INTERNACIONAL

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La subsecretaria de Estado de los EE. UU. Wendy Sherman se reunió en la localidad de Tianjing con los líderes de la diplomacia china en un coloquio definido como «franco y abierto». En clave diplomática significa que no se guardaron ningun reproche.
Si el gobierno comunista de Beijing apuntaba a la flexibilidad de la diplomacia norteamericana con el nuevo presidente Joe Biden, después de las tormentosas relaciones con Donald Trump, ya estan revisando esa posición original.
Los chinos solicitaron que Estados Unidos deje de interferir en Hong Kong, Xinjiang, Taiwán y el Mar de China meridional. China también pide que cesen los ataques sobre el origen del COVID-19.
Por primera vez en la historia de sus relaciones diplomáticas, China presentó a los EE. UU. una lista con una serie de «líneas rojas» que Washington debería respetar, y con una serie de medidas correctivas a adoptar para mejorar las relaciones bilaterales.
Según el informe del ministerio chino de relaciones Exteriores, el viceministro de Exteriores de China, Xie Fang, entregó el lunes una lista «defensiva» a su contraparte de los EE. UU. Wendy Sherman, quien se encuentra de visita en el país asiático desde el domingo.
Xie declaró el martes que las relaciones entre Beijing y Washington se encuentran en un «punto muerto», lo que podría acarrear «serias consecuencias».
El representante chino acusó a los EE. UU. de demonizar a China y de llevar adelante una diplomacia «coercitiva», a diferencia de su país, que no tendría pretensiones expansionistas. Varios analistas señalan que naciones como Australia, India y Vietnam, por no hablar de Taiwán, podrían cuestionar semejante afirmación, acusando a los chinos de llevar adelante políticas comerciales y territoriales «coercitivas».
Beijing ha marcado sus líneas de actuación manifestando su descontento por las presiones que ejerce Estados Unidos en asuntos como el COVID-19 y sus orígenes, Hong Kong, Xinjiang, Taiwán y el Mar de la China Meridional.
Las autoridades del gigante asiático también acusaron a Estados Unidos de tratar injustamente a los ciudadanos chinos que viven en el país, de maltratar a sus diplomáticos y de fomentar sentimientos antichinos y antiasiáticos.
La lista de las correcciones que solicita Beijing incluye la cancelación de las sanciones a personalidades y entidades chinas; la eliminación de las restricciones de visado a los miembros del Partido Comunista Chino, a sus familiares y a los estudiantes; la eliminación de las restricciones que rigen para los Institutos Confucio y las empresas chinas; piden también que se dé marcha atrás en las decisiones según las cuales los medios de comunicación chinos en Estados Unidos son considerados «agentes extranjeros»; y que se ponga freno al pedido de extradición al gobierno de Canadá de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei.
En una declaración aparte, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino pidió a Estados Unidos que trabaje para evitar que los grupos terroristas suban al poder en Afganistán.
Tras 20 años de presencia militar para eliminar a Al Qaeda, Washington está completando la retirada de sus tropas de suelo afgano. La medida asusta a China, que teme que el país vecino se convierta en una base desde la que las milicias islamistas puedan lanzar ataques en Xinjiang.
Durante la primera cumbre de alto nivel entre Estados Unidos y China desde que Joe Biden asumió el cargo, celebrada en Alaska en marzo, se produjo un duro enfrentamiento entre las dos delegaciones. Los enviados de Beijing y Washington intercambiaron acusaciones de haber violado el protocolo. Los representantes de Estados Unidos dijeron que China era una amenaza para la estabilidad global. Los chinos respondieron que Estados Unidos está incitando a otras naciones a atacar su país, de acuerdo con versiones de distintos medios de comunicación que estuvieron atentos al encuentro.
Después de la reunión de Anchorage, Sherman es la funcionaria estadounidense de más alto rango que se ha reunido con líderes chinos. En los últimos días, el número dos del Departamento de Estado visitó Mongolia, Japón y Corea del Sur.
El objetivo de la administración Biden es reforzar la cooperación con aliados y socios regionales ─debilitada durante la presidencia de Trump─ para contrarrestar el avance de China. El expresidente estadounidense inauguró una política de mayor confrontación con Beijing, que ha sido mayormente confirmada por el actual inquilino de la Casa Blanca.
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