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Esta semana, el líder del país, Recep Tayyip Erdogan, adelantó la fecha de las próximas votaciones presidenciales y parlamentarias turcas al 14 de mayo, un mes antes de lo esperado, incluso cuando el país se tambalea por una crisis económica en espiral y una creciente polarización social.
«No se trata de elecciones anticipadas», precisó Erdogan, «sino de un ajuste para tener en cuenta (la fecha) de los exámenes». La campaña electoral empezará el 10 de marzo, detalló.
La oposición prevé presentarse con una plataforma de seis partidos, entre los que no se encontrará la tercera fuerza del país, el HDP (izquierda democrática, prokurdo). La plataforma de la oposición Mesa de los Seis contará con un único candidato, cuyo nombre será anunciado en febrero.
Si ningún candidato obtiene más de 50 % de los votos, se realizará una segunda vuelta el 28 de mayo.
Erdogan ha estado en el poder durante dos décadas, un período durante el cual pasó de ser percibido en Occidente como un reformador económico pragmático a un autoritario que reemplazó las instituciones turcas con un gobierno de hombres fuertes centrado en él y sus socios cercanos.
Puede que se esté acabando el tiempo para evitar que este país de 84 millones de habitantes, y un aliado de la OTAN que las potencias occidentales tienen la obligación de defender, se convierta en un espectáculo permanente de un solo hombre.
El 14 de mayo de 1950, Adnan Menderes, una figura emblemática de la derecha turca, ganó las elecciones y puso fin al reinado de la formación de Mustafá Kemal «Atatürk», padre de la Turquía moderna.
Cuando era primer ministro, un cargo que ocupó desde 2003, Erdogan modificó la Constitución para convertirse en presidente y fue elegido por sufragio universal directo en 2014.
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