No es la ideología, análisis de Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Desarraigo de los jóvenes. Piensan en el exterior como una salida / Foto: pxhere.com

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

De hace tiempo que la hegemonía global de los EE. UU. se agotó. Aparece China en la disputa. Es en el campo tecnológico donde se presenta con mayor exposición, pero, no es sólo en ese terreno donde se desarrolla la batalla.

El siglo pasado luego de las grandes guerras de la primera mitad le sucedió la Guerra Fría, que si bien se manifestaba en muchos campos el que afloraba era el ideológico.

Hoy la situación ha cambiado para todos. El conocimiento antes apresado por los poderes hegemónicos se ha dispersado a caballo de las nuevas herramientas de comunicación.

La vieja lucha ideológica ya no se expresa de la misma manera. No se expresa ni en términos de la propiedad ni en la dominación militar de espacios.

Lo que está en juego supera las fronteras, es el concepto de libertad individual.

Ese concepto hoy no se representa de la manera que lo expresó la Revolución Francesa, hoy no es una forma de organización del estado. Es una nueva relación del individuo con la comunidad.

Es ese el espacio en el cual se desarrolla la verdadera batalla. La guerra comercial y financiera es abordada a diario. La otra se desarrolla a diario en cada red social y se esparce sin grandes títulos.

Los que hegemonizan el comercio y las inversiones deberán tener en cuenta que, si continúan, enriqueciendo a minorías y empobreciendo a las mayorías, en Occidente, las democracias les pondrán un límite. Los que votan son todos.

La expansión y las ganancias de las compañías tienen dos maneras de crecer, o aumentan los precios para los actuales consumidores o aumentan la cantidad de consumidores con menores precios.

Lo mismo vale para los capitales financieros, que enriquecen a sus socios, pero no garantizan el desarrollo de los pueblos. Cuando esos socios acceden al poder político se encuentran con el reclamo de las mayorías por más y mejor educación, justicia, seguridad y desarrollo. Y las deudas no se pagarán.

Es incompatible el subdesarrollo y la democracia. Ese es el límite en esta época. Con desarrollo la democracia se impone, sin él el autoritarismo avanza.

Los organismos multilaterales deberían rever sus requerimientos para el otorgamiento de préstamos o inversiones. No deberían ser los Excel de los banqueros en búsqueda de utilidades, deberán ser aquellos que garanticen educación, salud, vivienda, desarrollo, que garantizan el repago de las deudas.

Las potencias occidentales no pueden pretender que pequeñas elites garanticen democracia sin desarrollo. No será posible con una China que invade con otras armas, sin declamaciones y con competencia comercial.

Los políticos profesionales se alejaron de sus votantes, no incorporan la gobernanza como ejercicio de la política. Solo buscan asociaciones con los grupos de interés que les permita ser parte de la lucha por la hegemonía global.

Así están dejando de ser útiles para la gente y sólo lo son para los sectores que en la disputa global participan del enfrentamiento.

No garantizan el desarrollo con lo cual debilitan el sistema institucional. Entonces la disyuntiva será democracia o autocracia, desarrollo o populismo.

Atrás de la autocracia se esconde el desprecio por el voto universal, que, si bien su vigencia está cuestionada, sin él no hay democracia posible.

Los partidos tradicionales en los países sin economías de desarrollo tienden a desaparecer y nacen experimentos mediáticos con tendencia al autoritarismo.

Los sectores que participan de la economía global son minoría y en el futuro todo indica que cada vez representarán a menor proporción del total de la población.

Muchos no se integran por falta de capacitación o de oportunidad, muchos otros por decisión propia. No quieren, no les atrae esa forma de vida.

Muchos países han logrado dar una respuesta útil, sana y de gran importancia para el conjunto. Se han generado espacios de economía circular que contienen a numerosas familias y grandes extensiones de tierra y dan un hábitat de calidad a aquellos «excluidos».

Argentina ha entrado en un proceso de descomposición alarmante. A los políticos solo les interesa desarrollar aquellos proyectos que sean rentables para las cuentas nacionales. No se ocupan de los proyectos que generan desarrollo humano y económico para la mayoría.

Se escucha hablar de petróleo, gas, litio, minería, hidrógeno todas actividades supuestamente rentables pero que no generan desarrollo humano.

Nuestro territorio tiene un potencial en turismo, capacidad de producción en bioeconomía y producción cultural, que le permitiría dar trabajo, vivienda, salud y educación a toda la población.

Algo imprescindible mirando la seguridad interna y la ocupación de nuestra geografía en su conjunto.

Esas actividades son virtuosas no sólo por lo económico, también lo son en lo político. Si la mayoría de nuestros habitantes no están comprendidos por actividades productivas, aunque no sean generadoras de renta, serán presas de propuestas antisistema que se nutren de la informalidad, el inconformismo y la decepción que produce el abandono.

No se conforma al ser humano con ayuda social, Solo se lo contiene cuando es parte del proyecto común.

Vemos con preocupación el desarraigo de los jóvenes. Piensan en el exterior como una salida, en realidad es porque la Argentina formal no les da horizonte, no los contiene, no se permite el desarrollo que caracterizó a nuestra nación hasta hace 50 años atrás.

Argentina carece de una propuesta de nación por parte de quienes la conducen o se postulan a hacerlo.

La informalidad ha avanzado sobre todas las actividades y eso genera debilidad institucional, anomia y violencia.

No se puede integrar a la formalidad a quien no quiere, no es de arriba hacia abajo, es desde el espacio que cada uno habita y logrando que la autoestima de cada individuo recupere su capacidad de ser parte de una comunidad.

¿Quién convoca a la nueva epopeya, desde donde se convoca? Esa es la incógnita.

Otro artículo escrito por Hugo Flombaum: Perú o Brasil

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