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El destacado disidente Vladimir Kara-Murza, condenado a 25 años de cárcel, es solo uno de una serie de opositores al Kremlin que se encuentran en prisión o en el exilio.
«Ya no existe una oposición organizada en Rusia, dado que el Kremlin la reprime sistemáticamente», afirma el politólogo ruso Konstantin Kalatschov, en conversación con DW.
Recientemente, el político opositor Vladímir Kara-Murza fue sentenciado a 25 años de reclusión. La corte lo condenó por alta traición, por «desacreditar al Ejército ruso» y por colaboración ilegal con una organización «non grata» en Rusia.
No todas las sentencias políticas han sido realmente dictadas por los tribunales en Rusia. Algunas han sido decididas a nivel político, piensa el editor y político ruso Lev Schlossberg. «En algunos casos, pueden ser altos funcionarios del Gobierno de Putin. También puede ser el propio Putin. En el caso de Kara-Murza, tengo la sospecha de que la condena fue acordada con Putin», dice Schlossberg en conversación con DW.
También el opositor Ilja Jaschin fue sentenciado por «desacreditar al Ejército ruso». Había condenado públicamente presuntos crímenes de guerra rusos en Bucha, por lo que debe pagar con ocho años y medio de cárcel. Su carrera política comenzó en una época en que todavía se podía hablar de una oposición en Rusia. Durante más de 20 años, luchó contra Putin y la autocracia rusa.
El opositor ruso más conocido a nivel internacional es probablemente Alexéi Navalny. No tuvo miedo a decir su opinión ni a provocar a las élites. En 2021, fue detenido a su regreso a Rusia y cumple una condena de por lo menos nueve años.
Konstantin Kalatschov nunca consideró que este dirigente pudiera convertirse en el próximo presidente de Rusia: «Antes de su detención, Navalny no contaba con más de un 1,5 por ciento de los votos. Eso de ningún modo alcanza para luchar seriamente por el poder».
Según Amnistía Internacional, cada vez se vuelve más difícil protestar en Rusia. Hacerlo está ligado a grandes riesgos y las protestas son brutalmente reprimidas. De acuerdo con la ONG rusa OWD-Info, en 2022 fueron detenidas más de 15.000 personas en manifestaciones contra la guerra.
Por otra parte, los opositores en el exilio, como el gran maestro del ajedrez Gary Kaspárov, no tienen mayor peso en Rusia. Y, de todos modos, para el Kremlin la única oposición válida es la de aquellos partidos que se presentan como opositores, pero siguen las reglas del juego.
Lev Schlossberg, del partido opositor liberal Jabloko, explica: «Ninguno de los partidos con representación en la Duma puede ser calificado como opositor… Todos ellos son partidos de Putin».
Agrega que «las elecciones se han convertido en algo secundario. Ya no son un criterio de éxito. Se puede fabricar cualquier resultado deseado. Lo único que importa es que haya una Duma inocua, con 450 diputados, que respalde sin excepción a Putin».
El politólogo Konstantin Kalatschov estima que muchos rusos se preguntan actualmente quién habrá de suceder a Putin. Pero advierte que es mejor no hablar de eso ni siquiera a puerta cerrada. «En Rusia, existe un ánimo opositor, pero eso no se traduce en hechos. Nadie se perfila como líder de una verdadera oposición. Nadie quiere perder su pequeña libertad. Por eso, en Rusia ya no hay una oposición. Solo podrá volver a haberla cuando Putin se haya ido».
Vladímir Kara-Murza, crítico del Gobierno ruso, fue condenado a 25 años de cárcel por presunta «alta traición» y «difusión de información falsa» sobre el Ejército ruso.
Se trata de la pena más larga dictada hasta ahora contra un crítico del Kremlin. El historiador y experiodista es odiado desde hace tiempo por el régimen de Putin. Ya en 2015 y 2017 se derrumbó con síntomas de envenenamiento.
«En las condiciones que se encuentran los centros de detención preventiva del noroeste de Moscú, la enfermedad de Kara-Murza ha empeorado. Está claro que, dado su estado de salud, se trata básicamente de una sentencia de muerte», explicó el abogado Vadim Prokhorov. «Pero incluso dos o tres años de cárcel, en una prisión de máxima seguridad, podrían ser fatales para él».
Kara-Murza fue detenido en abril de 2022 tras criticar la invasión rusa a Ucrania. En una entrevista con la cadena estadounidense CNN, calificó las acciones de Rusia de agresión y al poder estatal ruso de régimen asesino.
Probablemente uno de los críticos del Kremlin más conocidos, Alexéi Navalny es un activista opositor de 46 años, que sobrevivió en 2020 a un ataque mortal con el agente nervioso Novichok, del que se recuperó posteriormente en Alemania. En 2021, voló a Moscú, fue detenido en el aeropuerto y, aproximadamente un mes después, condenado a varios años de prisión por presunto fraude.
Yevgeny Roisman es considerado uno de los últimos críticos conocidos de Putin que se encuentra en libertad. En noviembre pasado, el activista de la oposición y exalcalde de Ekaterimburgo fue calificado por el Ministerio de Justicia como «agente extranjero», según la agencia Interfax. A mediados de marzo, fue condenado a 14 días de detención por presunta difusión de simbología extremista. Actualmente, está en curso otra causa contra él.
Ilya Yashin es uno de los últimos críticos que quedan en Rusia. Ni siquiera su detención le impidió criticar duramente a las autoridades y denunciar la intervención militar en Ucrania. En diciembre del año pasado, Yashin fue condenado a ocho años y medio de prisión. Según la sentencia, Yashin había denigrado a las fuerzas armadas rusas, tras denunciar el «asesinato de civiles» en la ciudad ucraniana de Bucha.
Pyotr Versilov también tuvo que pagar con su salud. El editor de la revista online Mediazona y miembro del grupo punk Pussy Riot se sintió repentinamente muy enfermo en otoño de 2018. Los médicos alemanes solo pudieron determinar que había sido envenenado, pero no con qué sustancia. Versílov cree que fue castigado por sus investigaciones sobre los asesinatos de tres periodistas rusos.
Boris Nemtsov había inspirado en su día a Kara-Murza. El crítico del Kremlin y exviceprimer ministro fue asesinado a tiros en 2015, mientras caminaba hacia su casa por un puente de Moscú cerca del Kremlin. Nemtsov, un carismático orador, había criticado la anexión de Crimea por parte de Putin en 2014 y participaba regularmente en protestas.
La reportera ruso-estadounidense de «Novaya Gazeta» Anna Politkovskaya también fue asesinada a tiros, el 7 de octubre de 2006, en el ascensor de su edificio. La periodista, que informaba sobre los crímenes de guerra cometidos por el Ejército ruso en Chechenia, ya había sido envenenada tres años antes de su muerte, cuando voló de Moscú a Beslán, el 2 de septiembre de 2004, para informar sobre la toma de rehenes en una escuela local por parte de terroristas.
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