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Al menos 528 personas han muerto y más de 4.500 fueron heridas debido a los enfrentamientos que se iniciaron hace exactamente tres semanas entre el Ejército de Sudán y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), informó el sabado el Ministerio de Salud sudanés en un comunicado.
«El total acumulado de heridos es de 4.599 y se han registrado 528 muertos en todos los hospitales de los diferentes estados de Sudán», dijo el departamento, que indicó que estas cifras fueron contabilizadas entre el primer día de combates, el 15 de abril, y hasta el jueves 27 de abril.
El Ministerio indicó que el número de muertos podría ser mucho mayor por la imposibilidad de los equipos médicos de acceder a las zonas más violentas y porque la mayoría de los hospitales de los estados donde se desarrollan los combates han quedado fuera de servicio. Asimismo, señaló que en la mayoría de los estados sudaneses hay una «calma relativa» a excepción de la capital, Jartum, y en Darfur Occidental, en el oeste de Sudán, donde el conflicto está adquiriendo tintes tribales y étnicos.
El ministerio aseguró que ha habilitado centros sanitarios en Jartum y que «ha mejorado la comunicación con los hospitales», donde se han podido realizar un total de 54 cirugías en los últimos días, a pesar de la acuciante escasez de material y suministros médicos en el país.
Según las cifras de Naciones Unidas y otras instituciones, desde el pasado día 15 de abril cerca de 50.000 personas han huido del territorio sudanés a los países vecinos, principalmente Chad, Sudán del Sur y Egipto.
Con la capital de Sudán sumida en la violencia de la lucha entre dos bandos armados, la ola de protestas populares contra el dictador Omar al Bashir, en 2019, parece algo muy remoto.
Embajadas extranjeras y organizaciones internacionales intentan ahora evacuar a su gente. Muchos piden buscar la forma de frenar el derramamiento de sangre y evitar que escale, derivando en una guerra civil.
El lunes los ministros de Relaciones Exteriores de la UE hablaron sobre los esfuerzos por poner fin a la crisis. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, urgió a los líderes beligerantes ─el general Abdel Fattah al Burhan, de las Fuerzas Armadas sudanesas, y Mohamed Hamdan Dagalo, de la poderosa milicia Fuerzas de Apoyo Rápido─ a cesar los combates y entablar negociaciones. «No hay una solución militar», dijo Borrell.
El ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia, Pekka Haavisto, fue más lejos y advirtió que Rusia podría llenar el vacío de poder que dejarían otros países si se retiran debido a la violencia. «Si nos vamos, dejaríamos espacio para que las tropas Wagner y Rusia hicieran su juego», indicó a los reporteros. Y agregó que la UE no debería solo ayudar a sus ciudadanos, sino también a otros residentes de Jartum. «Pienso que la Unión Europea podría hacer más», dijo.
En realidad, varios actores tienen intereses en Sudán, según explicó a DW Theodore Murphy, director del programa sobre África del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). «No creo que sea útil considerar esto solo como un asunto de Rusia. Las tropas de Wagner, conocidas por su actividad en varios Estados africanos inestables, han estado presentes en Sudán durante algún tiempo, respaldando a las Fuerzas de Apoyo Rápido», afirmó.
Pero añadió que todos los vecinos africanos de Sudán se juegan mucho en Jartum, como los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Egipto. De hecho, preocupa que el creciente conflicto pueda extenderse a los países vecinos, creando inestabilidad regional y problemas económicos. Una afluencia repentina de refugiados también podría plantear un reto importante.
Murphy declaró a DW que, una vez realizadas las evacuaciones, todos los actores internacionales deberían centrarse en garantizar un alto el fuego duradero para permitir que la ayuda humanitaria llegue a los más vulnerables. Y añadió que, posteriormente, deberían evaluar qué influencia pueden ejercer sobre los bandos enfrentados.
La UE ha recibido críticas por su política hacia Sudán, debido a la financiación de proyectos destinados a controlar la migración desde este importante país de tránsito.
El «Proceso de Jartum» ─diálogo sobre migración entre la UE y los Estados del Cuerno de África, incluido Sudán─ comenzó bajo la dictadura de Omar al Bashir, según explicó a DW Gerrit Kurtz, analista de la Fundación Ciencia y Política (SWP).
La Unión Europea condenó el golpe militar de 2021, pero mantuvo relaciones formales con los dirigentes de facto, al tiempo que subrayaba su deseo de que se instalara un gobierno civil y democrático.
De cara al futuro, la UE debe asegurarse de hacer hincapié en el papel central que deben desempeñar los actores civiles en los procesos políticos, afirmó Kurtz. Y subrayó que los generales no deberían poder dictar las condiciones simplemente porque tienen armas.
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