Conurbano, escribe Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Foto: Carlos Amato

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

En los últimos tiempos el conurbano bonaerense se ha puesto sobre la mesa de los mejores y más agudos analistas de la prensa argentina. 

Analizar este conglomerado urbano como una sucesión lineal de hechos históricos despegados de las consideraciones que incidieron en cada una de las etapas que lo generaron es por lo menos parcial. 

Argentina es una nación que se constituyó sin una historia que amalgame su territorio. Cada región aportó su propio origen a un territorio conformado por designio del reinado de España. 

Las guerras internas, disfrazadas de luchas por la distribución de la renta, ordenaron al territorio con una constitución que formalmente designa al estado como federal, pero con una conformación del poder político que lo caracteriza como unitario. 

Fue la carencia de planes de desarrollo de cada región lo que generó la lucha por la renta del puerto y no permitieron las autonomías provinciales y por consecuencia hacer del federalismo una realidad. 

Todas las empresas que se desarrollaban a partir de recursos regionales terminaron ubicando sus casas centrales en la Ciudad de Buenos Aires. 

Eso, la centralidad del puerto como principal generador de renta y sin un mercado interno desarrollado, hizo que aun con presencia de provincianos, el poder sea capitalino. 

La inmigración europea que alentaron las guerras se dispersó en el territorio nacional, pero la mayoría lo hizo en torno a la Capital Federal. 

Luego de una generación que se desarrolló en los lugares en que se los acogió recién llegados de Europa sus hijos fueron migrando a Buenos Aires en búsqueda de estudios y trabajos más ligados a sus expectativas.  

En las posguerras mundiales del siglo pasado la sustitución de importaciones generó un desarrollo de Buenos Aires y sus alrededores por su cercanía al puerto.  

El conurbano se caracteriza por tres y un insipiente cuarto cordón que tienen orígenes y características totalmente diferentes. 

El primer cordón nació y se conformó en función del desarrollo «industrial» que generó la obligada sustitución de importaciones de posguerra. Los trabajadores se instalaban cerca de las industrias que le daban empleo. 

Esas industrias se financiaban con el Banco Industrial y las viviendas de sus trabajadores con el Banco Hipotecario. Fue un proceso virtuoso con un defecto de origen la falta de competitividad de las industrias. 

Muchas de esas industrias no se desarrollaron con el objetivo de abastecer a otro mercado que no sea el interno. Lo cual pasada la posguerra obligó a subsidiarlas para que subsistan a la competencia con empresas extranjeras. 

Igualmente, ese primer cordón generó barrios con un desarrollo social integrado al de la Capital. 

El segundo cordón fue una resultante de las políticas económicas de las dictaduras de las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. Oleadas de compatriotas del interior y de habitantes de los países limítrofes todos expulsados por la misma razón de antaño, ausencia de planes de desarrollo. 

Llegaban al gran Buenos Aires y se instalaban en los terrenos sin ocupación efectiva, pero con dominios formales surgidos de antaño. Eran tierras en bajos, que, para geodesia de la provincia eran inhabitables. 

Con la suma de complicidades de la iglesia, caudillos políticos, dueños de esa tierra y municipios esas tierras ocupadas fueron expropiadas por la provincia y pagadas a precios de urbanas y no de bañados sin destino. 

Los trabajos ya no eran de la calidad de la primera oleada, obtenían trabajos nómades que tuvieron graves consecuencias sociales. las familias no eran estables, la familia tipo que se generó en esos años se componían de madres con varios hijos de distintos padres que migraban con los empleos que obtenían. 

Por otra parte, las industrias no tenían crédito y menos las viviendas, la inflación ganó terreno y la iniciativa privada cayó rendida a un estado benefactor. 

La política acompañó este proceso en forma simbiótica con la economía.  

En la primera etapa, el peronismo cubrió las expectativas luchando por mejores regímenes laborales y garantizando acceso a la vivienda con créditos, educación, deporte. 

Luego de las dictaduras el proceso se transformó con la impronta de un estado asistidor y no facilitador. 

De los partidos políticos con fuerte arraigo territorial se pasó a la política surgida de ese estado benefactor que se expandían en base a los representantes del gobierno de turno que repartía beneficios. 

El alfonsinismo creó una relación formal de la asistencia con las cajas PAN, que llegaban a los asistidos de la mano de funcionarios estatales nacionales, nutridos por la coordinadora radical. Es el día cero del nacimiento de la política rentada por el estado. 

Con la última ley de coparticipación federal se constituyó el nuevo poder político que aún nos gobierna. 

El radicalismo para poder negociar con el peronismo mayoritario en el senado nacional quita seis puntos de participación a la provincia de Buenos Aires, lo cual condena a esa provincia a ser mendigante del estado nacional y a las beneficiadas, a despreocuparse de su desarrollo interno por el exceso de fondos que reciben desde las rentas nacionales. 

La política que era la que la que daba institucionalidad a los territorios del conurbano desde los ateneos y unidades básicas, tornó a una organización estatal que asistía al pueblo desde la centralidad del gobierno de turno. 

La correlatividad que los periodistas hacen entre el partido conservador de Barceló y el peronismo de Duhalde se rompe sobre el fin de los ochenta.  

La reclamada transparencia y el «clamor» por la elección directa de los candidatos rompió definitivamente la generación de dirigentes territoriales y dio origen a los candidatos mediáticos. 

Muere la política como generadora de dirigentes con vocación pública y nacen los candidatos que o son famosos por sus actividades mediáticas o se hacen famosos pagando espacios de prensa y exposición.  

Esta historia sigue. 

Otro artículo escrito por Hugo Flombaum: Recalculando

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