OPINIÓN

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.
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Las discapacidades que por distintos motivos sufren los humanos desarrollaron una rama de la tecnología junto con la medicina, en la que elementos tecnológicos suplen las partes dañadas o faltantes del cuerpo: marcapasos, implantes cloqueares, prótesis de todo tipo, inclusive un corazón completo desarrollado en 2004. Sirven para restaurar funciones perdidas, órganos y extremidades. La esencia es restaurativa, volver a dotar de los elementos faltantes o con mal funcionamiento a su capacidad funcional promedio, sin mejora de las funcionalidades originales. Es tema cotidiano y lo aceptamos como al antibiótico o a la aspirina. Aunque les suene incómodo las personas que usan esos dispositivos podrían llamarse… cíborgs.
Según la Real Academia española: cíborg, del inglés cyborg, acrónico de cybernetic organism «organismo cibernético». 1. m. Ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos.
No debemos confundirlos con los robots o con los androides (robots con forma humanoide) que son totalmente cibernéticos.
Existe otro tipo de desarrollo de cíborgs, el que busca mejorar las funciones normales e incluso dotar de nuevas. Las limitaciones propias del ser humano, las que son producto de su envejecimiento, e, inclusive el conocimiento de nuestra finitud, llevan a que estos desarrollos sean cada vez más alentados, subvencionados y retribuidos.
La biónica y la nanotecnología, en su veloz avance, nos van a llevar más allá de nuestro patrón biológico.
Y, como siempre, en los desarrollos tecnológicos que hacen a las personas en su humanidad, se debe plantear la ética de estos desarrollos y sus límites. Y, como siempre, la ciencia se seguirá desarrollando independientemente de lo que aconsejen los que se plantean el aspecto ético.
Neil Harbisson, británico de 38 años, artista vanguardista y activista cíborg, nació con acromatopsia, enfermedad que no le permitía ver los colores. Se le implantó una antena en la cabeza, en el hueso occipital del cráneo que le permite «oír» los colores, recibir imágenes, videos o llamadas directamente a su cerebro vía Bluetooth. La antena, entre otros componentes, tiene un sensor, que sigue la dirección de su mirada y es capaz de leer las frecuencias de luz emitidas por un color y traducirlas a sonidos por medio de un chip. El implante se realizó en 2004, en total clandestinidad y en contra de las recomendaciones de comités de bioética. Se lo considera el primer cíborg.
Moon Ribas, española de 27 años, artista vanguardista y activista cíborg, se la conoce como la primera mujer cíborg. Tiene implantados en ambos tobillos sensores sísmicos que le permiten sentir los terremotos que se estén dando en algún lugar del mundo.
Manel De Aguas Muñoz, español, 25 años, artista vanguardista y activista cíborg, tiene implantados a los dos lados de la cabeza dispositivos que recogen los cambios de temperatura, presión y humedad, y transmiten vibraciones al oído a través de conducción ósea. Fénix Binario, quien diseñó y construyó este dispositivo explica «Es como una especie de prótesis auditiva. El cráneo sirve de membrana y así Manel puede «escuchar» el estado de la atmósfera. Aunque no es exactamente escuchar, sino «sentir» el sonido».
Ha diseñado e implantado dispositivos en otros cíborg, para percibir la contaminación del aire o los rayos ultravioleta. Son tecnologías que amplían los cinco sentidos y permiten nuevas formas de percepción.
Neil Harbisson y Moon Ribas crearon la Cyborg Foundation en 2010 con el fin de ayudar a los humanos a convertirse en cíborgs, defender los derechos de los cíborgs y promover el arte cíborg. Fénix Binario es ingeniero mecatrónico y dirige el Cyborg Foundation Labs en Barcelona, donde las ideas y proyectos de la Cyborg Foundation «bajan a tierra firme».
Valgan como ejemplo de lo que se llama Transhumanismo, «movimiento que propugna la superación de las limitaciones actuales del ser humano, tanto en sus capacidades físicas como psíquicas, mediante el desarrollo de la ciencia y la aplicación de los avances tecnológicos» (RAE).
En 1999, la Asociación Mundial Transhumanista, escribe y adopta la Declaración Transhumanista, siendo su primer artículo: «En el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento, y nuestro confinamiento al planeta Tierra».
Estos implantes se dan, sobre todo, en el mundo del arte de vanguardia. Forma parte del body art (arte corporal), nacido en los años 70 dentro del arte conceptual, donde el cuerpo es el «lienzo» y a éste se lo pinta, se lo ensucia, se lo exhibe, se lo invade, se lo lesiona. Por ejemplo, en la Argentina, la artista Nicola Costantino, en 2004, presentó, Savon de Corps, doscientos jabones hechos con su propia grasa liposuccionada.
Terminator, RoboCop, Darth Vader, Doctor Octopus, son ejemplos de los que la ciencia ficción nos tiene acostumbrados. Vamos para allá…
*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.
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