INTERNACIONAL

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«El primer avión salió de Saná en el marco del intercambio», dijo a la AFP Jessica Moussan, responsable de prensa del CICR (Cruz Roja).
El avión, que salió de la capital del país, controlada por los rebeldes hutíes, se dirige a Adén, donde el gobierno tiene temporalmente su sede. En total, ambas partes intercambiarán más de 880 prisioneros.
En marzo, el gobierno reconocido internacionalmente y los rebeldes hutíes llegaron a un acuerdo en Berna (Suiza) para intercambiar más de 880 prisioneros, entre ellos sauditas y sudaneses.
La última operación de esta envergadura tuvo lugar en octubre de 2020, cuando se liberó a más de mil prisioneros en 48 horas.
Arabia Saudita intervino en el vecino Yemen en 2015 para respaldar a las fuerzas progubernamentales contra los hutíes, apoyados por Irán, que en ocho años de conflicto se han apoderado de grandes extensiones de territorio en el norte y el oeste del país más pobre de la península arábiga.
La guerra ha causado una de las peores crisis humanitarias del mundo, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados, con epidemias, falta de agua potable y hambre aguda.
Más de tres cuartas partes de la población dependen de la ayuda internacional estiman organismos internacionales.
Una delegación saudí llegó a Saná para mantener conversaciones de paz de forma directa con los hutíes chiíes de Yemen, en la primera visita de este tipo desde que Riad intervino en el conflicto bélico yemení, en 2015, informaron el domingo fuentes próximas al grupo rebelde.
La delegación aterrizó en la capital yemení, poco después de la llegada también a la ciudad de una misión de mediadores omaníes, y después de que los hutíes anunciaran el intercambio de 13 prisioneros yemeníes y un saudí en un aparente signo de avance en las conversaciones.
Los saudíes y los mediadores omaníes permanecerán varios días en Saná, donde serán recibidos por el jefe del Consejo Político Supremo de los hutíes, Mahdi al Mashat, para abordar «el levantamiento del bloqueo» impuesto por Arabia Saudí sobre las zonas controladas por los hutíes, dijo la agencia de noticias yemení SABA.
Explicó que las partes conversarán también sobre «el fin de la agresión» de la coalición militar liderada por Arabia Saudí y «el pago de los salarios de los funcionarios con los ingresos del petróleo y el gas» que se producen en áreas controladas por el Gobierno yemení internacionalmente reconocido, añadió. La oficina de medios del gobierno saudí no respondió a las solicitudes de Reuters de comentarios sobre el intercambio de prisioneros y la visita de la delegación a Saná.
Analistas y medios árabes no descartan un importante avance en las negociaciones para resolver el conflicto bélico en el Yemen desde que Arabia Saudí e Irán, las principales potencias suníes y chiíes de Oriente Medio, anunciaran en marzo un acuerdo, con la mediación de China, para restablecer sus relaciones diplomáticas, rotas desde 2016. Precisamente Irán anunció el envío de una misión diplomática a Riad para reabrir su embajada, después que una delegación saudita llegara ayer a Teherán.
Estados Unidos celebró el anuncio del acuerdo Irán y Arabia Saudí para restablecer sus relaciones diplomáticas, pero expresó dudas sobre el cumplimiento de lo pactado.
«Damos la bienvenida a cualquier esfuerzo para rebajar la tensión en la región de Oriente Medio. La desescalada y la diplomacia, junto con la disuasión, son pilares fundamentales de la política que el presidente (Joe) Biden expuso durante su visita en julio a la zona», dijo la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
El acuerdo entre Irán y Arabia Saudí, las dos potencias chií y suní de Oriente Medio, incluye la reapertura de sus embajadas y se firmó en China, que ejerció de mediador entre esos dos enemigos tradicionales que desde hace años se disputan la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en conflictos de la zona.
Como parte del pacto, Irán y Arabia Saudí se comprometen a «respetar la soberanía de los países y a la no injerencia en sus asuntos internos». Además, se reactiva un acuerdo de seguridad de 2001 y memorandos de cooperación en materia economía, comercio, inversión, tecnología, ciencia, cultura, deporte y juvenil de 1998.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, coincidió en que es un avance positivo y confió en que sirva entre otros puntos para poner fin a la guerra en Yemen, pero instó a mantenerse escéptico.
«Está por ver si los iraníes van a respetar su parte del acuerdo. No es un régimen que habitualmente cumpla su palabra», apuntó en otra comparecencia ante la prensa.
Desde EE. UU. se restó importancia al hecho de que China haya ejercido de mediador y se recalcó que el rol de Pekín no debe interpretarse como una pérdida de su propia influencia en Oriente Medio.
Kirby apuntó que, aunque Estados Unidos no estuvo directamente implicado en este pacto, los saudíes le mantuvieron informados, y consideró que lo que contribuyó a que Irán se sentara en la mesa de negociación fueron las presiones internas y externas, «no una invitación de China».
El portavoz estadounidense añadió que Washington se mantendrá alerta respecto a China: «No es que estemos ciegos. Ciertamente seguiremos vigilando a China mientras siga intentando adquirir influencia y apoyos en el mundo por sus propios intereses egoístas», concluyó.
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