Europa rechaza bajar déficit fiscal del 3 %

INTERNACIONAL

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Presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen / Foto: European Parliament

Lectura: 9 minutos

Los bancos europeos se mantienen estables a pesar de las pérdidas en bolsa, dicen los jefes de Estado europeos, que aspiran a una economía más verde y sostenible, estima el analista Bernd Riegert.

Los Estados miembros ajustaron sus políticas fiscales, gastando y endeudándose menos para no alimentar la inflación. Esa fue la vía correcta después de la crisis de coronavirus, pero ahora, según el análisis de los expertos de la Comisión Europea, la disciplina, en cuanto a gasto público y ahorro, es más importante que los nuevos préstamos. En este contexto y en la cumbre de la Unión Europea, esta semana, los jefes de Estado prometieron abordar con seriedad la reforma del pacto de crecimiento y estabilidad, que fija las reglas de la deuda. De momento, el pacto, que limita la nueva deuda al tres por ciento del Producto Interno Bruto, sigue suspendido en parte, debido a la crisis del coronavirus.

A pesar de todas las dificultades, el economista Jakob Kirkegaard, del grupo de expertos Fondo Marshall Alemán, cree que la UE va en el camino económico correcto. «En comparación con las cumbres de crisis que tuvimos en el pasado, donde el objetivo era evitar el colapso fiscal, hoy nos encontramos en un punto completamente diferente. Podemos ayudar a Ucrania, porque tenemos los medios para hacerlo. Podemos permitirnos pensar en estrategias económicas a largo plazo. Estoy contento de que los líderes de la UE estén haciendo precisamente eso», dijo Jakob Kirkegaard a DW.

De hecho, los jefes de Estado de la UE dieron la bienvenida al proyecto de ley de la Comisión Europea destinado a hacer que la economía europea sea menos dependiente de las materias primas y productos preliminares de China, y a traer de vuelta a Europa la producción de chips y baterías para computadoras. Además, están a favor de la promoción y conversión hacia una economía neutral y sostenible con el clima con fondos de la UE.

El canciller alemán, Olaf Scholz, dijo en la cumbre: «Tenemos que estar a la vanguardia de la tecnología». Y añadió: «Esto es importante para la UE en un mundo que crece constantemente en conjunto».

La UE no apuesta por subvenciones y ni por el proteccionismo, señaló la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, quien anunció que se encontró una solución a la disputa con EE. UU. por las injustas subvenciones a los fabricantes de autos eléctricos. «EE. UU. ha acordado ahora que los fabricantes de automóviles europeos deben tener el mismo acceso al mercado estadounidense y beneficios fiscales que sus competidores estadounidenses. Las materias primas que se produjeron o procesaron en la UE deben tratarse de la misma manera que las materias primas de EE. UU.», dijo von der Leyen. La idea es complementarse, no competir entre ellos, subrayó.

Sin embargo, el economista y jefe del grupo de expertos del Centro de Política Europea, Fabian Zuleeg, es crítico con los resultados de la cumbre. «No solo tenemos que ser más rápidos, también tenemos que ser más inteligentes cuando se trata de nuestras respuestas», dijo Zuleeg a DW en Bruselas. El punto de inflexión o cambio de era, mencionado a menudo por el canciller alemán, debe implementarse en la política. Eso significa «que los Estados miembros de la UE deben ver cuáles son sus tabúes, las áreas que no quieren cambiar, y deben darse cuenta de que el giro no funcionará si no modifican todos sus posturas», manifestó el experto.

Además, el economista dijo que Alemania no es el país que va a la cabeza de ese cambio. La disputa sobre el motor de combustión y los e-combustibles con la Comisión Europea muestra que el país está retrocediendo en algunos puntos. «Ese no es el liderazgo que necesitamos en Europa para hacer que las cosas avancen más rápido», criticó.

La asociación de la industria europea BusinessEurope también criticó los enfoques de la cumbre de la UE: «Se necesita una estrategia industrial más amplia. Las administraciones estatales deberían trabajar con los actores sociales para abordar la escasez de personal y mano de obra calificados, ya que esa escasez suponen una verdadera amenaza para nuestra capacidad competitiva».

