INTERNACIONAL

Lectura: 5 minutos
Un récord de 630.000 personas salieron el sábado a las calles de las principales ciudades de Israel para protestar contra la polémica reforma judicial, en el duodécimo día consecutivo de manifestaciones, cuando el ministro de Defensa, Yoav Gallant, pidió públicamente paralizar esa legislación, el primer miembro del gobierno en hacerlo.
La manifestación central en Tel Aviv congregó a unas 300.000 personas; en Haifa se manifestaron 65.000 personas, 22.000 en Jerusalén y 20.000 en Beersheva; mientras que hubo protestas en más de 120 puntos diferentes del país, según los datos del Movimiento Paraguas de Resistencia contra la Dictadura en Israel, que aglutina a varios grupos civiles convocantes.
La reforma presentada por el gobierno de Benjamin Netanyahu, uno de los más ortodoxos de la historia del país, busca incrementar el poder de los parlamentarios sobre el de los magistrados, que, según sus detractores, pone en peligro el carácter democrático del Estado. La iniciativa legal divide fuertemente al país.
«Estamos aquí hoy para manifestarnos y unir nuestras voces a las de cientos de miles, millones, de israelíes que apoyan los valores sobre los que este país fue fundado, como la democracia y la tolerancia», declaró a la AFP Daniel Nisman, quien participaba en la protesta. «Cada vez, más israelíes se despiertan. No vamos a vivir en una dictadura», consideró Josh Drill, de 26 años, portavoz de uno de los movimientos convocantes.
La reforma ha suscitado críticas dentro y fuera del país. El principal aliado de Israel, Estados Unidos, ha expresado su preocupación. En tanto, el ministro de Defensa israelí hizo una aparición televisada donde llamó a pausar la reforma judicial, pues las divisiones en la sociedad podrían convertirse en una «verdadera amenaza para la seguridad de Israel».
«Debemos detener el proceso legislativo» durante un mes, «los cambios mayores a nivel nacional deben hacerse por la vía de la consulta y el diálogo», afirmó el ministro. Sus declaraciones fueron acogidas con satisfacción por el líder de la oposición, Yair Lapid, que las calificó de «paso valiente para la seguridad» del país.
Además, dos diputados del Likud expresaron en Twitter su apoyo a Gallant, planteando dudas sobre si el gobierno contará con la mayoría en caso de lanzar una votación.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, prometió una «solución» para encontrar el «mayor consenso posible» ante la fractura social que provocó la reforma judicial que impulsa, que el jueves volvió a congregar a cientos de miles de israelíes en las calles durante violentas protestas. «Haré todo lo que esté a mi alcance para llegar a una solución y calmar los ánimos en el pueblo», afirmó el primer ministro en un mensaje televisado, en el que tendió una mano a la oposición para dialogar, pero sin suspender la tramitación de la polémica legislación en el Parlamento.
«No queremos controlar a la Justicia, queremos equilibrarla. No es el fin de la democracia, es el reforzamiento de la democracia», subrayó el primer ministro sobre su reforma, que busca suprimir la capacidad del Supremo de revisar y anular leyes anticonstitucionales y da al Ejecutivo gran control en el nombramiento de jueces.
El jueves, Israel desplegó en sus calles a la Policía montada y utilizó cañones de agua para dispersar las multitudinarias protestas antigobierno, cada vez más violentas, que volvieron a replicarse en todo el país. Los manifestantes repudiaban particularmente una ley aprobada durante la madrugada, que blinda a Netanyahu de la posibilidad de ser recusado o declarado no apto para ejercer su cargo, mientras enfrenta un juicio por varios cargos de corrupción.
Se trata del movimiento de protesta más importante de la historia reciente de Israel, surgido en enero, luego que el Gobierno, el más ortodoxo y religioso que ha tenido el país, anunció la reforma. Bajo presión, la coalición gubernamental accedió el lunes a suavizar algunos aspectos polémicos de su plan y a aplazar la tramitación parlamentaria de casi todas las nuevas leyes para después del receso legislativo, en mayo.
Los opositores a la reforma temen que, con ella, una mayoría simple en el Parlamento podrá derogar cualquier ley o decisión del Supremo, lo que podría vulnerar los derechos de sectores liberales y seculares. «Déjenme decirlo explícitamente: esto no pasará», sentenció Netanyahu. «Mi intención es garantizar los derechos civiles, los derechos fundamentales de todos los ciudadanos israelíes, judíos, no judíos, religiosos, seculares, hombres, mujeres, miembros de la comunidad LGBTQ+».
Otro artículo de interés: Temor a fractura social en Israel