INTERNACIONAL

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Las elecciones de mitad de mandato de EE. UU. no suelen ser benévolas con el partido que preside el país, en este caso, los demócratas.
De las 19 «midterms» celebradas desde la Segunda Guerra Mundial, sólo en 2002 el partido gobernante (Partido Republicano) en el poder consiguió ganar tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Esto se debió a un efecto patriótico tras los atentados del 11 de septiembre que se tradujo en un éxito electoral.
Veinte años después, se libra una guerra muy diferente; esta vez contra la inflación, que hasta hace muy poco parecía que iba a provocar una «marea roja» (avance del Partido Republicano) en Washington.
La caída de los precios de la gasolina, junto con una victoria legislativa clave con la Ley de Reducción de la Inflación y la decisión del Tribunal Supremo de revertir el derecho al aborto, han contribuido a cambiar la tendencia de los demócratas.
Mientras que los demócratas sueñan con mantener el control del Senado, los republicanos avanzan para tomar las riendas (o «dar la vuelta») de la Cámara de Representantes.
Los republicanos ─también conocidos como GOP (Grand Old Party)─ sólo necesitan ganar cinco bancas para lograrlo, un pequeño obstáculo estiman consultores políticos.
Esta tarea se ve facilitada por los 31 demócratas que no se presentan a la reelección, mientras que el proceso de «redistribución de distritos», que se lleva a cabo una vez por década, ha redibujado el mapa electoral a favor de los republicanos.
Las recientes acusaciones sobre el candidato al Senado por Georgia han mermado las posibilidades del Partido Republicano en lo que parecía su mejor oportunidad de conseguir una banca.
Por otro lado, la decisión de la OPEP+ de recortar la producción de petróleo amenaza con revertir la caída de los precios de la gasolina que ha ayudado a poner a los demócratas de nuevo en la lucha.
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