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha embarcado en una ofensiva transatlántica, mientras Bruselas elabora una nueva legislación para apuntalar el suministro de materias primas y asegurar el futuro de su industria de tecnología verde. Von der Leyen se encuentra en Canadá para reunirse con el primer ministro, Justin Trudeau,. Luego, en Estados Unidos, lo hará con el presidente, Joe Biden.

El bloque se plantea poner cuanto antes fin a la dependencia de los combustibles fósiles de Moscú y aumentar la producción de energía renovable. Para ello, necesita más minerales críticos y materias primas como el litio, cobalto o metales de tierras raras. Por eso, Washington y Ottawa son tan importantes para la Unión Europea (UE).

Estos materiales son cruciales para la fabricación de paneles solares, turbinas eólicas, automóviles eléctricos y teléfonos inteligentes. La geóloga Anouke Borst dice que «la demanda de litio podría multiplicarse por cuarenta hasta 2050, si cumplimos todos los acuerdos [climáticos] de París».

Además, ella afirma que el difícil acceso a las materias primas de tierras raras «se debe, en gran parte, a que China es el mayor productor y controla toda la cadena de procesamiento». Esta es la razón por la que Bruselas quiere diversificar las cadenas de suministro fuera de Pekín. Y aunque hay yacimientos de tierras raras en Europa, Borst cree que la UE «seguirá dependiendo de las importaciones» debido a la oposición a la minería en el continente por motivos medioambientales.

La UE y Canadá ya firmaron una asociación de materias primas en 2021 y en 2022. Y los gigantes automovilísticos europeos Volkswagen y Mercedes Benz también cerraron acuerdos sobre el acceso a minerales canadienses.

Sin embargo, la expansión de las actividades mineras choca contra las quejas de grupos activistas, como la «Red de Solidaridad con la Injusticia Minera», de Toronto, que acusa a las empresas mineras canadienses de lavado verde. «Comunidades de todo el mundo están luchando para proteger sus aguas, sus tierras y sus medios de vida de los impactos de la minería, negándose a convertirse en zonas de sacrificio mientras los inversores se enriquecen», se lee en su sitio web.

El ministro de Recursos Naturales de Canadá, Jonathan Wilkinson, insiste en que las materias primas pueden obtenerse de forma sostenible: «El Gobierno se compromete a hacer de Canadá el proveedor global elegido para minerales críticos de origen sostenible y responsable, desde la exploración y extracción hasta la fabricación y reciclaje, al mismo tiempo que fomenta las relaciones mutuamente beneficiosas entre la industria y los pueblos indígenas».

El pasado enero, von der Leyen expresó la idea de un «Club de materias primas críticas» con «socios de ideas afines», algo que ella podría intentar formalizar esta semana.

Pero hay motivos que podrían nublar las conversaciones entre von der Leyen y Joe Biden: una histórica legislación estadounidense ofrece cientos de miles de millones de dólares en subsidios y apoyo a tecnologías limpias de fabricación nacional, como automóviles eléctricos. La UE teme que esta inversión masiva ponga en desventaja a las empresas europeas y las tiente a trasladarse al otro lado del Atlántico.

«Esta es una legislación proteccionista y está muy sesgada a favor de la producción nacional», dijo a DW David Kleimann, experto en derecho comercial y miembro del grupo de expertos Bruegel.

No se espera que EE. UU. cambie su legislación, a pesar de las quejas europeas, pero Kleimann cree que von der Leyen probablemente ofrecerá una opción creativa para evitar males mayores. Por ejemplo, permitir a los exportadores de la UE reunir los requisitos para obtener algunos subsidios estadounidenses solo en algunas áreas, como los componentes de baterías.

Kleimann, sin embargo, dice que «no está claro» si esto acarreará beneficios tangibles a las industrias europeas. Él cree que la UE quiere evitar enfrentamientos públicos con el Gobierno de Biden, a pesar de los desacuerdos. Ninguna de las partes quiere una guerra comercial transatlántica, mientras se está librando una guerra real en el continente europeo.

Otro artículo de interés: Conflicto con subsidios que reciben industrias

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