se sientan tan frustrados como los peronistas. Ni la vieja ni la nueva Argentina logran vencerse de un modo completo» (La era del peronismo).

«El coraje personal del presidente no parece estar en duda, a pesar de lo que hayan dicho sus adversarios y sus enemigos. Perón repitió más de una vez que, habiendo visto en España en 1939 el resultado de una guerra civil, con su sacrificio personal pretendió librar a su país de una tragedia semejante» Esta afirmación fue efectuada por Perón durante la entrevista que le efectúa Alain Rouquié el 12 de enero de 1969 (Poder militar y sociedad política en la Argentina).

El General de División (R) Ernesto Genaro Fatigati fue una figura emblemática del movimiento peronista y del Ejército nacional. Se dice que era prácticamente el único general a quien Perón, en su tercer gobierno, consultaba y a quien tenía en alta estima.

Cuenta, de sus reuniones con Perón, que luego de los bombardeos a plaza de mayo de junio de 1955, Perón fue magnánimo con los cabecillas de la rebelión, perdonándole la vida al jefe de la misma, Vicealmirante Toranzo Calderón, al que por ley 14.117 le correspondía la pena de muerte. No quiso reprimir. En lo político, Perón hizo una apertura hacia los partidos de la oposición, quienes no supieron valorar su gesto, produciendo toda clase de diatribas hacia él.

Conclusión: faltaban tres años para el fin del mandato de Perón. Seguramente hubiera perdido las elecciones de 1958 (había un cansancio generalizado, incluido el mismo Perón, Page destaca «un cansancio, una abulia de Perón en el ejercicio del gobierno) y ahí sí, con uno o dos mandatos, seguramente Frondizi habría sido el gran estadista; que no lo fue por la amenaza militar, como se verá. Y luego imaginamos a Illía ─o Balbin─ como continuadores democráticos. Y este país hubiera sido otro. Era esta posibilidad de 30 años de vida democrática o el golpe de estado de 1955. Y fue esto.

Otro artículo escrito por Norberto Zingoni: Putin en España y Argentina

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