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Mahsa Amini, que había acudido a visitar a su familia, fue detenida el martes 13 de septiembre a la salida de una estación de metro de Teherán por la policía religiosa islámica iraní, llamada oficialmente Gasht-e Ershad (Patrullas de Orientación).
La acusaron de infringir la ley que obliga a las mujeres a cubrirse el pelo con un pañuelo, y los brazos y las piernas con ropa holgada.
La joven de etnia kurda, de la ciudad noroccidental de Saqez, en la provincia del Kurdistán, falleció dos días después, el viernes, en un hospital de Teherán, tras pasar tres días en coma.
Las autoridades iraníes afirman que Amini no fue maltratada, sino que sufrió un «fallo cardíaco repentino» tras ser detenida en Teherán por la «policía de la moral» del país.
A partir de ese momento se desató la furia de la población contra el gobierno islámico iraní que continúa pese a la represión policial.
Según la televisión estatal iraní hasta el momento se ha conocido que 41 personas han muerto en las protestas que sacuden Irán desde hace nueve días por la muerte de Mahsa Amini.
«Lamentablemente 41 personas han perdido la vida en los disturbios de los últimos días en diferentes partes del país», informó la televisión IRIB indicando que no se trata de datos oficiales.
El Gobierno organiza este domingo nuevas marchas en apoyo del régimen en una repetición de lo que ya hiciera el viernes, cuando miles de iraníes marcharon en defensa del velo islámico y en oposición a las protestas por la muerte de la joven de 22 años.
Amini fue detenida y trasladada a una comisaría para asistir a «una hora de reeducación» por llevar mal el velo.
Las protestas tras conocerse su muerte y desde entonces se han repetido manifestaciones a lo largo del país y fuertes choques con las fuerzas de seguridad.
Las autoridades no informan del número de detenidos totales, pero solo la provincia de Guilan habló el domingo de la detención de 736 «alborotadores».
El presidente iraní, Ebrahim Raisí, llamó el sábado a actuar de forma «decisiva» contra los que se oponen a la «seguridad y tranquilidad del país» y pidió que se «separe la protesta y la perturbación del orden público».
El Gobierno de Raisí ha aumentado en los últimos meses la presión para que las mujeres cumplan con las estrictas reglas de vestimenta y usen correctamente el velo cubriendo todo el rostro, obligatorio desde la revolución de 1979 liderada por el ayatolá Ruholá Jomeiní.
El gobierno decidió la cancelación de las clases presenciales en las Universidades de Teherán, la detención de periodistas y las restricciones de internet.
Las redes móviles están siendo cortadas por las tardes y noches para controlar las protestas, mientras internet fijo se encuentra muy ralentizado.
La muerte de Amini ha logrado unificar a miles de iraníes a través del dolor y la empatía, a diferencia de otras protestas por razones económicas.
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