INTERNACIONAL

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Miles de israelíes volvieron a manifestarse este sábado en el centro de Tel Aviv contra la reforma judicial impulsada por el gobierno del primer ministro conservador Benjamin Netanyahu, antes que el lunes se inicie una nueva sesión parlamentaria.
Desde enero se han realizado manifestaciones semanalmente en todo el país, pese a que hace un mes el gobierno anunció una «pausa» legislativa para darle una «oportunidad al diálogo».
En esta jornada los manifestantes exhibieron pancartas en Tel Aviv con algunas frases como: «La Historia tiene sus ojos puestos en ti». En esta ciudad los manifestantes encendieron antorchas y ondearon banderas israelíes.
El Ejecutivo estima que la medida que busca implementar servirá para equilibrar el poder entre el Parlamento y la Corte Suprema, tachada de politizada por la actual coalición gubernamental, la más conservadora de la historia de Israel. Pero los opositores consideran que la reforma podría empujar al país hacia un modelo iliberal o autoritario.
Con el objetivo de alcanzar un entendimiento sobre el paquete de las reformas, el presidente israelí, Isaac Herzog, organizó una tanda de conversaciones entre partidos. Las negociaciones empezaron después que Netanyahu anunciara la «pausa legislativa», el 27 de marzo, pero la oposición se ha mantenido escéptica respecto a las intenciones del primer ministro.
Cada sábado, Yehudit Elkana sale a protestar contra la controvertida reforma judicial del gobierno como miles de israelíes. «Por naturaleza soy optimista, aunque de momento no puedo serlo. Pero no cederemos», dice a DW esta química jubilada y defensora de los derechos humanos.
Nacida en Jerusalén en 1935, Elkana es hija de una pareja que escapó a comienzos de la década de 1930 de la Alemania nazi para comenzar una nueva vida en lo que entonces era el mandato británico de Palestina. En todos estos años ha vivido muchas crisis y guerras, pero también momentos alegres y esperanzadores, como aquel 14 de mayo de1948 en que David Ben Gurion proclamó el Estado de Israel.
Elkana recuerda la alegría de esos días. Pero en este aniversario está preocupada. Piensa que la pugna en torno a la reforma judicial «podría conducir a una guerra civil. Ningún bando cederá. Es simplemente muy triste».
También el Dr. Tomer Persico, del Instituto Shalom Hartman, un centro de investigación y educación con sede en Jerusalén, piensa que Israel está en una encrucijada, y no solo debido a la polémica reforma judicial. «Diversos temas que por largo tiempo fuero reprimidos o ignorados, están saliendo a la superficie. La esfera pública liberal y la iliberal, la relación entre el Estado y la religión, que naturalmente están ligados, y las relaciones entre la mayoría secularista y la minoría ultraortodoxa en el ejército… de todas esas cosas se discute ahora».
En un café de Tel Aviv, las amigas Roni Amir y Nili Rozen, de 24 y 23 años respectivamente, conversan sobre las manifestaciones y el futuro del país. Para Roni es importante ir a las manifestaciones contra la reforma judicial. Pero su prioridad es el fin de la ocupación israelí de los territorios ocupado: «En las manifestaciones estoy en el bloque «antiocupación», que demanda libertad e igualdad para los palestinos y para todos. Nuestro foco está en la ocupación, en la que vemos la causa de todo lo que está pasando. Además, queremos una verdadera democracia, un país que no se defina por la nacionalidad y la religión».
La visión de ambas no es necesariamente la más popular, por lo menos no entre los jóvenes judíos que no vivieron el proceso de paz de los años 1990. Según Persico, la izquierda israelí tiene poca influencia ideológica. De acuerdo con el Índice Israelí de Democracia 2022, un estudio anual del Instituto Israelí de la Democracia, hasta un 75 por ciento de los judíos israelíes entre 18 y 34 años se define como de derecha conservadora.
La tendencia hacia la derecha se reflejó también en las últimas elecciones, en las que la alianza de extrema derecha «Sionismo Religioso» obtuvo 14 de las 120 bancas de la Knesset.
Naor Meningher está decepcionado por las protestas y espera que al menos una parte de la reforma judicial se materialice. «Hace cuatro meses tuvimos elecciones. Y no se puede desconocer el resultado», dice este habitante de Tel Aviv, de 34 años, autor de podcasts y comentarista.
Considera que el problema más urgente de su generación es acabar con la idea de un Estado «benefactor» y con los «restos de socialismo» que quedan en el país. En cuanto al conflicto palestino, no ve por el momento una solución. «Pienso que lo mejor sería mantener el statu quo y anexar lo que podamos, sobre todo los territorios menos poblados».
Según Naor, Israel es el único país que puede ofrecer seguridad a los judíos: «Mis abuelos llegaron en la década de 1970 de Rumania. Huyeron de una dictadura comunista y encontraron amparo aquí. Para mí, este es mi hogar y seguirá siéndolo siempre».
*Imagen ilustrativa.
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