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El presidente del Comité Militar de la OTAN, el almirante Rob Bauer, avisa que las fuerzas aéreas y marinas rusas «no están siendo mermadas» y son «muy capaces», pese a la guerra en Ucrania.
Por el contrario, los sistemas de misiles y las fuerzas terrestres sí que han sido «seriamente comprometidas y golpeadas» por la invasión, según manifestó el almirante Bauer en una entrevista ofrecida durante la Cumbre Europea de Seguridad y Defensa celebrada en Bruselas.
Al mismo tiempo, el jefe militar de la OTAN minimizó la posibilidad de que Rusia use fuerzas terrestres para atacar a algún país de la Alianza, y remarcó que la probabilidad es «muy, muy, muy baja».
«Esta es la razón por la que decimos a los países de la OTAN que, si quieren dar cualquier capacidad o sistema armamentístico, se lo den a Ucrania. Nosotros podemos asumir cierto riesgo cuando se trata de fuerzas terrestres, porque las rusas no están capacitadas para atacar a la OTAN ahora mismo», insistió el dirigente militar neerlandés.
Con todo, el almirante Bauer señaló que los efectos de la invasión rusa de Ucrania seguirán latentes durante al menos toda una década, y que su impacto también va a trasladarse más allá del terreno militar hacia la esfera económica o empresarial, por ejemplo, ya que, según él, una «guerra es un evento que afecta a toda la sociedad».
«Nos guste o no, esta guerra va a afectarnos durante los próximos diez años. No habrá terminado incluso cuando ya haya terminado», aseveró el jefe del Comité Militar de la OTAN. Bauer argumentó que esto será debido a los largos esfuerzos de reconstrucción que serán necesarios, también para recomponer a una industria ucraniana cuyo desmantelamiento, dijo, «va afectar a las economías y a las vidas» en los países de la OTAN.
«Así que lo mejor que sigamos ayudando a Ucrania el tiempo que sea necesario, porque la ambición rusa no termina en Ucrania, sino que abarca toda una zona de protección alrededor de Rusia que incluye a países que desde 1997 se han convertido en miembros de la OTAN», aseguró en alusión a los Estados de la Europa del Este.
Sobre la relación con China, Bauer afirmó que «el hecho de que los países que representan el 60 % del PIB mundial hayan tomado medidas contra Rusia (por la guerra en Ucrania) también envía una señal muy importante» al gigante asiático, y mencionó, en este sentido, los envíos de armas que algunos países de la OTAN están dando a Ucrania.
«Los rusos y los chinos van a aprender de esto. Su creciente relación, o la relación que ellos tienen, es preocupante», admitió el jefe del Comité Militar de la Alianza Atlántica.
Con todo, el almirante Bauer recordó que la OTAN no considera a China como «un enemigo», sino como un «desafío», ya que así lo acordaron los miembros de la organización el pasado verano en la cumbre de Madrid.
La guerra de Rusia contra Ucrania atrae mucha atención, incluso entre los académicos. Uno de ellos es el historiador Serhii Plokhy, profesor de historia de Ucrania en la Universidad de Harvard, cuyos libros tienen difusión internacional. Su último libro, El ataque, se publicó en Alemania a principios de mayo de 2023. Está dedicado a las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
«Esta es la guerra más grande en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con un uso masivo de tropas y los peores crímenes cometidos en Europa desde 1945. Su influencia es extremadamente grande, no solo en Ucrania, no solo en las relaciones actuales y futuras entre Ucrania y Rusia, sino también en Europa y el mundo.
Estamos viendo cómo la alianza transatlántica entre EE. UU. y Europa vuelve a niveles que no se veían desde el final de la Guerra Fría. La guerra significa, de facto, que ciertas áreas grises de Europa, que han existido desde el colapso de la Unión Soviética, están desapareciendo.
Vemos una reorientación de Rusia, no solo política, sino también económica, lejos de Europa y dirigida hacia el este, es decir, una reorientación política y económica hacia China e India. Eso es solo la punta del iceberg, lo que estamos viendo hoy. Son tendencias que ya han comenzado. Estoy bastante seguro de que veremos otros cambios que no percibimos hoy.
Hoy, Ucrania lucha por su lugar en el mapa de Europa. Antes de que empezara el conflicto, se habló mucho de que la guerra podría comenzar, pero Ucrania ha sido percibida únicamente como una víctima de esta agresión. Hasta cierto punto, Ucrania sigue siendo víctima de esta agresión, porque la guerra iniciada por Rusia no fue provocada. Pero Ucrania no quiere ser una víctima. Es decir, Ucrania está luchando y lo está haciendo con extrema eficacia.
Por primera vez desde que comenzó la invasión de Ucrania, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, concluyó en Cuba un viaje de una semana tras reunirse con sus homólogos y jefes de Estado de Nicaragua, Venezuela y Brasil. La misión del representante de Vladímir Putin en una región que está geográficamente dentro de la esfera de influencia de Estados Unidos, pero tradicionalmente considerada «secundaria» por los gobiernos rusos, tiene objetivos tanto económicos como políticos.
Mientras Moscú busca formas de eludir las sanciones impuestas por Washington y Europa que han bloqueado 300.000 millones de euros en las reservas centrales rusas y a más de 1.500 personas y entidades desde que comenzó la guerra, la «ofensiva de encanto» de Lavrov en América Latina también buscó reforzar la fuerza diplomática con países que, al menos retóricamente, tomaron una posición neutral frente al conflicto europeo.
Los regímenes de izquierda en Cuba, Venezuela y Nicaragua también se enfrentan a sanciones estadounidenses y confían en Rusia como socio estratégico desde hace mucho tiempo. En marzo, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que exige a Rusia que abandone Ucrania. Nicaragua votó en contra, Cuba estuvo ausente y Venezuela no votó por sus deudas con la ONU. Brasil, por otro lado, estaba entre los 137 países a favor de Ucrania.
Pero las recientes declaraciones de Lula da Silva sobre la guerra en Ucrania han sido duramente criticadas por Washington. Luego de un viaje a China este mes, el presidente brasileño dijo que «Estados Unidos debe dejar de alentar la guerra» y llamó al país a comenzar a «hablar de paz». En respuesta, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, reaccionó diciendo que Lula estaba «repitiendo la propaganda rusa y china».
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